Semidioses en Hogwarts

22.- Arregla tus diferencias y ya empezamos con los sueños raros

Harry

Unos cuantos del gigante grupo de semidioses que llegaron a la escena del crimen junto a Hermione, Ron (que llegaron algo tarde para presenciar el "espectáculo"), Ginny, Verena y Luna, nos llevaron a rastras en dirección al castillo. Ambos íbamos en completo silencio mirándonos de vez en cuando con una expresión no amigable.

Era un hecho que la situación hubiese estado bien si no había semejante pelea. Percy estaba completamente inmaculado pues, el agua de alguna manera lo curaba; sin embargo, yo no tenía poderes curativos de ese modo, mi poder curativo era la enfermería en todo caso. Tenía unos cortes que no paraban de sangrar, mi cabeza no dejaba de dar vueltas y aún tosía sacando agua de mi organismo como si me hubiese revolcado una ola en la playa, aunque oh esperen, eso fue exactamente lo que pasó, sólo que multiplicado por cien y en un lago.

No pasó mucho hasta que al llegar los prefectos nos guiaron a lo que sería nuestro segundo castigo, el cual comparándolo a lado de recoger caca de hipogrifo, se veía diez veces peor.

—¡Por culpa de los dos, nos bajaron 70 puntos, estamos lejos de ganar la copa de las casas y recién estamos en el primer mes de clases!—, refunfuñó la chica de cabello azabache. No pude evitar sentirme mal pues, realmente había olvidado la fea sensación de ver como tu orgullo iba para abajo. Me preguntaba quién iría en primer puesto ahora.

Vi el rostro de Percy, quien ahora parecía igual de arrepentido que yo al escuchar eso; se veía bastante sumido en sus pensamientos. Volví a mirar el suelo antes de que demos una parada por la enfermería donde Madam Pomfrey se dedicó a curarme no con mucho cariño.

Una vez cerradas mis heridas, no pasó mucho hasta que con odio nos llevaron a las cocinas que se encontraban cerca a Hufflepuff como si fuéramos presidiarios, culpables de un crimen de bajar puntos a la casa. No sin antes girar hacia atrás cada cinco minutos al sentir que alguien nos seguía, alejé el pensamiento de mi mente, en Hogwarts habían fantasmas por los cuales incluso podías llegar a sentirte vigilado; no era algo del otro mundo y si no era un fantasma quién iba atrás nuestro, probablemente un niño curioso.

Normalmente cuando una persona tiene que hacerle cosquillas a una pera para entrar a la cocina, se ríe con ella. Más la chica que nos llevaba tenía ni una sola sonrisa cuando la pera se convirtió en una manija para abrirla como una puerta.

El lugar era tal y como lo recordaba, una habitación gigantesca de techos altos con mesas idénticas a las del Gran Comedor. Del mismo modo no faltaban las grandes ollas y sartenes apiladas alrededor de las paredes de piedra. La leña ardía en la chimenea generando un calor reconfortante al ambiente.

Al entrar no pudimos más que ver a muchos elfos, todos con orejas de murciélago grandes y trabajando contentos. Uno que otro se desesperó con nuestra presencia (para no generalizar a la gran mayoría), que nos dirigían miradas nerviosas y algo temerosas como el que una vez conocí en segundo año. Ya me había topado con estos elfos antes.

La chica que nos trajo sacó su varita y nos apuntó a cada uno, y sin pronunciar un hechizo sentí como algo pesado me atrapaba. Como si estuviese con cadenas pero que no se podían ver.

—Ahora, se quedarán hasta que arreglen sus diferencias y sólo así se romperán el hechizo. No me importa que seas Harry Potter y tú —, señaló a Percy —hijo de quien digas ser, si se tienen que quedar el resto del año—, hizo una pequeña pausa dramática inhalando como para tranquilizar a ella misma —no me importa—.

Viendo desde otro panorama pude sentir que ambos la veíamos con cara de asustados o cachorros después de hacer popo en tu alfombra.

Adoro las referencias de cachorros.