Capitulo 11:No pleitesía

625 63 7
                                    

La mañana llegó presurosa dado que Hinata había dormido muy poco. Paso, prácticamente, en vela dado que le era imposible dormir después de tan terrible noticia. No se separó de Hanabi en toda la mañana, incluso desayunaron juntas; o más bien, Hanabi comió en silencio, ayudada por su hermana. Hinata no había tocado su desayuno, simplemente porque no tenía apetito.

—Hermana. – Hanabi habló finalmente cuando ya no pudo resistir la curiosidad y la tensión.

—¿Sí? – Hinata estaba a su lado, veía los trastos de comida como si fuera lo más interesante que hubiese en el mundo. Su hermana menor ya había comido y ahora las sumergía un profundo silencio.

—¿No has comido nada?

—Sí, ya lo hice. – mintió.

—Por favor, one-san, podré estar ciega, pero no soy tonta. – reclamó en voz baja, siempre discreta en este asunto, pues intuía que si su padre o alguien no bienvenido en la conversación escuchaba un poco, seguro se armaría un revuelo entre el clan.

—Lo siento. – Hinata sintió que Hanabi buscaba su mano en medio de su ceguera. Ella le correspondió y la tomó entre la suya.

—Estás fría. – comentó al sentir sus dedos por debajo de su temperatura normal.

—¿Ah sí? – cuestionó Hinata, deprimida.

—Hinata. – rara vez Hanabi la llamaba por su nombre de pila, sólo en ocasiones importantes. —No sé por qué, pero siento que esta noticia te ha destrozado más de lo que sospecho. – respiró profundamente para darse ánimos y continuar. —Corrígeme si me equivoco pero… ¿Esto tiene que ver con…? Ya sabes. – dijo refiriéndose a su embarazo. En ocasiones, cuando nadie les veía, Hanabi le pedía a Hinata que le dejara acariciarle el vientre con sumo cuidado, temerosa de que algo malo pasara. Su hermana menor se había convertido, sin saberlo la pequeña, en el apoyo más importante de Hinata en la casa de la familia. Era la única que no le dedicaba miradas llenas de tristeza o lástima, así como molestia y rechazo por parte de los más viejos.

Era por eso que le gustaba estar con ella.

—Sí. – asintió también y apretó la mano de su hermana, ahí se dio cuenta que era algo que le estaba afectando en demasía.

—¿Qué fue, exactamente, de lo que te esteraste? – le era complicado preguntarle estas cosas, pues podía apostar a que Hinata no le agradaba mucho hablar de su victimario o de su estado.

—Él murió. –musitó, junto cuando creyó que no iba a responderle.

—¿Murió? – Hanabi repitió, insegura de haber escuchado correctamente. Luego sintió un apretó en su mano y eso lo confirmó. —Vaya. – suspiró, enterándose de que era algo más profundo de lo que imagino. —Hermana, ¿Tú lo querías, no es cierto? – de nuevo hubo otro silencio.

—Sí. – contestó Hinata, su voz sonaba muy nasal, probablemente estaría llorando.

—Entiendo. – Hanabi dejó salir el aire de sus pulmones. —Lo siento mucho. – le ofreció consuelo y su hermana simplemente pegó su frente al pecho de ella, recostándose a su lado y llorando en silencio. Hanabi le acarició la cabeza cuando la sintió sobre ella.

Lloró así un rato y no fue hasta que se tranquilizó que la mayor pudo desayunar.

Pasaron los días sin mayores precedentes. La vida de Hinata comenzó a avanzar de una forma monótona y rutinaria, en la que su embarazo era la parte central de toda actividad. Ahora con la confesión que le había hecho a Hanabi, la menor y ella se llevaban repentinamente mejor. Era como si se hubiese hecho un voto de confianza inquebrantable entre las dos. Incluso Hiashi se sentía extrañado por tal comportamiento.

DynastyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora