Capítulo 5

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Después de lo que me dijo Josh ya no tenía ganas de pasar más tiempo con él, así que decidí dar la vuelta y regresar a mi habitación sin decirle nada. Me recosté en la cama con un nudo en mi garganta y me quede dormida.

No sé cuánto tiempo había pasado dormida pero empezaba a tener hambre y como no conocía la casa no sabía dónde estaba la cocina y no tuve más opción que buscar a Josh para pedirle algo de comida, me dispuse a salir de mi habitación, cruzar el pasillo y tocar la puerta de Josh pero no la abría, solo se escuchaba un suave sonido que provenía de adentro, quizás estaba dormido, gire el picaporte de la puerta y esta se abrió con facilidad sabía que estaba invadiendo su privacidad pero la curiosidad me invadía, al entra me di cuenta que su habitación era mucho más grande que la mía, tenía una enorme cama con sabanas azules y junto a ella una mesita de madera, al fondo estaba una puerta cerrada, quizás él estaría allí, desde donde estaba vi un pequeño cuadrado negro que estaba sobre la mesa, de allí venia la melodía que había escuchado antes, era un pequeño reproductor de música.

Me quede escuchando la canción que se había empezado a reproducir era triste; demasiado a mi parecer, me acerque a la mesa y vi que junto al reproductor habían una pila de papeles, eran cartas, algunas estaban abiertas, tome una y me di cuenta que mi nombre estaba escrito en letras grandes al frente del sobre, eran cartas dirigidas a mí, esto me parecía extraño ¿por qué Josh tenía esas cartas? ¿Quién me las había enviado? Quizás él era el autor de las cartas, eso tendría más sentido, que las hubiese guardado o algo sí, aguarde en el bolsillo de mis jeans la carta que tenía en mis manos y me di la vuelta para salir de allí, estaba por llegar a la puerta cuando escuche un ruido y me gire.

La puerta que estaba en el fondo se abrió y salió Josh, me vio con una expresión confundida, se acercó a la mesa y apago el reproductor, sus ojos estaban rojos e hinchados, parecía triste.

— ¿No sabes tocar la puerta?—me pregunto frotándose los ojos.

—Lo hice pero no abriste—dije en un susurro, me sentía descubierta, creía que en cualquier momento se daría cuenta de la carta que estaba en mi bolsillo y me la quitaría.

—No importa—se quedó callado por unos segundos mientras arrugaba su ceño y mordía su labio inferir, parecía que quería decir algo pero no se animaba— Lo lamento, no debí decirte lo de Alexa de esa manera, fue insensible de mi parte—dijo por fin.

—Estoy de acuerdo contigo, no debiste decirlo así pero estoy segura que si no me lo decías tú nadie más lo haría.

— ¿Querías algo?— pregunto ignorando lo que dije anteriormente— Supongo que por algo estas aquí.

—Sí, necesito comer, disculpa que te moleste pero aun no conozco la casa ni a nadie más que a ti y a Adam y al parecer él no está.

—Por supuesto, mientras llegamos a la cocina puedo mostrarte parte de la casa— solo quería comer e ir a mi habitación para poder leer la carta pero no podía decirle eso.

—Está bien— me limite a responder, salimos de su habitación y bajamos los escalones, ahora nos encontrábamos en una sala y en ella habían unos sofás negros que lucían muy elegantes, me senté en uno de ellos y observe las paredes, habían varias fotografías enmarcadas colgadas y en la pared que tenía frente a mí estaba un enorme cuadro con seis personas pintadas en él, pude distinguir a Adam y Josh quienes estaban al lado izquierdo de un hombre de cabello negro sentando en un sofá rojo y junto a él estaba una señora, la madre de los gemelos, del lado derecho estaba una chica y un chico, él tenía el cabello rubio y sus ojos eran verdes como los de Adam, la chica en cambio era como una versión femenina de Josh, cabello negro y ojos negros, tenía una enorme sonrisa en sus labios, a decir verdad ella era la única que sonreía, los seis eran de tez blanca y lucían elegantes y perfectos.

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