Tan azul como el mismo cielo. Tan verde como el follaje de las hojas. Tan rojo como el mismo fuego. Tan dulce como la miel. Tan blanca como la nieve. Tan frágil como la vida.
Tan perfecta e imperfecta. Así eres… así somos y eso, sin importar la casta, nunca cambiará.
…
La calidez en medio de una brisa refrescante, la sensación de ser aprisionada por un par de brazos protectores, sentir el aliento sabor menta y miel, oler aquella esencia a las mismas flores, el cuero y las especies… todo esto, aunado a que aun en sus más íntimos sueños la misma mirada roja del demonio nocturno la asechaba continuamente, desconcertaron de manera repentina a Hinata.
Se sentía tan ligera y fatigada, era como si estuviera flotando en medio de aguas termales. De hecho, la sensación era tan embriagante que su cuerpo, tenso en una posición se movió en medio de aquella acuosa sensación trayéndola por consiguiente al mundo real.
Un calor abrasador y al mismo tiempo confortante se apoderó de ella cuando, tras abrir cuidadosamente sus ojos lo primero que vio fue su pecho desnudo envuelto de agua y a su vez, debajo de éste dos brazos que le abrazaban confortantes en su abdomen. Por un instante pensó que eran los propios pero entonces la idea cambio cuando se dio cuenta que estaba recostada sobre algo, o mejor dicho, alguien. Reconoció el vaivén de un pecho que iba y venía con la ventilación mecánica natural, así como el latir de un corazón. Se sonrojó terriblemente y después parpadeó varias veces para aclarar su vista, puesto que el vapor y la somnolencia no le dejaba reaccionar del todo.
Hinata se removió asustada de un lado a otro, haciendo uso de la fuerza interior que le quedaba tras tal evento fisiológico y jadeó al sentir que era apresada con mayor firmeza. Gimió llena de pánico e intentó patear y arañar a la persona que le sostenía, escuchó un jadeo masculino y sintió un escalofrió en su espina dorsal.
—Oh, tranquila, tranquila. – le dijo serenamente aquel hombre y eso sólo la mortificó más.
—No, por favor… - tomó los antebrazos del sujeto e intentó sacárselo de encima, quiso morir de vergüenza cuando comprendió que estaba completamente desnuda.
—Espera, no te esfuerces. – los brazos del muchacho liberaron su abdomen y la tomaron de los brazos, inmovilizándola con una fuerza superior. —Hinata, tranquila. – esta vez fue un regaño y al escucharlo decir su nombre en sus labios la desarmó, dejándole paralizada. Retuvo la respiración y ésta se hizo dificultosa.
Naruto sonrió, al menos había logrado dejarla quieta.
—Por favor, suélteme. – pidió en un susurro y él le concedió su deseo. La libero lentamente.
—Promete que no gritarás. – pidió antes de sacarle por completo los dedos de encima. —Promételo. – repitió para asegurarse.
—Es-Está bien… - tembló ante la orden.
—Muy bien. – la dejó totalmente libre y ella se separó de él como si le quemara.
Cuando se dio vuelta en la tina llena de agua dulce y caliente, se encontró con la imagen de un joven de piel bronceada, cabellera rubia, ojos vendados y vestido con ropas de fino gusto. Se cubrió sus pechos sin importarle que estuviera ciego y tragó saliva cuando comprobó que la cabeza volvía a dolerle.
—¿No te has ido, o si? – a pesar de que Naruto podía sentirla, no quería pensar que se había desmayado de nuevo. Hinata estaba tan callada que lo parecía.
—No. – ella titubeó cuando habló. —¿Quién… Quién eres? – su voz sonaba tan insegura que terminó por conmoverlo.
—Me llamo Naruto. – dijo sin más, sentándose en forma de loto y cruzándose los brazos en medio del agua. —Mucho gusto.

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Dynasty
FanfictionSpoiler : Cuando un demonio desea a una mujer no descansará hasta tenerla, es simple pero cierto. Pero, ¿Acaso esos ojos rojos que la visitaban cada noche querían decir que...? Hinata miró su vientre y después acarició el pelaje del zorro. En una di...