Había una vez...
Cuando solía existir la magia, la naturaleza y las criaturas eran controladas por el hombre, usada de manera que pueda favorecer a la humanidad o a sí mismo, mucho antes de que el mismo hombre la destruyera. Estas habilidades sobrenaturales fueron dadas por los dioses para que los humanos pudieran ser uno con la naturaleza y conectarse así con ellos.
En un pequeño reino al norte de Asia, que, en algún momento de la historia se convertiría en un gran imperio. Acababa de nacer el primogénito de los reyes, un niño de cabellera tan blanca como la nieve y ojos tan azules que se veía el mismísimo océano en ellos, con un brillo singular que te hacía sentir un cosquilleo, un pequeño escalofrío y daba la sensación de estar ligeramente protegido y asustado. Este pequeño príncipe nacido a mediados del clima invernal, justamente fechas del solsticio de invierno. El futuro heredero de la corona, llevaba por nombre Viktor Nikiforov.
Los reyes estaban encantados no solo por su primer hijo, sino, por la belleza singular que le rodeaba, podría parecer que el mismo invierno estaba encarnado en él. Y el reino, estaba completamente lleno de júbilo y alegría, la cual, como suele suceder, no duró mucho.
El niño fue creciendo, dotado de elegancia, gracia y belleza propias de un noble: inteligente, astuto, y bello. Sin embargo, un tanto... Inquieto.
- ¡Vitya! ¡Vitya! - Corría por el palacio su madre, una mujer hermosa, delgada, con el cabello rubio y ojos verdes la cual era conocida por ser la reina de la primavera, por nacer en el primer amanecer de dicha estación. Buscaba por todo el palacio a su hijo de cinco años, fruto del amor entre ella y su mayor compañero y protector cuando solía ser la princesa heredera.
- ¿Majestad? ¿Qué sucede? - preguntó una de las sirvientas que llevaba la ropa limpia.
- Noble trabajadora, disculpa mi interrupción, pero ¿Has visto a mi hijo?
- Hace rato ví al príncipe correr hacia el lago, majestad.
- Muchas gracias.
Y la reina seguía corriendo por todo el palacio en busca del pequeño, los sirvientes la miraban y no le comentaban nada, pues claro no podían juzgarla, era Su majestad real Nathalie Plisetzkaya de Nikiforov, reina de estas tierras. La mujer llegó a donde la sirvienta le señaló y efectivamente; ahí estaba el pequeño Viktor, Vitya para sus allegados. Al otro lado del lago, con su cabello suelto más largo de lo usual el cual se lo llevaba la brisa primaveral, el niño estaba arrodillado, viendo fijamente a una lápida junto con unas flores recién cortadas sobre ella.
- Vitya. - Llamó la mujer, llegando cerca de él cruzando el puente que conectaba el jardín real con aquel triste lugar, sentándose en el pasto junto al pequeño, frente a la tumba de su marido. Alexander Nikiforov fue su más grande amor; en vida, era su guardaespaldas y su amigo. A pesar de lo que decían los demás, se enamoraron y se casaron en cuánto a ella se le fue cedida la corona, burlándose así de las normas y resticciones que le inculcaban. Era el jefe de la guardia en ese momento y aún siendo su consorte lo seguía siendo. Murió en batalla hace poco, junto con varios soldados.
-...
El niño no hablaba, ni un sonido salía de su boca, no lloraba, solo estaba quieto mirando fijamente la tumba del hombre al que una vez llamó papá.
- Viktor - Le susurró, era extraño que su madre lo llamara por su nombre completo - ¿Qué haces my winter?
- Papá esta hablándome. ¿Lo escuchas? - Dijo con inocencia, Nathalie tardó en hablar, no sabía que decirle, sin embargo respondió con honestidad aguantando las lágrimas, no podía verse frágil frente a su hijo.
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Once Upon A Winter... [Otayuri/Viktuuri]
Fanfic(AU) En un reino lejano, al norte de Asia nació un niño, hijo de la realeza que tendria la capacidad de controlar el frío. Sin embargo tendría que aprender a usarlo, para no dañar a sus seres queridos, o por lo menos al único que le queda, su herman...