Capitulo 10: Dinastía de deberes

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Kakashi miró al pequeño Naruto mientras daba sus primeros pasos. Tan sólo tenía un año y el chico rubia iba y venía de aquí allá sin ninguna clase de prohibición. En medio de su letargo, Kakashi fue certero al impedir que el pequeño chocase contra una roca. Lo tomó en brazos y le acarició la cara con un dedo, a lo que el pequeño protestó molesto. Kakashi sonrió debajo de su máscara y lo dejó ir de nuevo.

—Kakashi-san. – fue interrumpido en medio de su descanso por una voz que ya conocía de antemano.

—Itachi, ¿Cómo estás? – el mayor de los hermanos Uchiha era sin duda una persona educada y llena de modales; pero también un sujeto misterioso que, según muchos, escondía su verdadera personalidad entre sombras de un pasado, presente y futuro hostil.

—Bien, ¿Está muy ocupado? – observó a Naruto, quien ahora jugueteaba con una mariposa.

—En realidad no. Naruto es muy travieso, pero creo poder con lo que se le ocurra a este pequeño. – sonrió enternecido, pues Naruto intentaba alcanzar al insecto dando pequeños saltitos.

—Es bueno oírlo. – Itachi se acercó a Naruto y lo tomó en brazos, el pequeño pataleó una vez que se vio privado del suelo, Uchiha simplemente rio ante su energía. —Es muy ruidoso. – había comenzado a llorar. —Sasuke es más tranquilo.

—¿Cómo está él? – Kakashi conocía la familia Uchiha dado que él había poseído una entrañable amistad con uno de sus miembros, el fallecido Uchiha Obito.

—Creciendo, es más inquieto cada vez, más curioso… pero no por ello menos cuidadoso. Es muy inteligente. – presumió Itachi, quien parecía convencido de que Sasuke era la octava maravilla del mundo.

—Realmente quieres a tu hermano, ¿Eh, Itachi?

—Sí, lo quiero. – dejó ir a Naruto. —Kakashi-san, es por esa razón que he venido a verle. – la confianza entre Itachi y Kakashi era muy cercana, por ello casi no usaban sufijos cuando se referían, no obstante, el hecho de que Itachi se comportara más amable de lo que generalmente era alertaba al veterano.

—Dime, Itachi, ¿Pasa algo malo?

—Papá murió. – dijo de pronto y Kakashi simplemente cerró los ojos con pesar.

—Lo lamento mucho.

Fugaku Uchiha y sus hijos eran los últimos que quedaban del clan, Mikoto, la madre de los hermanos, había muerto durante el parto de Sasuke y su padre, había sido herido mortalmente por un enemigo poderoso en un intento por proteger a su moribunda esposa y a sus hijos. Había durado bastante tiempo vivo, pero ciertamente agonizaba y el hecho de continuar día con día lo había gastado hasta que finalmente expiró.

—El enemigo que mató a papá ronda cerca de nosotros. – comentó Itachi con una flama en sus ojos, algo realmente tenebroso. —Temo que un día atrape a Sasuke. Yo puedo defenderlo, pero si yo llego a morir… entonces Sasuke…

—Entiendo. – Hatake miró a Naruto quien ahora jugaba con la tierra.

—Él está cerca de donde vivimos. – advirtió. —¿Puedo… contar con usted, Kakashi-san?

—De acuerdo. – casualmente no gustaba de hacer promesas de larga duración, pero debía decir que sí, por el honor de ambos.

—Gracias, Kakashi. – tras decir esto y charlar un poco más, Itachi se marchó.

Tres días después de esa reunión, Itachi desapareció sin dejar rastro mientras luchaba con el contrincante que había asesinado a su padre. Los rumores se extendían desde que Itachi había muerto a la par de aquel enemigo, otros que había huido tras ser herido gravemente, otra que simplemente había muerto y su cuerpo se perdía en las entrañas de la tierra. Fuese como fuese, Kakashi reconoció que Itachi había dejado a Sasuke solo y que la única forma de poder mantenerlo a salvo era que él se ocupara en persona del pequeño Uchiha.

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