esperar lo inesperado

66 10 2
                                    

Después de que Lance se congelara por completo, me quedé acostada en la cama, de espaldas a él. Pensando.

Era extraño, porque hace unos días habría enloquecido de tanto pensar en las cosas que recientemente me habían sucedido y ahora solo me acostaba en mi cama mirando a la nada, intentando no sentirme tan culpable por todo lo que había ocurrido en mi vida.

No tenía noción de las horas y ni siquiera me había dignado un minuto a volver a mirar a Lance. Ni siquiera exigí comida cuando mi estómago comenzó a rugir. Sentía que aunque mi estómago exigiera alimento, mi cerebro se negaba a admitirlo.

¿Qué hora sería ya? A lo mucho, pienso que ha pasado una hora. No creo que haya estado mirando a la nada tanto tiempo. Y seguidamente de éste pensamiento, sentí una presencia a mi lado.

—Eh, ¿estás bien? —escuché la voz masculina de Lance, demasiado cerca para mi gusto. Me moví en mi lugar, alejándome un poco de él.
—Sí—respondí sin mirarlo. Escuché un suspiro de su parte y seguidamente sentí como el colchón se hundió bajo su peso. Sorprendida ante su cercanía, me removí inquieta en mi lugar, pero no me digné a mirarlo.

—Escucha—murmuró él con voz baja, como si no quisiera que nadie más escuchara, aunque sólo estuviésemos nosotros dos ahí—. Sé que todo esto es duro de asimilar para ti, y que tal vez te sientas molesta conmigo por el hecho de que maté a tu amiga—un escalofrío recorrió mi espalda y mis ojos se cristalizaron. ¿Tenía que mencionarlo? —. Bueno, esto tampoco es fácil para mí, y bueno, eh, quiero que sepas que lo siento.

¿Qué?, ¿Lo sentía? Las lágrimas comenzaron a correr de mis mejillas y me senté recta, girándome finalmente para mirarlo directo a sus ojos. Se veía triste y perdido, casi podría decir que se veía arrepentido de sus actos. Igual, no me importó escupir las siguientes palabras en su cara, y tampoco me importó limpiar las lágrimas que escurrían de mis mejillas.

—No. No lo sientes, no lo digas. Mataste a mi amiga, ¿crees que eso es sencillo para mí?, ¿crees que algo va a cambiar por decir que lo sientes? No. Eso no me va a devolver a Ginger, eso no hará que ella deje de estar muerta, eso no va a hacer que me sienta mejor, eso no va a hacer que…—trague fuerte, y grazné las siguientes palabras—: Eso no va a hacer que deje de odiarte.

Eso pareció golpearlo como una patada en el trasero. Su rostro pareció palidecer y su semblante rudo me pareció vulnerable por esos instantes.
—No, tú no puedes odiarme… No es posible, simplemente…—su voz fue perdiendo volumen y lo corté antes de que continuara su balbuceo.
— ¿Por qué? ¿Porque el dios Sol no me deja odiar? ¡A la mierda con eso! Él no es dueño de mis sentimientos, ni de mis pensamientos, ¡ni de nada! Él no es mi dios.
—Pero…
— ¡Basta de esa mierda, Lance!, ¡es mi vida, mis sentimientos, mis emociones! Yo no soy lo que un dios caprichoso dice. —grité harta. Lance parecía estar intentando resolver una ecuación matemática que no comprendía, pero no era nada difícil, y yo tenía claro lo que soy. Él parecía estar dudando de su propia cordura ante mis palabras.
— ¿Sabes, Lance? Comienzo a creer que no eres un imbécil, sino algo mucho peor. ¿Crees que no puedes amar? Tal vez sí, pero al parecer no tienes un corazón para hacerlo. Mataste a mi amiga, ¿te arrepientes? ¡No debiste hacerlo en primer lugar!, ¿es esto difícil para ti? Simplemente no debiste hacerlo, pero lo hiciste, y por eso te odio. Ojalá te pudras en el infierno, ¡te o…!

Y antes de siquiera poder terminar mi frase, sentí unos labios apretarse a los míos. Abrí los ojos como platos al descubrir que tenía los labios de Lance sobre los míos. Sentí oleadas de calor recorrer mi cuerpo y cerré mis ojos ante la sensación tan extraña que se apoderó de mí. Sentí las manos de Lance colocarse a ambos lados de mi cara, profundizando el beso, y yo lo dejé. Sentí su lengua en mis labios, pidiendo permiso para entrar, y accedí, abriendo mi boca para dejarlo entrar.

Mi piel se sintió caliente, luego fría, y luego experimente las dos sensaciones al mismo tiempo, intentando pensar como eso era posible. Pero lo dejé pasar, dejándome llevar por el beso de Lance.

Cuando se separó de mí, abrí mis ojos, observando que casi la mitad de su cuerpo parecía estar hecho de hielo, o tal vez cubierto de este, pero se veía tan extraño… Y luego comprendí que yo estaba en llamas, o por lo menos la mitad de mi cuerpo.

Nos miramos a los ojos después de unos segundos, y así nos quedamos por un rato. Hasta que nos dimos cuenta que la habitación parecía estar llena de vapor. Me sentí avergonzada de haber permitido aquel acto, y bajé mi mirada con la cara roja como un tomate.

Aún percibí la mirada de Lance sobre mí, y seguidamente se fue a su cama, recostándose de espaldas a mí, mientras el hielo desaparecía de su cuerpo.
Yo hice lo propio y apagué las llamas del mío. Me recosté en mi posición anterior, mirando a la nada.

¿Qué había sido eso?

Pero ahora mi cuestión era: ¿Qué demonios estoy sintiendo justo ahora?

-o-

-Lance’s POV-:

¿Qué demonios acaba de suceder?

Lance, eres un imbécil.

Primero la haces rabiar, la fastidias, logras que te diga una mierda de sus sentimientos y después la besas. ¿Qué demonios? ¡Esto no está bien!

¿Y ahora qué? ¿La ignoro y hago como si nada pasó?, ¿o se supone que ahora hay “algo”? Demonios, estoy pensando como un marica, preocupándome por todo. ¡SOY UN HOMBRE, MALDITA SEA! Mi amiguito allá abajo lo comprueba. No debería de pensar tanto, esto me va a terminar volviendo loco.

¿O a caso ya lo estoy?

Bah, no sé qué hacer. Listo, lo admito. Me rindo. Dejaré todo en manos del destino. 

Esto no tiene ni pies ni cabeza, me siento como cayendo por el agujero del conejo en Alicia en el país de las maravillas. Ni siquiera sé cómo fue que vi esa película pero simplemente la vi y es lo único que recuerdo.

¿Por qué Tofu no está conmigo? Ese gato me hubiera escuchado aunque fuese lo último que hiciera en su larga vida. Tofu era como mi consejero minino. Comenzaba a extrañarlo. Creo que más bien, comenzaba a extrañarlo todo. Mis padres, el gato, la gran casa en la que vivíamos, el viejo Lance que solía ser. Claro que siempre fui un idiota, pero en menos exceso, supongo.

Y ahora estaba siendo un completo idiota con Perl. ¿Por qué? ¡Todo esto es tú culpa Perl Miller! 

¡A quién engaño! Todo esto es culpa mía. O tal vez los dos tengamos algo de culpa, o tal vez nadie la tenga. 

Mi mente estaba algo confusa, como si estuviera habitada por una neblina densa que me dejara confundido y aturdido. El sueño comenzó a llegar a mí y con un bostezo silencioso, cerré mis ojos sumergiéndome en mi subconsciente, esperando que todo mejorara mañana. Pero ahora todo me parecía incierto puesto que la suerte me estaba abandonando últimamente y ahora solo me quedaba esperar lo inesperado.

Sol y Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora