Capítulo 2

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-¿Has cenado ya Selena?-. Dice mi madre mientras bajo las escaleras que dan directamente al salón.

-No mamá, no tenía pensado hacerme de cenar.

La respuesta de mi madre es una mueca, le duele que no coma, pero hay veces que me lleno yo sola.

-¿A dónde vas con la toalla?-.

-La iba a llevar a lavar, me sequé con ella-.

-Ven siéntate.- Me dice acariciando el lado del sofá que está vacío, noto la soledad en su casa, se que está mal y pérdida y necesita el calor de su hija. No, mi padre no murió ni se fue sin decir nada; mi padre vive a 10 minutos de mi casa, tiene una familia que no es suya, y no sabe nada de mí desde las antiguas navidades.

Oye, no penséis que os quiero dar pena, la verdad es que no me interesa. Solo quiero poneros en situación, aunque no creo que haga falta, todos tenemos mierdas dentro de casa y todos estamos hechos mierda por alguien cercano.

Me siento al lado suya, coge la toalla humedecida le hace una especie de rollito y me lo introduce en el oído derecho con mucha delicadeza.

-¿Ves? Sigues siendo mi niña pequeña. Sigo teniéndote que limpiar los oídos.

-Narra Andy-

Mi pequeño ángel descansa, parece una pequeña ingenua mientras sueña.

Debería dormir, me recuerdo. Pero no puedo, no puedo dejar de hablar. Bueno, yo no; mi cabeza.

Debería irme pero ¿dónde? Es domingo y los gilipollas de mis compañeros seguro que están el algún agujero poniéndose hasta el culo de cocaína.

Ojalá poder ser como Riley, es un puto desecho humano y tiene una cama dónde dormir a gusto.

No os gustaría ser yo, os lo prometo. La montaña rusa es muy divertida cuándo te crees el puto amo y te puedes follar cualquier culo mientras te ríes de la vida creyendo poder controlarlo y modificar todo a tu gusto pero, cuando desciendes y sientes que estas en una esfera distorsionada y hay alguien apretándote fuerte el cuello y tapándote la boca, desearás pedirle al mismísimo demonio del infierno poder ascender hasta lo más alto, hasta donde el oxigeno no llega. Entonces, al bajar; habrá menos oxigeno creando así un puto bucle infinito del que no tengo cojones de salir.

¿Voy a pasarme toda mi puta vida negociando con el infierno?

Entonces, recuerdo que me dejé las llaves en casa de la niñata, olvidé su nombre. ¿Cómo coño contacto con ella? Tendré que ir por cojones a clases para pedirle las putas llaves a esa niña. Intenté que me agradase, es mentira; la niñata esa nunca me caerá bien, ¿Qué se cree llamándome payaso encima que le estoy enseñando a tocar? Vale que solo estuvimos dos tardes pero para mí pasaron cómo dos vidas, estar con ella es peor que estar con resaca.

Intento recordar su cara pero estoy demasiado bebido como para eso. Vuelvo a la cama, con entonces, la única persona de este mundo que comprende esta cabeza tan hecha mierda que tengo. Las sábanas están frías y ella ardiendo. Me acurruco por detrás de ella y acomodo su pelo largo y liso por encima de su cabecita. Su olor: una mezcla de tabaco, alcohol y vainilla, me es tan fascinante que me dan ganas de llevármela lejos y convivir con ese aroma toda mi penosa vida.

Noto como se mueve y pone muecas de dolor, se que no se merece esta vida. Riley es una reina, es una chica valiente, mi pequeña valiente. Se que no se merece ningún corte de sus muñecas tampoco que le sangre la pequeña nariz por culpa de la puta droga, pero ella decidió esta vida, decidió que yo fuese su vida. Os juro que odio esto, odio verla llorar y gritar que desea morir. Os juro que odio cuándo es dura consigo misma, odio cuándo llora de dolor por la mierda que mete a su espectacular cuerpo, pero yo vine arrasando con todo y no le dio tiempo a cubrirse de las llamas.

Os lo digo de verdad, ojalá poder salvarla de mí pero el fuego se veía de lejos.

IlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora