one shot II

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Ahórquenme si quieren (aunque ya no sea viernes) por no estar cumpliendo con mi palabra de publicar pronto, sólo tenía que mantener mi vida social viva y terminar exámenes, proyectos, ordinarios y un chingo de otras cosas, incluso tengo que terminar correcciones de proyectos y prepararme para la exposición de mi producto, pero heme aquí postergando las tareas,  por cierto deséenme mucho éxito en mis ordinarios que inician ésta semana, pidan que la rosa de Guadalupe me eche el vientecito en mi camino.

Comencemos ☺

Después de esa noche las cosas no se volvieron más sencillas, y por mucho que desease las cosas no volverían nunca a ser las mismas, estas eran las consecuencias del jugar con fuego.

Aihara Mei estaba echa un lío emocional y colapsaba en un llanto desesperado cada noche en una cama doble la cual solía compartir, en la primera noche que pasó sola se había quedado parada por horas con lágrimas incontenibles, justo frente la puerta por donde su amada había salido recordando su mirada llena de decepción, dolor y rencor; en algún momento de su vida tuvo todo lo que quería, todo lo que nunca llegó a soñar ahora  estaba perdido todo y ella era la única culpable. 

Las primeras 24 horas le fue una tortura agonizante, después de que había salido de su estado de shock, se metió a la cama con la misma ropa y quedando en una posición fetal mirando al lado opuesto que ella solía usar para intentar descansar y buscar un poco de calor en ella misma, cosa que no logró, porque la noche estaba siendo muy fría o eso creía ella, remplazar el abrazo de una persona por el de una almohada era el símbolo de que había perdido, intentó conservar y recordar el olor de Yuzu en ella, el olor hubiese sido más intenso y duradero si solo la hubiese usado el último mes, esa noche casi no pudo pegar un ojo por toda la noche, y cuando al  fin lo hizo, fue despertada por nadie, nadie la despertó con mimos cariñosos como hubiese esperado, nadie le sirvió un delicioso desayuno, nadie le sirvió la comida ni la cena, no era que tuviese apetito y quisiera levantarse de la cama, pero simplemente se había acabado todo, jamás se dio cuenta de que las cosas se iban poniendo mal hasta que ahora extrañaba su sonrisa, estaba perdida ya que su vida dependía de ella porque ella era su vida, fueron las peores 24 primeras horas.

Los días iban pasando y las cosas empezaban a tornarse rutinarias que las únicas veces que salía de la cama era para ir a la cocina por algo de comer o para ir al baño y llorar por un par de horas.

Cuando las vacaciones acabaron tuvo que cambiar su rutina, y no era lo único que había cambiado, su cuerpo era más pálido porque no había salido al sol, las ojeras que marcaban su rostro, incluso estaba más delgada, cuando llegó quiso correr al campus de la rubia para poder mirarla, hablar con ella, pedir perdón y que regresara con ella a casa, pero simplemente decirse a sí misma que ella no era suficiente como para cuidar adecuadamente de Yuzu, tratarla y amarla como se merece y que ya nunca más podría hablarle porque se lo había prohibido eran suficientes razones para aguantar sus ganas de correr hacia ella, la rubia tomó su decisión y por mucho que le costase tenía que apegarse a ella puesto que Aihara Mei ya había decidido primero sobre su relación y ahora ella también.

Muy pocas veces pudo mirarla por casualidad y las otras veces intentaba hacerlo en modo espía, hasta que un día Yuzu simplemente dejó de asistir y ya no supo más de ella, ni siquiera por parte de su madre y padre quienes también la habían mirado con decepción cuando los visitó al mes siguiente que Yuzu dejó de ir a la Universidad con la esperanza de encontrarla allí y mirarla.

No había muchas opciones en fuente de información, sus amigas no le dirían dónde ella se encontraba, estaba segura que también la odiaban, lo único que sus padres le dijeron fue porque estaba desesperada por saber de ella; era que había salido del país para estar con su familia, y aunque preguntó dónde era le negaron la respuesta ya que Yuzu se los había pedido y hecho prometer.

Como En Las VegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora