deseé hundirme y nunca más volver.

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“Por mucho que uno se deleite con la luna, también necesita el sol.” –La mecánica del corazón.

-Lance’s POV-:

Me dolía absolutamente todo. Estaba en un estado de estupor, que me impedía hacer otra cosa que no fuera quedarme mirando a la nada, sentado en el sofá de la casa de mis padres.

Debido a que no sabía a qué lugar recurrir, decidí que lo mejor sería ir a casa. Por suerte Celina y Bernard (mis padres) no estaban en casa. Todo se me hacía lejano, como un sueño de la infancia que nunca olvidas del todo y siempre termina volviendo a ti tarde o temprano mientras duermes.

Todo estaba como lo recordaba, el sillón de terciopelo color beige, la alfombra roja delante de la mesita de la sala de estar, el televisor viejo con antena, las repisas donde había algunos libros viejos de mi madre, y el estante de cassettes que mi padre solía grabar hace tiempo. Todo estaba exactamente igual, pero todo se sentía diferente, extraño, como si estuviese en casa de alguien más y no en la mía. Bueno, supongo que ésta casa tampoco podría considerarse mía de todos modos, al menos ya no.

No supe que Tofu se había colocado entre mis piernas hasta que lo escuché maullar, pidiéndome en su manera felina que lo tomase entre mis brazos, lo dejara en mi regazo y le acariciara el lomo como solía hacerlo cuando estaba frustrado.

Así lo hice, y Tofu se acurrucó aún más cerca de mi abdomen. Imagino que me extrañaba porque comenzó a ronronear, casi como un llanto.
—Sí, yo también te extrañé, amiguito.

Tofu ronroneo en respuesta y me dediqué a acariciarle el lomo, mirando un punto inexistente en la nada.

—Soy un imbécil, ¿lo sabías? —comencé a hablar con Tofu, como solía hacerlo cuando tenía problemas o necesitaba decir lo que tenía dentro—. No debí de haberla secuestrado en primer lugar. Debí de haberla matado. No, ni siquiera eso, ella ni siquiera sabía lo que era hasta ese día. ¿A caso tendría culpa de ello? No, y eso es lo que más me frustra. Que ella era tan buena y yo tan ruin que parecía ser que ella era caperucita y yo el lobo. Un lobo que se encariñó con ella. 

Suspiré sintiendo las lágrimas asomar mis ojos. En otras circunstancias me reclamaría mentalmente por estar siendo un completo marica, pero dados los recientes acontecimientos obvios, no podía impedirme a mí mismo la posibilidad de llorar debido a mi estupidez. ¿Cómo no impedí que no se la llevaran?

— ¿Qué clase de cosas le harán? —pregunté en voz alta, retóricamente. No quería ni pensar en esa cuestión, ya que simplemente me atormentaba — ¿Dónde estará?, ¿la mantendrán con vida siquiera?

No había pasado ni un día. Solo dos horas. Dos horas desde que se llevaron de mi lado a Perl. Dos horas desde que me quedé como imbécil tumbado en aquel lugar debido al dolor sin poder salvarla. Dos malditas horas, y se sentían como un siglo.

—La extraño…—dije aún sabiendo que, como ya aclaré, no habían pasado ni dos horas. ¿Por qué la extrañaba exactamente?, ¿por qué me importaba siquiera?

Tal vez, aunque jamás lo admitiera en voz alta, o tal vez nunca lo reconociera debido a mi raza, debido a lo que creo, debido a lo que me hicieron creer… pero aunque lo intente ocultar, negar e ignorar, creo que tal vez me había enamorado de Perl Miller, sin siquiera saber cómo aquello pasó tan súbitamente que apenas mi cerebro lo analizara.

—Quiero a Perl Miller—dije en voz alta a Tofu, porque tal vez sería la primera y última vez que lo dijera en voz alta frente a alguien (aunque sea un felino) sin que me retractase de mis palabras.

Quería a Perl Miller. Y muy en el fondo, sabía que eso ya lo había aceptado hace tiempo.

Dejé de acariciar el lomo de Tofu y fruncí las cejas. Yo era un lobo, un lobo que haría lo que fuera, aunque significase clavarle los dientes a los de mi propia especie, con tal de recuperar a Perl. Era un lobo, que se reuniría de nuevo con su caperucita. Cueste lo que cueste.

-o-

-Perl’s POV-:

La fría oscuridad me hacía tener escalofríos, ¿dónde estaba el sol?, ¿la luna siquiera?, ¿y las estrellas?

Me sentía como cayendo por un agujero negro, sin salida, sin algo a lo que sostenerme, sin alguien a quien pedir ayuda. ¿Dónde demonios estaba?

De repente me sentí como si estuviera húmeda, y me di cuenta que estaba en el mar, con una completa oscuridad. Y como si hubiese llamado a la luz, una chispa brillante apareció a lo lejos frente a mí. La luz parecía llamarme, como un imán al metal, y comencé a nadar.

Daba brazadas y pataleaba fuertemente, intentando llegar, pero parecía eterno, como si la corriente me arrastrara en contra de la luz a la cual quería llegar.

Y de repente, algo tocó mi pie y lo jaló. Tragué agua, sintiendo que llenaba mis pulmones y me impedía respirar. Entré en pánico e intenté bracear más fuerte, y pataleaba intentándome quitar la mano que rodeaba mi pie. Mis pulmones exigían aire y podía sentirlos apretujarse en mi pecho por el dolor.

Comencé a ver negro por los bordes de mi visión y pensé que debería de estarme muriendo. Dejé de moverme y, rindiéndome, cerré mis ojos.

Entonces mi cuerpo se elevó y dejé de hundirme, volviendo a nadar hacia la superficie y la oscuridad comenzó a disiparse, dando paso a una luz rojiza detrás de mis párpados.

Aunque en cuanto abrí los ojos, deseé volver a hundirme y nunca más volver

Sol y Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora