Los desterrados estaban dando demasiados problemas. Habían sufrido tres ataques en lo que iba del año. No podían darse el lujo de seguir perdiendo a sus mujeres.
Estaba nervioso, los dolores de su cuerpo iban en aumento, y realmente temía el momento en que sus órganos comenzaran a fallar. No le había dicho nada a nadie, tal vez pensaran que había rechazado a su compañera, pero aquello era algo que por nada del mundo haría.
Caminó intranquilo entre sus hombres, no podía concentrarse por completo en el problema, Lenna ocupaba sus pensamientos todo el día, y agradecía en cierta forma que ella no estuviera allí, o correría más riesgos que cualquiera. Debía pensar en una solución rápidamente.
Sintió un leve mareo, pero llegó a agarrarse del respaldo de una de las sillas que había en el despacho.
-Se encuentra bien, Alpha?
-ss...- no terminó de hablar, porque ya estaba desparramado por el piso. La voz del Beta dio la orden de llamar al médico, y entre dos hombre lo cargaron hasta su habitación.
La situación era crítica. El Alpha de la manada había entrado en una especie de coma, del que nadie estaba seguro si saldría, al no tener precedentes.
No había líder que guiara a la manada en el peligro que vivían, que los organizara.
***
Tres semanas habían pasado desde la última vez que había visto a Derek, su cuerpo seguía doliendo, pero ya se había acostumbrado al dolor.
Sin embargo, una mañana sus rodillas fallaron, y su pecho dolió como si le estuvieran arrancando el corazón. Esperaba que su lobo no estuviera sufriendo de la misma manera, no le deseaba eso, se maldecía una y mil veces por haberle pedido que se aleje, y lo maldecía a él por haberle hecho caso.
A media mañana Melisa entró con los ojos rojos por el llanto.
-Meli! Qué sucedió?- un escalofrío recorrió su espalda, anticipando lo que su amiga le diría.
-Derek- sollozó- está mal...
-Qué le pasó?- Lenna en ese momento temblaba.
-Todos pensamos que te había rechazado, pero no lo hizo, y ahora él cayó en una especie de coma del que nadie sabe nada, y no sabemos si saldrá.
-Yo... yo no sabía...-las lágrimas caían por las mejillas de la jóven, y corrió a abrazar a su amiga.
-No sabemos qué hacer! No sabemos si existe una solución!
-Ojalá pudiera hacer algo, Meli! Te juro que yo no sabía que a él le pasaría esto! Lo juro!
-Los ancianos creen que... olvídalo....-se secó las lágrimas con fuerza.
-Qué? Qué creen los ancianos?
-Tú querías a Derek... o no?
-Si...-susurró Lenna.
-Por qué te alejaste, entonces?
-Quería que me amara...- una nueva lágrima se deslizó por su mejilla.
-Él te amaba, Lenn.
-No. Él seguía los dictámenes de la Diosa Luna. Si ella no hubiera interferido, Derek no me hubiese ni mirado. Lo siento, quería un sentimiento sincero, y no impuesto.
-Hay muchas cosas que no entiendes de nosotros, Lenn... Tal vez si hubieran tenido más tiempo, si él te hubiera explicado como funciona todo...
-No hay ninguna esperanza?
-No lo sabemos... Los ancianos piensan que tal vez, si tu te acercas al Alpha, despierte...
-Podría?- Los ojos de la chica se iluminaron de esperanza.
-No lo saben con exactitud...
-Meli... Puedes cubrirme? Tengo que ir al bosque!- Abrazó a su amiga y salió corriendo en dirección del territorio de los lobos. Su amiga le gritó que se tomara el tiempo que necesitara y le arrojó las llaves de su auto.
Cuando estaba llegando apretó con fuerza la cadena que tenía en el cuello desde que Derek se la había regalado, era lo único que debía mostrar en la puerta de entrada para que la dejaran pasar. A menos que Derek hubiera cambiado las indicaciones, realmente esperaba que no.
Dos grandes puertas se abrieron cuando estaba llegando, pero la detuvieron al ver que quien manejaba no era la esposa del Beta, sino una mujer totalmente desconocida para ellos. Todos se pusieron alerta, podría ser una trampa de los desterrados, y ellos se encontraban en un momento de vulnerabilidad al no tener un líder.
-Lo siento señorita, pero no puede pasar. Le voy a pedir que de la vuelta y se retire.
-Tengo que ver a Derek!... Al Alpha?
-El Alpha no se encuentra disponible en este momento. Retírese, por favor.
-Tengo algo... esto me lo dio él...- metió la mano debajo del cuello de su blusa, y los hombres comenzaron a gruñir. Inmediatamente levantó ambas manos.- Es una cadena, él dijo que si ustedes la veían podría entran sin problemas... Puedo?
El hombre que se encontraba más cerca hizo una seña a los demás, que adquirieron una posición de defensa, luego la miró a ella y esperó a que sacara su pase de entrada.
Cuando vieron que se trataba de su Luna, todos hicieron una reverencia. Inmediatamente le dieron paso con una sonrisa.
Lenna se apresuró para llegar a la casa, en la puerta, un hombre mayor la esperaba para guiarla hasta la habitación donde el hombre que amaba se encontraba. Se paró en seco cuando lo vió. Estaba mucho más delgado que la última vez que lo vio, su rostro reflejaba sufrimiento, y su estado general expresaba vulnerabilidad.
Se acercó despacio y se sentó a su lado.
-Derek? Despierta- susurró. Miró al anciano, que no se había movido de la puerta, esperando ver a su Alpha despertar, con la mirada triste negó con la cabeza.
-No sabemos que pueda hacer que despierte.
-Y si lo beso?
-Esto no es un cuento de fantasía, Luna.
-Pues en mi mundo de realidad tampoco deberían existir los hombres lobo. Y aquí estamos, intentando que uno de ellos despierte.
-Lo siento, Luna. Tiene razón.. debemos intentarlo todo.
Lenna se acercó despacio a su rostro y lo besó.

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No te alejes de mi
Hombres LoboDerek Linner regresa a su manada luego de 10 años fuera, buscando a su compañera. Lo último que esperaba era encontrársela entre su gente, y que fuera una humana. Ahora tiene que ir despacio, enamorarla, y rogar a la Diosa Luna que ella no le tema.