Capítulo 18| Un motor llamado corazón

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— ¡Pero Cedric no has tocado el desayuno! — me levanté de la mesa sin siquiera esperar un minuto más, necesitaba hablar con Alanís de inmediato.

— No tengo hambre, los analgésicos me han cerrado el apetito.

— ¡Deja de caminar rápidamente! ¡Aún estás de reposo!— mamá prácticamente gritó desde el comedor una vez que salí de allí dirigiéndome a la habitación de Alanís. Si bien aún no podía mover del todo brazo izquierdo por la escayola que tenía puesta y la herida, eso no me impedía poder caminar rápidamente.

— Jessi ¿nos dejas un momento por favor? — ingresé a la habitación dejándolas sorprendidas ante mi repentino pedido.

— De acuerdo... — Jessi me observó dudosa pero luego se retiró dejándome a solas con Alanís.

— Necesitamos hablar, yo... Lo siento. Recién ahora me doy cuenta, no había pensado en ello, fui un irres-

— ¿Te sientes bien? ¿Es tu herida? — ¿cómo se lo diría? ¡Dios! ¡Qué estúpido fui!

— No, no, yo estoy bien. Pero me he dado cuenta de que fui ¡un completo estúpido!

— ¿De qué... ¿De qué hablas? ¿Por qué estás tan nervioso? No te entiendo.

— Alanís ¿cuando fue tu última regla?— la tomé del brazo, estaba angustiado, desesperado, ¡¿cómo fui tan idiota para no cuidarla?! ¡Para no cuidarnos!

— Cedric ¿qué haces? Suéltame, no entiendo absolutamente nada. Entras aquí, nervioso y luego pre-

— ¡Sólo dímelo!— elevé un poco mi tono de voz ante la desesperación y realicé un movimiento indebido con el hombro. Alanís retrocedió mientras un dolor invadió en todo mi brazo— Sólo dímelo, necesito saber. La última vez... La última vez que estuvimos juntos, yo... No me protegí, no tomé la precaución debida, lo había olvidado. Me dejé llevar, te necesitaba, te quería conmigo y no fui responsable. Al día siguiente lo olvidé por completo, lo olvidé Alanís.

— La regla debió llegarme la semana pasada, no le di importancia. Pues creo que sólo se trata de algún desajuste hormonal, no... yo no... Yo no sabía... No había pensado en eso— se sentó sobre la cama completamente angustiada. Intenté pasar del dolor en mi brazo y continué hablándole.

— Tenemos que ir al doctor ahora, Alanís— me observó con los ojos acuosos y simplemente asintió sin decir nada— Creo...— aclaré la garganta y continué hablando— Te espero abajo, diré que ambos iremos a consulta para no preocupar a nadie.

      *** minutos después ***

¿ Qu- Qué haremos si resulta que estoy embarazada?— nos encontrábamos camino al hospital dónde Erwin trabaja, Alanís estrujaba sus manos nerviosamente. Aún es muy joven para esto, apenas está iniciando su carrera profesional, hemos pasado por tanto que nos merecemos ser felices y un hijo sería una bendición pero... Tal vez en otras circunstancias, en otro momento ¡carajo! Ni yo estoy seguro de lo que haremos— ¿ No lo quieres? ¿Si estuviera embarazada no querrías a nuestro hijo?

— No digas eso, no es así.

— Entonces no te entiendo, no entiendo por qué estás tan nervioso ¿por qué actúas como si la posibilidad de ser padres fuese algo malo?— Llegamos al hospital y sin responder a su pregunta al terminar de estacionar, nos bajamos e ingresamos para luego aguardar a Erwin. A Alanís se le escapó un par de lágrimas pero inmediatamente las secó con sus manos, no me miraba ni hablaba. Me acerqué poniéndome en cuclillas frente a ella tomando su mano izquierda con mi brazo sano.

— Perdóname mi amor, por favor perdóname. No es lo que piensas, o lo que haya hecho yo para que sientas que no quiero un hijo contigo. Es sólo que... Estoy asustado, te amo Alanís, te amo con toda el alma. Y sería el hombre más feliz del mundo si tú tuvieras un hijo mío. Pero siento que le fallé a John, sobre todo a ti. Tu vida apenas está comenzando, iniciaste tu carrera profesional, has superado pruebas difíciles, todo fue uno tras otro que... Que me da terror pensar que por mi culpa no puedas cumplir todos tus sueños, no puedas iniciar tu vida, lograr tus metas... Perdóname mi amor, es mi culpa, debí de ser responsable y cuidarnos— me levanté para luego sentarme a su lado y dejar un beso sobre su frente. Ella no podía contener sus lágrimas y eso me estaba matando, era mi culpa que estuviera así.

Únicamente Mía ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora