Capitulo 11

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PATATA

En mi antigua escuela todos éramos amigos hasta que llegamos al instituto. Sin yo quererlo la sociedad jerárquica nos empezó a separar y a clasificar.

Mi amiga Arene y yo fuimos marginadas por los demás, y rápidamente nos hicimos "mejores amigas". Supongo que fue para escapar de nuestra mutua soledad.

A Arene todo eso de la jerarquía le daba igual, ella decía que conmigo le bastaba, que le daba igual que las demás nos ignorasen, y aunque yo le decía que a mí tampoco me importaba, por dentro algo me reconcomía. Pensé que ese sentimiento no duraría demasiado. Pero cuando por fin me arme de valor para hacerme una cuenta de Instagram no llegue ni a los 50 seguidores, mientras que las "populares" pasaban los 500. Paso lo que más me tenía, y el hecho de que yo y Arene éramos unas marginadas se volvió muy real y lo odiaba. Odiaba con toda mi alma toda esa sociedad que me rodeaba. Odiaba no destacar. Odiaba que los chicos no me dijesen eso piropos que las chicas decían odiar tanto. Odiaba que los chicos no me viesen como una chica. Odiaba solo poder hablar con una persona -por muy maja que fuera Arene-. Odiaba que cuando Arene se enfermaba – que era muchas veces- que yo me quedase sola, completamente sola.

Un día tuve que acompañar a Arene, a la casa de su tía, y a la noche su prima nos usó como excusa para poder salir de fiesta. En un momento me quede sola, perdida en aquel pueblo que nunca intente conocer, y ahí es cuando te vi- me miro- Bueno creo que eras tu. Estabas con algunos, y te envidie hasta no poder, porque con solo echarte un vistazo ya había visto que tenías todo lo que yo ansiaba tener. Después de verte, las poquísimas ganas que tenía para quedarme se quedaron en cero, asique cogí el tren y me dirigí a casa, pero por cosas del destino, te sentaste al lado mío con Rebeca.

Aunque tenía auriculares, baje el volumen para poder escucharte, y aunque vuestra conversación no fue gran cosa, al ver como hablabas, comprendí que ya no podía seguir anhelando tener amigos y quedarme sin hacer nada, "borrón y cuenta nueva" pensé. Tal vez no sabía perfectamente lo que significaba, pero decidí, empezar desde el principio. Y así tal vez en otra situación podría dirigirte la palabra, porque la verdad es que te quería conocer, pero pensé que nunca le dirigirías la palabra a una persona como a mí.

Dos días después, en clase, Arene volvió a enfermar. En el patio me senté en mi asiento, atrás de clase, y como siempre había un listilla que quiera meterse conmigo, para hacer entender a los demás pringados que ella hacia lo que quería, que ella estaba por encima de nosotros, y que nunca seriamos como ellas.

- ¿Me haces los deberes? - me pregunto, dejando su cuaderno en mi mesa. Yo no dije nada, y seguía a lo mío- ¿Qué te pasa, no está tu novia la camionera, que no sabe que es la cera, para comerte el coño? - ese comentario me ofendió.

- ¿y tú qué? ¿No te da el cabeza, ni para copiar tus deberes? ¿Solo te da la cabeza para, decir insultos homófobos y además mal dicho? Usa esas pocas neuronas para hacer los deberes- me reí- Creo que te he pedido demasiado, si quieres te dejare copiar. ¿O tampoco puedes hacer eso? - le eche una mirada fría, para que se enterase que yo no era la misma.

La clase es rio, y esa chica se fue avergonzada. Posteriormente, algunos vinieron a felicitarme. Luego en el comedor, me hablaron como si existiera y me sentí genial, más que con un 10 en cualquier examen.

Al día siguiente cuando Arene volvió, y cuando la iba a saludar, uno de mis nuevos amigos la insulto, y comprendí que ya no podía ser su amiga, y la chica que ayer me insulto se fue quedando cada vez más sola –aunque la ayude, humillándola -.

"Si alguien sube, otra tiene que bajar" Pensé. "Nadie me bajara..."

Después de eso, solo fue tiempo que la gente me empecé a conocer, y cuando llegue a los 600 seguidores en Instagram, olvide completamente a Ariane –aunque después de esos meses, que todos nosotros nos metíamos con ella, supongo que a ella le gusto que me olvidase de ella-.

Años después descubrí mi homosexualidad, y creo que fue cuando mis padres descubrieron su homofobia. Por muchas barbaridades que dijesen de los homosexuales pensé que cuando se enterasen que su hija era feliz siendo lo que era lo comprenderían, pero no fue así.

En el momento en el que me pillaron liándome con una amiga, me miraron con desprecio y siguieron su camino, me imagine que fue solo un susto que otra cosa, pero cuando llegue a casa...

Entre en casa, y nada más verme mi padre me dio tal bofetada, que me empujo a la pared. Me pidió una explicación, pero yo sin saber realmente porque estaba tan enfadado erre diciéndole que era lesbiana, y que me gustaban las chicas. Cegado de rabia y disgusto se desabrocho el cinturón. Recuerdo el primer golpe, sentía que ese dolor no era normal, y las lágrimas brotaron por sí solas, no me pude controlar. Le grité pidiendo explicaciones, pero el segundo golpe me hizo callar rápidamente, y me caí al suelo, pero él no paro... Seguía golpeándome, como si tratase de quitarme la homosexualidad a golpes, y los insultos no faltaron.

Cuando su cinturón se rompió, me escupió como si de un desecho tratase, y se fue quejando por la pérdida de su "valioso" cinturón. Mi madre apareció de la habitación de al lado, y me sentí traicionada, porque ella siempre estuvo al lado mío, pero esta vez, rezo por mí y se fue.

No sé cuánto tiempo me quede en aquella entrada, tirada en el suelo, llorando y con marcas de aquel cinturón que le había comprado a mi querido padre. Me levanté como pude, y con ganas de llorar todavía me metí en la cama.

Al día siguiente, me despertaron con agua congelada, con la excusa de que era tarde y que era hora de despertarme, me llamaron desde la sala y yo fui, con todo el cuerpo dolorido por la noche pasada, y tiritando del frió que tenía, me echaron una charla, diciendo que me ayudarían con mi enfermedad, mi madre no tardo en echarse a llorar cuando dije que la homosexualidad no era una enfermedad, y mi padre para llevarme al camino correcto, volvió a tratarme como la noche anterior y...

-Ya, ya...- me hizo callar, ya que iba a volver a llorar. Tiempo después me relaje y me aparte de Isoken, ella me miraba con una sonrisa, con un toque de tristeza, que me daba a entender que tanto en las buenas y en las malas estaría al lado mío. Me dio mi camiseta, y me la puse. Me sentía un poco avergonzada cuando la mire, ya que le había mojado bastante la camiseta. ¿Tanto había llorado? Creo que me había pasado, supongo que ella había venido para estar tranquila, y voy yo y estallo, no tuvo otra opción que consolarme. Me empecé a sentir mal.

-L-losiento, no era mi intención...

-Tranquila, no pasa nada- se sentó, y me miro de arriba abajo- no hace falta pedir perdón por tener emociones. - Cuando me lo dijo, me sentí aliviada y con ganas de contarle todo sobre mi –porque sentía que era lo que necesitaba después de lo de mis padres- Además confiaba en Isoken, y tal vez ella sería la amiga que tanto tiempo estaba esperando tener. Quería seguir contando que había pasado.

- ¿Te sientes mal, por Arene? - me pregunto Isoken 

What won't be saidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora