Palabra.

10.2K 598 139
                                    

"Entonces, yo lo derrotaré y te reclamaré como mía. Serás mi esposa".

Dijo Korra, quien se supone es mi mejor amigo, un Alfa. Uno que pelearía por darme la libertad a cambio de lealtad.

¿Cómo comenzó todo ésto?

Sencillo. Cuando mis padres decidieron emparejarme con un Alfa fuerte y prometedor, con bienes por montón y poder. Alguien digno para su hija Omega. Para la familia. Un espécimen que me cortaría las alas. Me convertiría solo en una fábrica de hacer cachorros y me alejaría de lo que amo, lo que adoro, la ingeniería. Hacer conocer los beneficios de la ciencia, construir, innovar, cambiar al mundo para bien.

A mis padres poco les importaba eso, o quizás por la guerra solo querían lo mejor para mí. Para su indefensa, extraña y extrovertida Omega, y es que una Omega no puede aspirar a tanto.

"Se trata de Iroh II, no lo podrás derrotar tan fácilmente Korra".

Iroh era un general, joven pero con experiencia, estatus, capacidad. Lo mejor de lo mejor para la heredera de la familia Sato. Pecho ancho, feroz cuando había que serlo, aunque no mostraba sus colmillos tanto como Korra, pero ese recato también lo hacía peligroso.

"Me estás subestimando Asami".

"Solo digo lo que creo, no quiero que te maten por mi culpa Korra" -Le dije al terco Alfa-

"Cuando vuelva de enfrentar a mi tío en el norte, ante todos reclamaré tu mano. Y él tendrá que probar de que está hecho. Y yo te demostraré que cumpliré con mi palabra".

Es lo que me había prometido Korra antes de partir. Un Alfa, que antes de ser la cúspide y lo más respetado de una especie, yo solo lo veía con quién había compartido años de mi vida, mi niñez, mis inocentes alegrías. Lágrimas, tonterías, logros y cariño.

Korra era el hijo del máximo guerrero y Jefe del sur, Tonraq de la familia Raava, y su madre, la señora Senna. Solo Senna porque una Omega no tiene derecho a poseer muchos títulos ni halagos al ser nombrada.

De pequeños habíamos sido contra muchos inseparables, luego de mi desarrollo sexual y el de Korra, nuestra relación cambio. Tuvimos que ser más distantes. Un Alfa y una Omega que no pertenecen a una misma familia no pueden tener una amistad pura sin ser mal vista. Mucho menos en la aristocracia, y mucho más que menos con una Omega virgen.

Aunque poco nos había importado muchas veces eso. Korra seguía siendo Korra para mi y nada más importaba. Y ahora que el destino no solo me separaría de mi familia sino también de mis sueños, verme tan destrozada le hizo idear el plan perfecto, o no tan perfecto. Pero si viable, un poco viable. No tenía más que eso. Ya lo había intentado todo.

"Pronto seremos mayores, tendremos veintiún años, podremos hacer lo que queramos. Alfas pueden tener cuántas esposas quieran así que no te preocupes".

Había aclarado Korra desde un comienzo tratando de que todo no sonará tan descabellado como era. Mi familia había esperado lo máximo que se puede esperar para hacerme casar. Enseñándome a ser sumisa y responsable, a ser una buena Omega y no gastar mi vida en un taller construyendo cosas sino a la sombra de mi Alfa.

Por su parte, Korra había estado en batalla yendo y viniendo desde los catorce años, por lo cual, ciertamente él tenía el poder y el título para reclamarme a pesar de mi compromiso. Era el príncipe del sur y próximo heredero al puesto de Jefe. Si Iroh no era lo suficientemente capaz para derrotar a Korra, debía ceder su lugar.

Para ser una sociedad tan bien construida la verdad todavía actuábamos como animales. Dónde Alfas por supuesto eran los más beneficiados. Podían aspirar a lo que quisieran, tener cuántos cachorros pudieran, y mujeres alcanzar, sin más límite que el estatus y la fuerza bruta. Que variaba en linaje y pureza de la sangre.

Finalmente, cuando fue el momento de la verdad, todo pasó muy rápido. Korra apareció con su traje de guerrero, piel y cabeza de lobo, maquillaje y su espada. Para, tal y como se vió venir, ser un completo escandalo. Pero al contrario de lo que creí o temía, Korra hizo morder el polvo a Iroh.

"No te hagas la sorprendida Asami. Estaba más que claro desde un principio que Korra derrotaría a Iroh. Venció al ejército del norte he hizo polvo a su tío él solo ¿Sabes cómo le llaman ahora? La Bestia del Sur".

Había dicho Opal en voz baja. Solo para que yo escuchara, muy cerca de mi. Y esa bestia, ese Alfa, sería mi esposo, con el que se supone que yo ganaría la libertad que tanto anhelaba.

La Bestia del SurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora