Capítulo 31

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Era comienzos de septiembre, mi estación favorita del año comenzaba en este mes, otoño. Era cuando la temperatura bajaba a una más templada y los días se volvían más cortos, esos eran los días donde más ganas por escribir me daban porque la inspiración llegaba como si nada, solo estaba ahí esperando a que la plasmara en un par de hojas.

Era miércoles, había tenido la oportunidad de salir al patio del hospital con Ailian y Lloyd, ambos estaban emocionados por salir conmigo a dar un paseo.

Mejore bastante de salud o eso decían los doctores. Había insistido tanto a los médicos para que me dejarán dar un paseo que sin duda alguna aceptaron casi de inmediato. O bueno, quizá les dije que si me moría la próxima semana vendría a cobrar venganza.

A Ailian no le gustaba otoño, pero era porque por las mañanas y noches se sentía un poco frío y a Lloyd le era indiferente la estación del año. No entendía cómo podía no gustarles o parecerles una más del montón ¡Era otoño, por dios! Aunque supongo que lo que para ti es una maravilla, para otros es algo normal o sin importancia.

—¡Venga Ibbie, corre! —gritó Ailian más adelante de nosotros.

Quise reírme cuando me animo a correr cuando tenía el porta sueros conmigo.

—Te recuerdo que no puedo correr, rubia, creo que desde que te teñiste el cabello a rubio hace que el oxígeno no te llegue al cerebro.

Ambas rompimos en carcajadas.

Al mirar a mi lado observé la risita divertida de Lloyd, miraba al frente así que lo único que podía apreciar de él era su perfil y era preciosa la vista.

Llegamos a unas bancas en dónde nos sentamos los tres, yo en medio, Ailian a mí derecha y Lloyd del otro lado.

—¿Qué harás cuando salgas del hospital? —preguntó él, observandome.

Desvíe mi mirada de la suya para ponerla enfrente y poder mirar a un par de niños jugar.

De alguna manera su pregunta me tomo desprevenida, ciertamente no me lo esperaba. Lo pensé un momento.

—Terminar el instituto y estudiar medicina, quiero ayudar a personas que estén pasando por el mismo proceso que yo y decirles que no todo está perdido porque yo seré el claro ejemplo de que todo se puede lograr —suspiré—. Y, y también quiero viajar a Suiza.

—Eso es ¡Oh dios! Tan de anciana, pero te apoyo completamente, querida amiga —dramatizó Ailian.

Empujé a Ailian con mi hombro de manera juguetona. Lloyd pasó un brazo por mis hombros acercándome a él y yo recargue mi cabeza en su hombro. En ese momento Ailian hizo cara de espantó y de un salto se levantó de la banca.

—Este... Eh, yo iré a por un jugo ¿Ustedes quieren algo? ¿No? ¿Nada? ¿Seguros? ¡De acuerdo, ya vuelvo!

Y se fue, yo sí quería un jugo.

Nos mantuvimos en silencio hasta que él habló:

—¿Puedo ir?

—¿A dónde? —pregunté extrañada.

—A Suiza, contigo.

Mi corazón latio y sentí una calidez que me llenó el pecho.

—Por supuesto, hemos dicho desde pequeños que iríamos juntos.

Levanté la cabeza mirándolo, él me miró de regreso y me contempló como si quisiera guardar cada facción o expresión de mi rostro en su memoria.

Y me besó, al principio solo mantuvo sus labios pegados a los míos para después comenzar a moverlos de manera lenta y suave, mandando una corriente eléctrica por todo mi cuerpo. Lo tomé del cuello, enredando mis dedos en su cabello.

It'll Be Okay, Lloyd ©| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora