CAPÍTULO 1

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En 1958, Seul, era el típico pueblecito de Corea del Sur

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En 1958, Seul, era el típico pueblecito de Corea del Sur. La gente saludaba desde el coche cuando se cruzaba con alguien por la calle, tanto si lo conocía como si no, y el aire olía a pino, a sal y a mar.

Para muchos habitantes de Seul, actividades como salir a pescar en el río Han o ir a capturar cangrejos constituían una actitud frente a la vida, una forma de ser.

En aquella época, solo había tres canales de televisión, aunque la tele nunca fue un pasatiempo fundamental para nosotros, los niños del pueblo. En vez de eso, nuestras vidas giraban en torno a las iglesias (solo en Seul había dieciocho).

Tenían nombres como: Primera Iglesia Cristiana Reformada, Iglesia de los Perdonados, Iglesia del Domingo de Expiación. Además, también estaban las iglesias bautistas. En mi infancia, eran a todas luces las más populares en el pueblo; prácticamente, había una en cada esquina, si bien cada una de ellas se consideraba superior a las demás. Había iglesias bautistas de todos los tipos: bautistas libres, bautistas misioneras, bautistas independientes...; bueno, supongo que ya me entiendes.

Por entonces, el gran acontecimiento del año estaba auspiciado por la iglesia del centro del pueblo -bautista del sur, para ser más precisos- juntamente con el instituto de la localidad. Todos los años, sin falta, organizaban una función navideña en el teatro de Seul. Se trataba de una obra escrita por Lee Min Ho, un reverendo que era miembro de la iglesia desde que Moisés había separado las aguas del mar Rojo. Bueno, quizá no fuera tan viejo.
La cuestión es que fue él quien escribió esa obra de teatro llamada "El ángel de Navidad", porque no quería seguir ofreciendo Cuento de Navidad todos los años.

Así que el señor Lee decidió probar suerte escribiendo su propia obra de teatro. Llevaba toda la vida componiendo sus propios sermones, y he de admitir que algunos eran interesantes, sobre todo cuando hablaba de la

« ira de Dios, ensañándose con los fornicadores»

y otras monsergas similares. Con eso sí que le hervía la sangre, te lo aseguro; me refiero a cuando hablaba de los fornicadores, su tema favorito. Cuando éramos más jóvenes, mis amigos y yo nos escondíamos detrás de un árbol cuando lo veíamos bajar por la calle y gritábamos: « ¡Lee Min Ho es un fornicador!» , y luego nos echábamos a reír como locos, como si fuéramos las criaturas más ingeniosas en toda la faz de la Tierra.

El señor Lee se detenía en seco y aguzaba el oído -¡sus orejas incluso se movían!-, su cara se encendía hasta adoptar un intenso tono rojo, como si hubiera ingerido un trago de gasolina, y las grandes venas verdes en su cuello empezaban a marcarse de una forma exagerada, como en uno de esos mapas del río Amazonas de la National Geographic.

El reverendo miraba a un lado y a otro, entrecerrando los ojos como un par de rendijas, escrutando el entorno; de repente, su piel volvía a recuperar aquella palidez cetrina, justo delante de nuestros ojos. ¡Era un espectáculo digno de ver!

𝚈𝙾𝚄 𝚆𝙸𝙻𝙻 𝚁𝙴𝙼𝙴𝙼𝙱𝙴𝚁 𝙼𝙴? ❦VHOPE❦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora