Epílogo

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*** Cinco años más tarde***

— Hey campeón ¿qué pasa?— Alan acababa de cumplir cinco años y hace poco había comenzado a ir al pre-escolar junto con su primito Marcell. Hijo de Jessi y Alessandro. Como ambos sólo tenían dos meses de diferencia pudieron coincidir en el año escolar y sus madres estaban más que felices por ese motivo.

— Un señor se le quedó mirando a mami— Alanís y Alan habían ido al supermercado según la nota que había encontrado pegada al refrigerador cuando llegué. El trabajo en la empresa estos días han sido muy pesado y eso que de vez en cuando John, aún me ayuda con algunos trámites. Alan tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido.

— Hola mi amor— Alanís ingresó con un par de bolsas en la mano y luego las dejó sobre la encimera para darme un pequeño beso.

— Hola cariño, ¿cómo es eso de que un señor se quedó mirándote?— Ella sonreía negando y luego comenzó a sacar las frutas y verduras de las bolsas para ir guardando en la heladera mientras que Alan respondía a mi pregunta.

— Si, quiso acercarse a mami y eso no me gustó —Alanís dejó escapar un suspiro para luego dejar lo que hacía y acercarse a Alan. Le pidió que se sentara en la silla y ella lo hizo a su lado.

— Mi cielo, lo que hiciste no estuvo bien. Ese señor sólo fue amable, me ayudó a levantar las cosas del suelo.

— ¡No! Yo te iba a ayudar mami. Ese señor sólo te estaba mirando como si fueras un helado de chocolate— ¡rayos! Mala mía, una vez le había dicho a Alan que si alguien miraba más de la cuenta a su mamá no dejará que se le acercara. Èl me había preguntado qué cómo se daría cuenta de eso y no se me ocurrió mejor cosa que preguntarle que le gustaba más, me había dicho que el helado de chocolate y que cuando ve un helado de ese sabor era como si sus ojos no pudieran despegarse del helado. Entonces fue el ejemplo se me ocurrió dárselo.

— ¿Cómo un helado de chocolate?— preguntó confundida ante las referencias de nuestro hijo y el le contestó aún celoso de lo ocurrido.

— Si mami, ¡ese señor lo hacía así!

— No lo entiendo cariño. ¿Como es eso de que me miraba como a un helado de chocolate? No debiste darle una patada en la pierna. Ese señor sólo quería ayudarnos, lo que hiciste estuvo mal.

— Yo sólo quería cuidarte mami. Papá me dijo que si alguien te veía como yo veo un helado de chocolate no debía dejar que se acercara. Por eso le di una patada— Alanís giró su rostro completamente sorprendida en mi dirección observándome ahora, ella, con el ceño completamente fruncido. Dios, este par son la misma gota de agua. Tienen los mismos gestos.

— Cedric ¿Cómo pudiste decirle algo así? El pobre señor no supo ni cómo seguir, apenas y podía estirar bien su pierna. Alan lo pegó muy fuerte con esa patada y yo no sabía ni cómo dejar de disculparme. Tú y yo hablaremos de esto después, largo y tendido. Ahora jovencito, tú ayudarás a tu padre a ordenar las cosas que trajimos.

— Si mamá— Alan llevó una mano sobre su mejilla recostando su rostro y su codo sobre la mesa. Alanís se había molestado conmigo pero sé cómo hacerle olvidar esto. Ella nos dejó solos dirigiéndose arriba— papi ¿mami está enojada?

— No, contigo jamás lo haría. Ella está un poco molesta conmigo pero no te preocupes campeón, ya se le pasará. Dime una cosa, ese señor en el supermercado ¿era como tu abuelo? ¿Tenía algunos pelos en color blanco quizás? O... ¿era más o menos como de mi edad?

— Era más o menos como tú pero tenía el pelo de color amarillo. ¡Era odioso! Le estaba sonriendo a mami y no dejaba de mirarla.

— ¡Muy bien hecho campeón!— sé que tal vez esté mal al felicitarlo pero muero de celos de solo pensar que ese idiota quiso coquetear con mi mujer— A mami nadie la puede mirar de ese modo. Pero será mejor que este sea nuestro secreto, sino la próxima tu mamá en verdad se enojara conmigo y me hará dormir en sofá.

— Está bien ¿puedo llamar a la tía Jessi? Me gustaría jugar con Marcell ¿puedo papá?

— Claro que si campeón, pídele a mamá que la llame ¿si? Y dile que los invite a cenar. Yo terminaré de ordenar todo esto.

— ¡Si! — Mi pequeño se levantó de un salto y salió corriendo de la cocina mientras yo terminaba de guardar los alimentos. En la noche compartimos una cena con Alessandro y Jessi. Nuestros hijos eran uña y mugre, nunca se cansaban de jugar.

Jessi y Alessandro se casaron seis meses después de haber nacido Marcell. Tanto ella como Alanís lograron terminar su carrera aún con los pequeños en nuestras vidas. Si bien Alanís también participa en la compañía sobre todo en lo que respecta en planos y diseños, su pasión está puesta en la empresa que formaron junto con Jessi. Ambas tienen una compañía de eventos y estudio fotográfico. Alanís se encarga de todo lo relacionado con la organización de eventos y Jessi del estudio fotográfico. Si no fuera porque Alessandro es mi mano derecha en la empresa, realmente todo me sería mucho más difícil.

Los cuatro nos volvimos muy unidos y siempre tratamos de coordinar cada actividad familiar. Philip y Danila se encuentran de viaje, algo  así como una luna miel. Mamá y John siguen los mismos pasos, sólo que aún no se animan a ir de viaje por si sus nietos lo necesiten. Y agradezco mucho eso porque mamá me ha sido de gran ayuda con Alan, al igual que la señora Eilene, la abuela de Alanís. Ni que hablar de Odette y la señora Lola que cuidan de ambos niños. Si no fuera por ellas, en ocasiones no podría tener una noche a solas con Alanís. Pues gracias a que mi hijo las vuelve loca con su poder de seducción siempre piden quedarse con él aunque sea una vez por semana. Y si, tal vez he aprovechado un poquito del amor de sus abuelas pero... No me arrepiento porque así puedo conquistar cada día más a Alanís.

*** Horas después***

Con que aprovechándote de la tía esta vez ¿eh?— Alanís tenía una sonrisa pícara en el rostro y sus brazos en jarra. Hace un par de horas que se habían marchado Ale y Jessi, junto con los niños. Alan me había pedido ir con los tíos y su primo, no podía negarme.

— Es que Alan insistió mucho, cariño— me acerqué lentamente a mi esposa llevando mis manos a su cintura

— ¿Cómo también insistió en decir si el hombre del supermercado era joven o no?

— ¿Con que escuchando conversación ajena? Ese hombre se merecía esa patada por mirar a mi mujer.

— ¿Y cómo está eso de que ya se me pasará?— llevé mis labios sobre el cuello de Alanís, era su punto débil. Ella automáticamente llevo sus brazos sobre mi hombro pero aún haciéndose  la molesta conmigo.

— Haré que mi esposa se olvide de que está molesta conmigo, de este modo— la besé colocando una mano sobre su nuca y la otra metiéndose bajo su blusa.

— Cedric... haces trampa. Sabes cómo convencerme, eso no es justo— sonreí de lado y llevé un dedo sobre sus labios.

— Sólo se mía esta noche mi amor, únicamente mía.

— Está y todas las noches, mi vida.

Ambos nos entregamos como si fuera la primera noche que hacíamos el amor. Nos dejábamos llevar por la magia del momento y el pacer. Nunca me cansaría de hacerle el amor. Besar sus labios, probar su piel, sentirla mía. Que su cuerpo se funda con el mío. Ella, toda ella siempre será mi perdición. Su entrega me hacia sentir un hombre invencible, sus caricias, su inocencia y al mismo tiempo su desenvolvimiento como mujer cómo si fuera una total y completa fiera. Todo de ella me eclipsaba deseándola cada día más. Nos amábamos como si el mundo dejase de existir en ese instante. Siendo dos almas gemelas furtivas a su encuentro clandestino. Porque nos habíamos encontrado sin buscarnos, nos reconocimos de otras vidas, trascendiendo con el tiempo. Y su corazón ya amaba al mío. Como el mío al suyo.

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Únicamente Mía ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora