Parte 8 sin título

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Zeta

Tras unos minutos que se me hicieron eternos, llegamos a nuestro destino, una casa vieja, de madera, la cual desprendía un fuerte olor a podrido. 

Vi como a la mayoría le daban arcadas y que Ren iba a hablar de nuevo, así que me tomé las pastillas para poder aguantarle un poco más.

Ren: Bueno, vuestro objetivo está allí delante. Supongo que esta es una despedida.

Señaló el edificio que teníamos en frente y Jess le dio las gracias por el apoyo que nos había ofrecido, mientras que Bill y Jack siguieron adelante sin decir nada. Yo fui el último, poero cuando pasé al lado del peliverde este me agarró del brazo, un tanto fuerte, algo que no indicaba nada bueno.

Ren: Zeta, ten cuidado...Aunque sabes que estoy recuperado, me han dado fuertes dolores de cabeza.

Era raro escuchar eso por parte de mi hermano, quien llevaba bastante tiempo sin tener ese problema, sin embargo...

Zeta: Me da igual. Como si te mueres, no me importa.

Me quité su brazo de en medio bruscamente y los cuatro entramos en aquella casa. El olor putrefacto era cada vez peor y venía de los numerosos cuerpos muertos que yacían en el suelo. Nos preparamos para cualquier cosa mientras avanzábamos por la casa en ruinas hasta encontrar una trampilla bajo unos escombros.

Tras quitar las viejas maderas entre Jack y yo mientras Bill vomitaba, Jess abrió la trampilla y comenzamos a bajar hacía un lugar totalmente distinto al anterior. Todo estaba nuevo y mecanizado, hechos suficientes para que Jack se alterase.

Zeta: Tranquilo Jack, luego tendrás tu momento.

Traté de calmar al gigante frente a mí simplemente con mis palabras, pero el cuartel lleno de robots que había frente a nosotros hizo que sacara su otra katana y saliese disparado por el primer pasillo, haciendo sonar la alarma a los pocos segundos. Y se pudo escuchar su grito al mismo tiempo que se alejaba de nosotros.

Jack: ¡¡¡ROBOOOOOOOOOOOoooooots!!!

Zeta: Okay, vamos a por la niña mientras él los distrae.

Salimos corriendo en dirección contraria, en busca de la niña, quien, según lo que había dicho Ren, se encontraba en alguna habitación apartada; en cuarentena o algo así dijo.

Comenzamos a explorar el lugar sin buscar problemas, escondiéndonos de nuestros enemigos, pero nos fue imposible seguir así, las cámaras de seguridad nos habían visto y alertaron a los robots. 

Molesto, no tuvimos más opción que pelear. Bill con su tirachinas acertaba justo es su núcleos mientras que yo disparaba al mismo punto, pero mi fiebre comenzó a aumentar y junto a ello mi visión se tornaba un tanto borrosa haciendo que no acertase todas las veces. No me había dado cuenta, pero la herida de antes se había abierto, pero aún así me mantuve en pie.

Jess despedazaba a los robots con una agilidad increíble, sin embargo, salimos corriendo de nuevo. Corrimos y corrimos tratando de zafarnos de ellos, pero nos era imposible, había robots por todos lados; aunque al final conseguimos darles esquinazo cuando entramos a una sala oscura.

Decidimos no encender las luces para no llamar la atención, así que para pasar el tiempo más deprisa decidí encenderme un cigarrillo, no obstante, antes de que la llama del mechero tocara el cigarrillo Jess detuvo mi mano.

Zeta: ¿Qué haces?

Jess: ¿No has pensado que a lo mejor hay un sistema anti-incendios?

Zeta: Eso jodería los robots, ¡no tiene sentido! ¿O me vas a decir ahora que son impermeables?

Aparté su mano y encendí el cigarrillo. El moreno se tapó la nariz, pues no le gustaba el olor que desprendía y por otro lado estaba la rubia, quien se abrazó a sus piernas.

Por unos instantes conseguí tranquilidad, paz, estaba en mi estado zen, pero todo terminó cuando se activo el sistema anti-incendios y nos comenzamos a mojar. La mirada de la mujer decía: "Te lo dije", y antes de que lo dijera abrí la puerta y salí de allí.

Ahora mi cigarrillo estaba mojado y habían estropeado mi momento de paz; estaba cabreado. Los robots comenzaron a aparecer y  sin importarles el agua me dispararon sin ton ni son.

Contraataqué viendo como el agua de los aspersores que había en el techo les resbalaba pero cuando nos comenzaron a superar en número salimos huyendo de nuevo. 

Todo iba de mal en peor, pues mi fiebre no hacía nada más que subir, mi visión se nublaba aún más y mi ritmo bajó, haciendo que las dos manchas que veía a lo lejos, siendo estas machas Jess y Bill, me  dejaran atrás; hasta que al final acabé cayendo sobre el mojado suelo.

Jess: ¡¡¡ZETA!!!

La chica se dio la vuelta preocupada, al igual que hizo después el otaku. No veía dónde estábamos, pero por lo asustados que estaban los dos parecía que nos habían rodeado.

Zeta: *Mierda...Putas pastillas. Juré que no las volvería a tomar, no quería volver a sentir esto*.

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