Hinata jadeó dolorosamente cuando cayó de rodillas en la dura grava, mas se levantó inmediatamente cuando sintió aquel escalofrió malévolo en su espalda, miró hacia atrás y tal como sospechaba de las sombras emergían aquellos ojos rojos que podían ver lo más profundo de su alma. Quiso correr pero grandes pilares de fuego obstruyeron su huida, los gruñidos se transformaron en jadeos, las pisadas se hicieron colosales y una cortina nebulosa de humo con olor a menta y miel la atormentaron.
De pronto una silueta gigantesca se posó sobre ella y una gota de saliva la cual era capaz de carcomer su ropa le cayó en su hombro.
—Hinata. – su voz bestial la llamó con lujuria. —Eres mía.
—No. – susurró aterrada e intentó escapar, pero tan pronto como lo pensó sus pies se clavaron en el suelo.
—Hinata… - la pastosidad de aquella exhalación la dejó perpleja. —Mi princesa… - frente a ella se coloreó una zarpa de grandes garras, su cuerpo tembló por completo.
—¡No! – gritó.
…
La chica abrió los ojos asustada cuando logró salir de aquella pesadilla. Ya era de día y la luz, aunque parda, reinaba en la superficie terrestre. Se frotó la cara con cuidado y respiró con tranquilidad. Tenía mucho tiempo que ya no soñaba con aquel demonio, tanto, que incluso le parecía sólo un recuerdo efímero, pero ahora, repentinamente, sus miedos se habían avivado más que nunca.
Le levantó con cuidado y una vez de pie contempló su propia figura, ninguna expresión notable adornó su rostro al contemplar su vientre de cuatro meses de embarazo. Era una barriga redondita y pequeña pero evidente. Pasó una mano sobre su hijo no nato y una repentina calidez la adornó, tanto así, que la hizo sonreír.
—Buenos días. – susurró con voz baja.
—Hinata. – la voz de Naruto al otro lado de la habitación la llamó, mientras alejaba sus manos sorprendida.
—¿Sí?
—¿Vendrás a desayunar?
—Ya voy.
Con este día se cumplían tres meses bajo la protección de Naruto y simplemente las cosas iban de maravilla. El chico era muy atento con ella, siempre la mantenía cómoda, le traía cosas exóticas para cocinar como ciervos o plantas especiales, la llevaba de paseo e incluso le preparaba el baño. Era un hombre sumamente atento, a comparación de ella, que sólo estaba en su hogar sin nada que ofrecerle.
Pero como siempre, ambos desayunaron comentando ciertas cosas como el hermoso clima que venía, el canto de las cigarras, el árbol de melocotones y demás. Pero este día en especial, Hinata estaba muy callada y Naruto no lo pasó por alto.
—¿Sucede algo? – comían lo que la chica había preparado, pues tras dos meses de convivencia ella confesó que su comida en realidad le era insípida y un tanto mal cocida.
—Nada. – ella suavizó sus palabras para no preocuparlo.
—¿Tuviste un mal sueño? – el chico era más listo de lo que creía.
—No realmente. – lo cierto era que sí, pero no quería preocuparlo.
—¿Algo de lo que debiera…?
—No, Naruto-san, todo está bien. – interrumpió ella.
—Si tú lo dices. – terminó de sorber el caldo del rico ramen casero que Hinata había hecho. —Cielos, Hinata, ¿Cómo dices que se llama esto?
—Ramen.
—Es delicioso. – dijo lamiendo las comisuras de sus labios.
—Gracias. – se sonrojó levemente.
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Dynasty
FanfikceSpoiler : Cuando un demonio desea a una mujer no descansará hasta tenerla, es simple pero cierto. Pero, ¿Acaso esos ojos rojos que la visitaban cada noche querían decir que...? Hinata miró su vientre y después acarició el pelaje del zorro. En una di...