Capítulo 2

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Un nuevo día llegó, Lenna abrió el local y se posicionó detrás del mostrador. Media hora después de abrir, la señora Kingsley entró para comprar un candelabro, y a media mañana volvió por las velas. Le agradaba la señora Kingsley, era una señora mayor, que se conservaba muy bien para la edad que tenía, aunque no sabía a ciencia cierta qué edad tenía. Fue la primera en tocar a la puerta de Melisa, donde ella se hospedó un tiempo apenas llegó al pueblo, para darle la bienvenida, y también había sido la encargada de divulgar por todo el pueblo su llegada.

Recordaba su desesperación aquel día de tormenta, cada 10 segundos el cielo se iluminaba con un relámpago, y segundos después el incesante sonido de la lluvia al golpear contra la chapa y los vidrios de su auto, que se había detenido a falta de combustible, era interrumpido por un ensordecedor trueno. Estaba aterrada y con frío. De repente alguien golpeó la ventanilla y la iluminó con una linterna. Ese día había conocido a Tony y a Melisa, él la llevó a su casa y la hospedaron hasta que ella consiguió un departamento y un trabajo en el café del pueblo, que luego dejó para comenzar a atender en el negocio de Meli.

El sonido de la campanilla la llevó de nuevo a la realidad. Llevó su mirada a la puerta, y se encontró con un hombre alto, muy apuesto, de cabellos negros y ojos muy oscuros. La boca se le secó y su corazón se aceleró. Comenzó a ponerse nerviosa, ella nunca reaccionaba de esa manera frente a los hombres, de hecho intentaba mantenerlos a distancia, no entendía para nada lo que le sucedía a su cuerpo. Se obligó a despegar los ojos de sus labios y comportarse profesionalmente.

-Buenas tardes, señor. Puedo ayudarlo con algo?

Él sólo se mantenía en silencio, mirándola intensamente, podía notar a la distancia que se encontraba, que su respiración era trabajosa, pensó que tal vez hubiera llegado corriendo, pero no daba esa impresión.

-Se encuentra bien?- intentó de nuevo.

Esta vez el dió un paso para acercarse más a ella, y ella comenzó a sentir cierto temor, y pareció que él lo notó, porque dio un paso para atrás. Lenna se obligó a relajarse, los hombros había comenzado a dolerle por la tensión.

-Necesita que llame a algún familiar o a la policía?

Él sonrió y se iba a volver a acercar, pero la campanilla de la puerta sonó, y la señora Kingsley volvió a entrar por tercera vez ese día al local. Lenna desvió sólo un momento la mirada, pero cuando volvió a dirigirla al hombre, este había desaparecido, dejándola a ella con una extraña sensación de vacío.

-Buenas tardes, señora Kingsley- susurró todavía impresionada por el misterioso hombre.

-Hola, querida. Sabes? estuve pensando... y creo que mejor que un candelabro, es una lámpara a querosene. Qué opinas?

-Depende para qué.

-Para cuando se va la luz...

-Lo más práctico es una linterna...

-Esas cosas modernas no me gustan. Qué pasa si te quedas sin pilas?

-Lo mismo que pasa cuando se queda sin querosene, señora Kingsley.

-Pero puedes tener un poco guardado de reserva...- dijo satisfecha de creerse más lista.

-Igual que puede tener guardado un juego de pilas.

-Hmm... es verdad. Eres lista...

-Gracias- sonrió ella.

-De todas maneras me llevaré la lámpara.

Cuando estaba envolviendo la lámpara de la señora Kingsley, la puerta volvió a abrirse, Lenna rápidamente desvió la mirada hacia el lugar, se maldijo por sentirse decepcionada por ver a su amiga, era estúpido querer ver a un hombre que en un primer momento la había aterrado. Le entregó el paquete a la anciana mientras Melisa pasaba detrás del mostrador.

-Cómo estás?- preguntó abrazando a su amiga.

-Bien y tú?

-Bien!

-Cómo te fue en la cena?

-Más entretenida de lo que esperaba- respondió recordando cómo Tony había tenido que sujetar a Derek para que no saliera corriendo a buscar a su compañera.

-Me alegro que te hayas divertido!

-Si... esta noche haremos una fiesta...

-Otra?

-Lo de anoche fue una cena familiar... esta es una fiesta para todo el pueblo... y estás invitada!

-Yo no conozco a tu cuñado, Meli. No creo que sea correcto que yo vaya...

-Pero tienes que ir! Por favor! Así podrás conocerlo, y quién sabe....

-Sé a donde quieres llegar. Y te dije que no estoy lista para una relación. Mucho menos con un hombre al que no conozco... Para eso salgo con Tom!- terminó riendo.

-Nunca se sabe cuando encontrarás el amor...

-El amor no fue hecho para mí.

-Vamos, Lenn! Una fiesta en este aburrido pueblo... en serio te las vas a perder?

-Tienes razón, es un evento que tal vez no vuelva a ver.-dijo riendo- Ire.

La sonrisa de su amiga hizo que se arrepintiera al instante, pero no dejó que se echara para atrás.

La tarde terminó tranquila luego de que Melisa volviera a su casa con su hijo. Cuando llegó la hora, Lenna cerró la puerta y bajó la persiana metálica. Al llegar el atardecer había comenzado a sentir una inexplicable angustia, que creyó que se iría con un relajante baño y una rica cena. Pensó por un momento en la fiesta de esa noche, en cómo sería el hermano de Tony, cuánta gente habría, y una nueva pregunta surgió en su mente. Iría el misterioso y atractivo hombre?

Estaba muy concentrada en cerrar bien el candado y todas las preguntas de su cabeza, y no sintió cuando un hombre se acercó por detrás, abrazándola por la cintura.

-Hola preciosa- sintió su respiración en su nuca y resopló de manera nada femenina.

-Suéltame, Tom.- se giró para empujarlo, pero él aprovechó para acorralarla contra la pared.

-No puedes escapar por siempre, lindura.

-Aléjate, Tom.- estaba comenzando a hiperventilar, no le gustaba para nada estar en esa situación.-Qué quieres ahora?

-Tú sabes lo que quiero.- dijo mirándola con lascivia.

-Y yo te dije que no pienso dártelo. No me gusta esto. Aléjate!

-No lo haré, hasta que no aceptes una cita conmigo. Sabes que tarde o temprano te tendré, es sólo cuestión de tiempo.

-Nunca me tendrás. Déjame tranquila!- su mente gritó en silencio, llamando a un hombre sin nombre. Ni siquiera sabía porque pensaba en él mientras otro hombre la tenía acorralada en contra de su voluntad.

Tom estaba muy cerca, había comenzado a bajar la cabeza con la clara intención de besarla, algo que ella no quería por nada del mundo. Giró la cara y cerró los ojos con fuerza, pero entonces él se detuvo. Sintió como despacio se separaba de su cuerpo, y sólo entonces lo vio. El misterioso hombre que había entrado esa tarde al local estaba a un par de metros, con una mirada cargada de furia dirigida a Tom... y gruñía.

No te alejes de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora