1.- Visita inesperada.

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Por fin, termino mi fiesta de los 15. Ha terminado recién hace unos minutos y ya estoy completamente cansada, bailé, comí y cante como nunca lo había hecho en mi vida.

Llegue a mi hogar y lo primero que hice fue sacarme el simple vestido azulado que llevaba, también las zapatillas de tacón bajo que me había puesto para bailar mejor. Luego de estar ya en ropa interior, me metí a la cama dispuesta para dormir.

Desperté por sentir una sensación cálida junto a mis piernas, aun que mas que algo cálido se sentía como si tuviera una forma definida. Por lo que vi casi grite como nunca lo había hecho, pero una mano aterradoramente humana tapó mi boca. La sombra tenia forma de un hombre, algo completamente raro.

Me quede unos segundos admirando y tratando de verle una forma que no fuera aterradora. Su parte que podía distinguir como su torso pareciera que portara una chaqueta. Y por la poca luz que producía la ventana vi un par de montículos puntiagudos. Supe que eran cuernos.

-Shhh...-Chito de repente, de alguna forma sonó tan suave y tranquilizante- Te destapare la boca, no grites, no quiero despertar a nadie más.

No solo acerté con la cabeza, sino que también solté una pequeña lágrima. El al notarla la limpio suavemente con el dedo.

-No llores, no te haré daño...-Suspiro y miro al piso-... No vine aquí porque quise.

-¿Q-Que hace alguien como tu aquí?– Pregunte entre entendibles tartamudeos.

-Me han echado del infierno. Los otros demonios decían que no era digno de permanecer allá junto a ellos.

-¡¿Si eres un demonio?!- Grite un poco alterada y me levante bruscamente de la cama tratando de buscar escapatoria.

-H-Hey!- Exclamo, acercándose a mí y arrodillándose- Quiero que me perdones... En serio. No quise darte esa impresión, nunca me ha gustado hacerles eso a las personas.

En ese momento recién pude entender que el no me haría daño, pues no parecía alguien amenazante. Aún que por el hecho de ser una visita inesperada no pude tenerle tanta confianza.

-... ¿No tienes donde ir?- Pregunte.

Creía en la posibilidad de que tal vez no sería tan malo, o que solo era un chico que deliraba. Como fuera, el que no tuviera donde quedaste me provocaba tristeza.

-No- Contestó cabizbajo– Por favor no le digas a tus padres que estoy aquí.

-Tenemos que decirles, ellos entenderán..- Recordé que ni nos habíamos presentado-... Soy Caroline.

-Un gusto Caroline- Se río de forma tierna, depositando un poco de confianza- Mi nombre es Harry.

Unos pasos se fueron alejando hasta que escuche los resortes de mi cama sonar, se había acostado.

-¿No vienes a dormir?- Pregunto tímidamente.

-N-No voy a dormir junto a un extraño- Tartamudee nuevamente.

Escuche un bostezo y la habitación se quedo en silencio. Me acerque a la cama y tome el celular que estaba en mi velador, iluminándolo y viendole el rostro por primera vez. De tez blanca y rostro angelical, Harry dormía profunda y cómodamente en mi cama.

No me quedaba otra opción, así que me acomode al lado para dormir como podía.

Desperté con el primer grito que dio mi mamá al encontrarme a mí en ropa interior, junto a un chico, en mi cama. Tuve que darle unas largas explicaciones.

–No tiene donde quedarse mamá– Volví a repetir mas pacientemente– Por favor, prometo que se ira en cuanto encuentre donde vivir.

No le había contado el detalle de que nuestro posible nuevo inquilino fuera una criatura del mismo mundo de satanás, decidí por mi misma dejarlo oculto. Además la ropa que portaba no lo delataba, y los cuernos habían desaparecido completamente.

Mama volvió a inspeccionar a Harry con la mirada y suspiro de forma resignada.

–Esta bien– Respondió. El castaño sonrió al igual que yo– Pero trata de no causar problemas. Y debes ir a la escuela– Agrego mientras lo apuntaba.

Harry asintió sin problema alguno. El chico ya tenia un poco mas de mi confianza, durante todo el resto de la noche no había sentido nada de tacto o al menos algo extraño. No era un aprovechador ni un potencial asesino, pero el hecho de que fuera un demonio complicaba la situación.

Un Demonio diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora