Sé más cosas de las que te imaginas

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“Vuelves a mí porque el asesino siempre vuelve al lugar del crimen.”

—Hay un momento entre las 11:58 y las 12:00 donde unos tipos cambian de turno para vigilar el lugar. Tenemos que tomar esos dos minutos intermedios para entrar sin ser vistos por Frida.
— ¿Frida? —cuestioné sin entender. Calum rodó los ojos.
—La de cabello blanco. Ella tiene a Perl en una de las habitaciones subterráneas. —me dijo, dando una calada al cigarrillo entre sus dedos.
— ¿Cómo sabes que hay habitaciones subterráneas? —le pregunté entrecerrando los ojos. Para ser un tío que jamás había visto en mi vida, conocía muy bien nuestra pequeña gran guarida. Se encogió de hombros.
—Sé más cosas de las que te imaginas—me sonrió, cosa que me hizo sentirme conforme con su respuesta, pese a que ésta era algo inconclusa. Pero Calum se veía de fiar, ¿por qué no habría de confiar en él?

—Vale, ¿y qué pasa si nos encontramos con la tal Frida? —interrogué, cruzándome de brazos y recargándome en el respaldo de la silla. Después de discutirlo, decidimos que lo mejor sería ir a un lugar tranquilo para charlar acerca del plan, en vez de quedarnos a que probablemente nos pillen cerca de la guarida Lunarum. ¿Lo más curioso? Que habíamos dado a parar a la misma cafetería donde comenzó todo, donde Perl trabajaba. Que por cierto ya estaba siendo un escándalo. Anuncios por doquier, preguntando si alguien sabía algo de su paradero. Se me revolvió el estómago, sintiéndome culpable.

—Toma en cuenta que nos la vamos a encontrar de todas formas, pero al menos ya sabes quién es —me respondió tranquilamente. Dio otra calada al cigarrillo y continuó hablando mientras expulsaba el humo —. Sólo te diré que es más poderosa de lo que aparenta, no te confíes tanto cuando la veamos.
—Solo por curiosidad, ¿cómo es que conoces tanto sobre ella, sobre la guarida, sobre mi existencia y la de Perl? 

—No está permitido fumar aquí, señor—una joven castaña y menuda habló señalando con un dedo el cigarrillo de Calum.
—Oh, perdona dulzura—murmuró él, apagando el cigarrillo en una servilleta y dejándolo momentáneamente en la mesa.
— ¿Gustas que lo tire a la basura? —preguntó ella encantada por haber sido llamada “dulzura”, jugueteando con un mechón de su cabello. Cristo, a las mujeres las enamoras con el simple hecho de decirles que son guapas, por favor señoritas no sean tan fáciles.
—Oh, te lo agradecería mucho, corazón. —le respondió Calum dándole una deslumbrante sonrisa que hizo enrojecer las mejillas de la chica. Rápidamente tomó la servilleta donde estaba el cigarrillo y se fue, agitando un poco de más sus caderas, hacia la barra de cobro.

Recordé la pregunta previa antes de la pequeña interrupción y volví a retomarla.
— ¿Y bien?, ¿cómo es qué conoces tanto sobre la tal Frida y sobre los Lunarum, sobre Perl, y de mí?

Me incliné un poco hacia él, y él hizo lo mismo dándome una sonrisa torcida.
—Ya te dije: sé más cosas de las que te imaginas.

-o-

-Perl’s POV-:

—Levántate, cariño.

Abrí mis ojos al escuchar aquella voz ahora reconocible para todos mis sentidos. Me acurruqué aún más contra el blanco suelo y cerré mis ojos con fuerza. No quería verla. Déjame, déjame, déjame.

—Oh, cariño, pensé que nos estábamos divirtiendo. —me dijo acariciando mi cabello con dulzura y yo solo apreté los párpados más fuerte. Aléjate, quítame tus sucias manos de encima, loca, esquizofrénica.

— ¿Por qué no hablas, cielo?, ¿El gato te comió la lengua? —tomé su mano antes de que continuara acariciando una vez más mi cabello y la enfrenté. Sus ojos azules tornándose blancos por un momento, pero entonces volvieron a la normalidad con una sonrisa demente en su rostro.
—Aléjate de mí, perra. —gruñí con furia. Ella no iba a poder conmigo.
—Niña grosera, ¿dónde están tus modales? —me reprendió con diversión y sentí repugnancia ante su persona.
— ¡Maldita loca!, ¿qué quieres de mí? —grité en desesperación. ¿Dónde estás Lance?
— ¿Que qué quiero de ti? —se burló, carcajadas saliendo de su garganta cual hiena. Pero entonces su rostro se volvió serio y su mirada amenazante. —Tú no eres digna de poseer un poder como el que tienes, la Tierra no lo necesita, no eres necesaria aquí, ¡no mereces tener ese poder!
— ¡Pues te lo regalo, maldita sea!, ¡TOMALO!, ¡Haz lo que te pegue en gana! Pero déjame en paz.

Su sonrisa volvió y tenía una especie de ferocidad en sus ojos, casi podría decir que era envidia.

—Oh, cariño, yo no puedo tener el poder del Sol.
— ¿Entonces cuál es el punto de torturarme?, ¿por qué no matarme y listo? —lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, de desesperación, impotencia y enojo. ¿Por qué tenía que pasar por esto? Yo no pedí tener estos poderes.

La mujer me observó por un momento y me limpió una lágrima, yo volteé la mirada, pero entonces su mano se colocó en mi barbilla y me obligó a mirarla. Su cara tornándose aterradora ante su expresión esquizofrénica.
—Pero entonces, ¿dónde estaría la diversión del asunto?

Solté más lágrimas y agaché la cabeza soltando profundos sollozos. ¿Por qué a mí?

— ¿Quién eres?, ¿por qué me haces esto a mí?

Ella se levantó, pero no la miré, me dediqué a mirar mis manos mientras sentía su imponente mirada desde arriba.

—Soy Frida, pero estoy segura que has oído hablar de mí.

Entonces levanté el rostro, ¿he oído sobre ella?
Mi expresión fue un completo signo de interrogación, y segundos después ella me miro como si fuera un bicho insignificante. Pero en cuanto habló, me quedé helada. Sí, había oído hablar de ella, porque Ginger me lo dijo.
Entonces Frida dijo:

—Soy la diosa Luna

Sol y Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora