Capítulo 11| Dejar ir el dolor

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Cedric

— ¿Tienes que ir... — nos encontrábamos en la habitación de Alanís recostados sobre su cama, ella tenía los ojos acuosos aunque ya estaba un poco más calmada, aún se la podía ver afectada por la situación. Y era mi culpa porque no debí decirle nada, absolutamente nada sobre esa basura.

— No, esta noche me quedaré contigo. Ya he hablado con John, no pienso dejarte sola mi amor.

— Gracias— su voz apenas fue un murmullo, habíamos llegado a la casa después de lo ocurrido e inmediatamente Alanís se echó a los brazos de su papá. Fue muy difícil tranquilizarla y hacerle probar un bocado para que pudiera desayunar. Aunque ahora, es mucho más fuerte y sabe que el miedo sólo la bloqueará perjudicando su salud. Ha intentando en todo momento hacer caso a lo que la psicóloga le había dicho y sobre todo a lo que cada uno de nosotros procurábamos por ella.

— No tienes que agradecerme mi cielo, es mi culpa que estés así, yo no -

— No, no digas eso. Tenías que decírmelo Cedric y no excluirme. Aunque esta situación me supere, me siga lastimando, tenía derecho a saberlo. Y te agradezco porque sin ti no podría seguir. Tengo miedo, mucho, pero sé que si ustedes están conmigo nada malo me pasará.

— Así es mi amor, no vamos a permitirlo— la abracé dejando un beso sobre su frente— Descansa, yo estaré aquí contigo— habíamos estado desde a hace unos minutos en su dormitorio hasta que nos ganó la noche.

— De acuerdo — unos minutos más tarde sé quedó dormida, la acomodé mejor sobre la cama y luego salí sin hacer algún ruido de la habitación. Aún teníamos que hablar con John y Philip pues en la cena no tocamos el tema para poder contener a Alanís y procurar de que también ingiriera algo de alimento. Todo el día había sido así, desde el desayuno hasta hace unos momentos. Al salir, no cerré por completo la puerta para no despertarla. Luego bajé hasta el despacho de John. Encontrándome con Gladys junto a él. Aunque en gran medida hemos arreglado y aclarado nuestros problemas, aún me cuesta llamarla mamá en ocasiones. Pero me alegra saber que con John encontró la felicidad que buscaba y se merece.

— Lo siento, no quise interrumpirlos...

— Descuida hijo, pasa. Tu madre me decía que mañana intentarán con Jessi, llevar a Alanís a distraerse— cuando John finalizó esas palabras, Gladys continuó hablándome.

— Si, creo que aunque ella pueda exteriorizar con la psicóloga sus temores, será bueno que también los supere con las personas que la quieren. ¿Y qué mejor que con nosotros? Tenemos que ayudarla sobre todo ahora que ha avanzado un montón. Cómo mencionaba John, hay un cambio muy grande desde que llegó con ustedes hasta el día de hoy.

— ¿Y qué haremos con Sergi? ¿Cómo es posible que se haya escapado? Lo habíamos dejado en esa prisión porque Philip dijo que era una de las más seguras. ¡No lo entiendo!

— Tranquilo hijo, estamos igual que tú pero llegamos a la conclusión de que alguien desde allí adentro, lo ayudó a salir. Philip ya está trabajando en ello, no descansaremos hasta encontrar al cómplice y sobre todo hasta dar con esa basura.

— Esos hombres sabían mi rutina, sabían que Alanís estaba en mi departamento. Mencionaron que la vieron a mi lado y que cuándo acaben conmigo, irían por ella. ¡Carajo! ¡Si Philip no me hubiera entrenado esos infelices cuando me emboscaron, me habrían dejado inconsciente!

— Cedric, por favor no te alteres cariño. Debes controlar tu ira, has lastimado a Alanís por culpa de eso. Tienes que aprender a manejar tu temperamento.

— Tu madre tiene razón, la forma en que Alanís supo de esto no fue la adecuada y sólo puedo rogar que en verdad no flaquee ahora. No es la primera vez que ella se ve afectada por tu actitud, Cedric. Y te digo esto porque ambos son muy importantes para mí, lo sabes— John se acercó a mí colocando su mano sobre mi hombro, no hacía falta que lo negara, sabía que estaba molesto porque por mi culpa Alanís estuvo triste y afectada todo el día— Creo que tienes que intentar superar ese dolor, esa rabia que aún sientes por todo tu pasado. Sé que han hablado al respecto pero estoy seguro de que aún tienen muchas cosas que aclarar. Por favor permítete sanar y permite a tu madre que también pueda hacer lo mismo. Los dejaré solos para que puedan hablar— Papá salió sin esperar alguna respuesta. Cuándo terminó de hablar realmente me sentí muy mal, aunque esa no fue su intención, sus palabras me llegaron muy a fondo porque tenía razón. Aún no había podido olvidar el rencor por el abandono de mi madre y eso siempre repercutía en mi forma de ser. Por culpa de eso lastimé a la mujer que amo, aquella vez que cayó sobre esa mesa de vidrio y ahora ocasioné que se sintiera mal porque no pude controlarme.

Únicamente Mía ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora