➵ Capítulo 37

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[Maratón 2/3]


—Enterraste a Yerin junto a tu padre.

—¿Y dónde más lo haría?

La dura voz de Hangyul envió un escalofrío por la espina dorsal de la mujer, pero no se volteó a mirar a su hijo, sino que siguió viendo las dos tumbas, una más antigua que la otra. La del padre de Hangyul estaba un poco desgastada, con sólo un ramo de flores, pero la de Yerin...

Para Hangyul, Yerin había sido como una flor, por lo que haría que su tumba siempre estuviera rodeada de miles de flores.

La mujer dejó el ramillete de rosas que compró sobre la tumba de su hija para luego dejar el de claveles sobre su exesposo.

—Hangyulie...

—¿Cuándo vas a irte? —le interrumpió Hangyul desviando la vista, sin querer mirar a su madre a los ojos.

Hyojung puso una expresión triste, queriendo acerca a Hangyul contra ella y darle un abrazo como cuando era pequeño, revolverle el cabello para luego decirle que todo estaría bien, que mamá lo iba a cuidar siempre.

Recordaba la sonrisita que Hangyul ponía siempre, transmitiendo tanta felicidad con ese simple gesto, y se lamentó no poder verla nunca más. Se lamentó por ver tanto dolor en los ojos de Hangyul y sólo una mueca incómoda en su rostro.

—Quiero hablar contigo, hijo.

—No —Hangyul retrocedió, negando con la cabeza— No me llames así. No tienes el derecho para hacerlo.

—Bebé...

—Nos abandonaste —la voz de Hangyul se quebró— Dejaste a papá, desapareciste de un día para otro, no diste ninguna señal de vida. ¿Sabes lo horrible que fue?

Hangyul se recordaba a sí mismo a la edad de cinco años, las primeras semanas que su mamá ya no estaba, yendo a la ventanita del comedor a asomarse, esperando que un día ella apareciera por la calle, sonriendo, preguntándole cómo estaba. Y Hangyul sólo la abrazaría, diciéndole que la extraño mucho, sin importarle que hubiera estado lejos tanto tiempo.

Pero Yerin, mayor que él, se había dado cuenta de que su madre no volvería, y cada día le decía que se alejara de la ventana, que Hyojung no iba a regresar. Sin embargo, Hangyul era terco, y estuvo mirando por la ventana cada día hasta que fue la segunda Navidad sin mamá, y papá llego borracho, llorando, lamentando que su esposa no estuviera con ellos.

Hangyul había tenido tanto miedo de su padre que no le quedó más que asumir que su mamá nunca iba a regresar.

—¿Por qué volviste? —susurró Hangyul.

Los labios de la mujer temblaron.

—Porque quiero llevarte conmigo.

Hangyul se volteó con expresión sorprendida.

—¿Qué?

—Yo... —Hyojung puso una expresión de vergüenza— Cuando tu padre murió, Hangyulie, Yerin se contactó conmigo.

Hangyul abrió la boca, aturdido, sin poder creer un poco lo que su madre estaba diciendo. Quiso protestar, reclamar, quejarse, pero ninguna palabra salía de su boca.

—Ella me dijo que... que si algo llegaba a pasarle, tenía que prometerle que debía hacerme cargo de ti, que era la única forma de... de redimirme con ustedes —los ojos de Hyojung se llenaron de lágrimas— Quería llevarlos conmigo a Osaka, donde...

—¿Osaka? ¿Japón? —de pronto, Hangyul sintió como se quedaba sin aire, como algo dentro de él se removía.

—Cuando me divorcié de tu padre, yo... conocí a otro hombre —Hangyul sintió su estómago revuelto— Nos casamos unos años después y nos mudamos a Osaka. Luego de que su padre muriera, quería que ustedes se fueran conmigo, que vivieran con nosotros y sus medios hermanos-

—Espera, espera —Hangyul sintió que iba a vomitar, de eso estaba seguro— Me estás diciendo que... que nos abandonaste. Conociste a otro hombre con el que formaste una familia. ¿Y no abandonaste a sus hijos como hiciste con nosotros? —de pronto, comenzó a reírse de forma histérica, aturdido, dolido, sin poder creerlo un poco— ¿Por qué? ¡POR QUÉ!

—Nunca quise a tu padre, Hangyul —Hyojung comenzó a llorar— Nunca quise hijos con él, pero... pero Yerin fue un accidente, y luego llegaste tú, y no podía... no podía seguir con tu padre...

Hangyul necesitaba que alguien lo abrazara, que alguien lo sostuviera en ese momento, que alguien le dijera que todo estaría bien aunque fuera una vil mentira.

Alguien como Seungyoun.

Sus manos temblaron, buscando marcar su número, pedirle perdón, rogar para que fuera a buscarlo y lo abrazara como nunca lo había hecho antes, pero entonces recordó el dolor en los ojos de su gatito, el dolor que le causó, y se dijo que quizás, sólo quizás, se merecía todo ese dolor que estaba sintiendo ahora. 

—Pero su padre murió y yo quería que fueran conmigo porque ustedes no tenían la culpa de nada —prosiguió su mamá tratando de tranquilizarse— Sin embargo, Yerin me dijo que no, que ustedes estaban bien sin mi ayuda, y sólo cuando... sólo cuando ella muriera, podías decidir si venir conmigo o no —Hyojung dio un paso, temblorosa— Ven conmigo a Osaka, Hangyulie bebé.

Que lo llamara así lo quebró por completo.

Ignorando sus llamados, se giró y salió corriendo del cementerio, sintiendo sus mejillas encharcadas, sus ojos llenos de lágrimas, su corazón roto.

 Corrió, corrió y corrió ignorando que estaba cansado, que su corazón dolía.

Lo único que necesitaba era un abrazo.

Tocó la puerta de la casa, y cuando Yohan abrió con expresión aturdida, se derrumbó por completo.

Y Yohan no preguntó nada, sólo lo abrazó, queriendo calmar el destrozado llanto de su mejor amigo.

Novio de alquiler ♡ | SEUNGYULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora