No creo en ti

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Ya sé que no tengo excusas por haberme tardado tanto, de todas formas no quería dar una, cuidense mucho, los quiero.
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Frio, todo se sentía frio y monótono, no podía hacer nada puesto que ella misma había causado esa situación, era muy raro que se sintiera en esa forma, nunca estando a su lado se había sentido tan sola abandonada y arrepentida, tenía a su mujer durmiendo lo más lejos que podía de ella dándole la espalda, en pocas ocasiones había pensado que la cama que compartían era demasiadamente grande, pero en esta noche lo hacía ya que había un enorme hueco entre ambas, uno que nunca pensó que fuese a existir, uno que deseaba que jamás se hubiese formado, pero allí estaba ella misma también dándole la espalda y recostada en la orilla de la cama, quería que ese hueco se deshiciese, quería que la abrazaran como su mujer solía hacerlo cuando estaban bien.

Durante su matrimonio habían tenido desacuerdos y discusiones que también le habían hecho dormir en lados opuestos, pero esto sin duda no tenía comparación con la de esa noche y no lo soportaba, así que prefería llorar por lo que había provocado en su relación, llorar en silencio solo podía hacer eso y preguntarse así misma ¿por qué no lo había notado antes?, se había arruinado así misma y con ello arruinado lo que más ama.

Cuando amaneciera las cosas cambiarían para Mei y sólo le quedaría aceptar la decisión de Yuzu y aprender a vivir con ella y sin ella, las cosas se habían jodido hasta el punto de robarle el sueño y que derramara lágrimas de esos violetas heridos.

Pero ¿qué había pasado para que estuviera en esa situación?, digamos que fue gracias a malas decisiones y malos entendidos, iniciemos desde no tan en el principio.

El tiempo había pasado demasiado rápido y el día más ansiado para ambas había llegado, el día que ambas desfilarían por un pasillo vestidas de blanco para unir eternamente sus almas y espíritus ante los ojos de Dios una vez dicho el “sí acepto”, ése día, había sido uno de los mejores en la vida de ambas, iba  a ser una fecha que iba  a quedar grabada en la memoria y piel de ambas que no solo unieron sus almas, sino que también dieron rienda suelta a la pasión que solían sentir y por primera vez sus cuerpos se conocieron, hablaron por sí solos y el sello de pertenecerse por siempre había sido completado.

En su luna de miel siguieron reafirmando y firmando su contrato de pertenecerse en cuerpo y alma, todo era tan especial, cuando la luna de miel acabó regresaron a su vida rutinaria que no había cambiado tanto pero al fin de cuentas lo había hecho, ahora eran dueñas de un departamento  el cual sería testigo del verdadero amor, tenía un hogar uno el cual estaban formando, uno al cual siempre podrían regresar y relajarse después de haber tenido un mal día.

Durante su etapa de universitarias cada una había tenido una carrera diferente y en el transcurso del tiempo los pretendientes se hicieron presentes para ambas que al final terminaban rechazando porque no los iban a necesitar ya que se tenían una  ala otra, eso había causado celos e inseguridades por parte de ambas, inclusive un par de discusiones entre ambas,  pero al final del día siempre estaban juntas como el par de enamoradas que eran.

Cuando acabaron la universidad a cada una se le organizó una cena obviamente en fechas diferentes ya que pertenecían a diferentes especialidades, en donde asistieron únicamente amigos y familia para celebrar su gran logro.

Al paso del tiempo ambas consiguieron trabajo, pero la rubia iba escalando por su propia cuenta, y Mei empezaba ausentarse de su hogar por ir a juntas directivas fuera del país, pero la que más pasaba fuera de su hogar era la rubia, al principio dejaba a su mujer por temporadas cortas, pero conforme iba en ascenso las temporadas fueron haciéndose cada vez más y más largos, casi una eternidad para quienes realmente amaban.

Como En Las VegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora