Nicole Di Franco empezará su primer año de universidad fuera de su país. En Bel-Air se encontrará con unas costumbres diferentes a las suyas y en su universidad, a unos compañeros de residencia realmente peligrosos.
Mientras tanto el novio de Nicol...
¿Soy la única que odia las despedidas? Me siento vulnerable y débil, muy débil.
Lo que más odio de los viajes es la despedida y el aeropuerto. Llegar mínimo dos horas antes, ¿para qué? Para pasar una hora haciendo cola y que embarquen tu maleta, luego, cuando llegas, esperar de nuevo para recogerla en la dichosa máquina que las saca del depósito del avión... y lo peor es que no importa cuánto plástico le pongas para protegerla de los golpes, eso no importa, ¡siempre saldrá de la máquina arañada! ¡SIEMPRE!
Pero no, esta vez no es así. Como nos mudamos, la empresa de mi padre transportó todas nuestras pertenencias hasta nuestra nueva casa en California. Se supone que estarán allí todas las cajas y solo tendremos que colocarlo todo. Mi madre y sus asistentas se encargarán de ello, ya que cuando lleguemos solo me quedarán cuatro días para empezar la universidad. Bueno, a mí y a Max.
-¿Cómo que no hay sitio para ella?-dice mi padre subiendo un poco el tono.
-Lo siento señor Di Franco, hemos tenido un pequeño problema al administrar los asientos.-se disculpa la azafata.
-No puede dejar a mi hija de pie todo el viaje, ¡para algo hemos pagado el billete!-se impone.
-No se preocupe señor Di Franco, le devolveremos su dinero.-dice la inocente azafata.-En cuanto a su hija,-se dirige a mí- señorita Di Franco, aún quedan asientos libres en la clase turista, podríamos acomodarla ahí.-
-De ninguna manera.-niega mi padre.-Cariño, ya iré yo, tú quédate aquí con mamá.-
-No hace falta papá, no me pasará nada.-le doy un beso en la mejilla y me dirijo a la clase turista.
-No volverá a pasar.-dice la azafata en forma de disculpa.-Sígame.-Me lleva hasta el final del avión y me sienta sola. Son asientos de tres pero no tengo compañeros.-Si necesita algo, no dude en llamarme, y póngase el cinturón, despegaremos en breves.
-No se preocupe.-le respondo y abrocho mi cinturón.
Gracias a Dios ya estamos despegando. A pesar de que viajo muy a menudo, siempre siento algo en mi estómago al despegar que me avisa de que estoy dando un paso para hacer algo importante.
Mis ojos se van cerrando poco a poco. Estoy bastante cansada, estos últimos días he estado empaquetando cosas de casa y la verd...
[...]
Me despierto de repente, y la razón es el ruido del aterrizaje. Despego las manos del mi teléfono móvil y sorprendentemente encuentro un papel entre ellas. Intento recordar qué he hecho y cómo ha llegado hasta ahí. Lo abro y... ¡ay Dios! ¡Soy tan olvidadiza! Es el papel que te piden siempre al embarcar, mis documentos. Meto el móvil en el bolsillo de mi rebeca y me dispongo a salir.
Bajo del avión y me uno a mi familia.
-¿Cómo has estado?-me pregunta mi madre acariciándome.
-Bien mamá, no soy una niña, no me mimes tanto.-
-¿No eres una niña? Sabía yo que había algo masculino en ti.-dice Max burlándose con una voz bastante más grave de lo normal.
-Sí, toda la masculinidad que te falta a ti la tengo yo, y créeme que es mucha.-respondo rápida, él me mira mal.
-Bueno chicos, como no tenemos coche aún, he pedido un taxi.-señala al taxi número 21, situado en frente de nosotros.
-Vamos, tengo muchas ganas de ver la casa nueva.-digo andando hacia el coche.
El conductor se baja y coge nuestras pocas pertenencias para meterlas en el maletero. Antes de montarme en el taxi saco mi móvil del bolsillo y de repente un papel cae al suelo. Me agacho y lo recojo. "Estos no son mis documentos", pienso. Abro el papel y me encuentro una gran mano negra ocupando todo el folio. Tiene unas pequeñas iniciales abajo a la derecha "BHM". ¿BHM? ¿Qué es BHM?
-¿Qué tienes ahí?-pregunta Max interesado.
-Nada que te incumba.-respondo. Tiro el papel a la basura y subo al coche.
[...]
-Hogar dulce hogar...-suspira Max al ver la nueva casa.
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-Tiene algo que no termina de convencerme...-digo.
-Cariño, es perfecta.-recalca mamá.
-¿Cuál será la llave?-dice papá intentando abrir la puerta. Mete la llave correcta y Max y yo nos miramos a los ojos. Comienza la batalla.
-Quien llegue antes se la qued...-no puedo terminar de escucharle, he salido corriendo. ¡La habitación con vistas a todo el vecindario es mía!
(...)
-Bueno, puedo empezar a traer mis cosas.-digo victoriosa a la vez que recupero el aliento.
-Sabes que eso no es justo.-se defiende.
-En el amor y en la guerra todo vale.-digo filosófica.
-Y está claro que esto es la guerra...-viene corriendo a por mí, me tira en la cama y empieza a hacerme cosquillas. Comienzo a reír como una loca, me falta el aire.
-Parecéis niños pequeños.-dicen papá y mamá al unísono desde la puerta.
-Voy a desempaquetar mis cosas. Espero que la vecina de al lado esté buena para poder verla por la ventana.-esboza una sonrisa placentera y sale de la habitación.
Me encanta esto de explorar la nueva casa, es mucho mejor que las fotos que había visto en internet. Más amplia, tiene más brillo... como más fuerza. Voy observando toda la casa, paso por delante de la habitación de Max y decido entrar. En realidad su habitación es bonita y aunque la mía tenga unas mejores vistas, las dos tienen balcón.
Miro su escritorio y encima de la mesa me encuentro un papel. Por curiosidad lo abro y... ¿BHM?
-¿Qué haces?-me dice Max desde atrás.
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"Nicole Di Franco y su familia se mudan a Bel Air, California. Al entrar al avión la azafata les comunica que no hay asiento para la protagonista, por lo que tiene que viajar en otro asiento, alejada de su familia. Al sacar su móvil del bolsillo un papel cae al suelo, y al abrirlo encuentra una mano negra ocupando el folio con unas iniciales abajo "BHM". Al llegar a su nueva casa, Nicole vuelve a encontrar la misma nota en el escritorio de una de las habitaciones."