Capítulo 26

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Ailian se había aparecido en mi habitación vistiendo un lindo vestido y el cabello arreglado, estaba un poco maquillada y joder, iba preciosa. Se me vino a la cabeza que quizá tendría alguna cita, pero ¿Quién sería el afortunado de tal privilegio? Definitivamente tenía que preguntarle a como diera lugar.

—Dueña de mi oscuro corazón, ¿Cómo te tratan los médicos pedorros?

Entró tirandome besos a diestra y siniestra, reí ante su comentario.

—Supongo que bien, son amables y buenas personas conmigo.

—Me alegro que te traten como te mereces, pero para tu fortuna yo he venido a alegrarte el día más de lo que tu padre o la madre de Lloyd lo harían.

—¿Por qué tan arreglada?

Inmediatamente ella se sonrojo, dios mío, ¡Se sonrojo Ailian! Era un bendito milagro.

—Voy a salir con Ancel...

Quedé boquiabierta al escuchar el nombre del susodicho. ¿Ailian y Ancel saliendo? Me esperaba cualquier cosa, menos eso.

—... De hecho, él quería venir a ver cómo estabas, pero su madre lo obligó a acompañarla a comprar ropa, pero te manda saludos.

—Que amable de su parte —la miré con una sonrisa, realmente se veía radiante—. Así que Ancel, ¿Eh?

—Sí, en realidad solo sucedió.

Cuando ella iba a continuar hablando entró la Señora Heinrich a la habitación platicando sobre sus famosas galletas de avena, totalmente distraída, cuando se dió cuenta de la presencia de mi mejor amiga se disculpó por interrumpir.

—No se preocupe, igualmente yo ya debo irme —Se acercó hasta a mí estrujandome entre sus brazos para seguido susurrar en mi oído—. Cuando terminé mi cita vendré a verte y me tendrás como garrapata hasta que la hora de visita acabé, ¿Entendiste señorita?

Yo asentí sintiéndome muy bien y emocionada por ella.

Salió de la habitación dando saltitos.

Ahí fue cuando regresé a mi realidad.

Recibiría quimioterapia de inducción para poder erradicar la enfermedad y si todo sale bien, puede que sea dada de alta en seis meses más.

Hoy tendría mi primera sesión de quimioterapia, estaba nerviosa ¿me doleria? Iba vestida con ropa de hospital, me hacía sentir enferma y la comida era un asco, prefería comerme un perro muerto. Eso si, constantemente me dolían las articulaciones y me sentía tan cansada que solo quería regresar a la cama y dormir.

Sentía las caricias de la señora Heinrich en mi cabeza, se sentía tan bien.

Papá permaneció del otro lado hablando con el médico, Lloyd estaba en clases y era semana de exámenes para él, por lo mismo casi lo obligué a asistir aunque no quisiera. Él no tenía por qué posponer sus compromisos o estudios por venir a verme, yo no quería ser una interrupción en su vida cotidiana y no pensaba hacerlo.

It'll Be Okay, Lloyd ©| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora