-¡Le aseguro que yo la ví, señor inspector! -exclamó el joven desesperado -¡Vi a la persona!
Tomándolo con firmeza del brazo Cabtol lo asió contra sí y le susurró con cierta fiereza:
-Usted no debería hacer declaraciones así públicamente, incensato.
El muchacho tambaleó cuando el inspector lo liberó de su agarre. Todos los presentes, tanto los que ya habían sido interrogados y no se habían retirado por curiosidad, como los que aún aguardaban por su turno miraban la escena atentamente.
-Con su permiso, señorita Jones, el joven pasará antes que usted -se dirigió con gran cortesía a la mujer que le correspondía el siguiente turno.
Ansioso por hablar por fin, el joven apuraba al inspector con la mirada sin notar que el ayudante de este lo contemplaba con desaprobación.
-No se preocupe por mi por favor. Adelante. Yo solo he venido a colaborar en lo posible, haga usted su trabajo, inspector.
Clark Cabtol le agradeció la consideración con una leve inclinación de cabeza antes de voltearse al muchacho que tan escandalosamente había interrumpido el curso de su investigación.
-Sígame -le dijo lo más educadamente que le fue posible antes de adelantarse en el cuarto continuo regañando entre dientes.
Una vez dentro, se volteó al joven.
-¿Cómo se le ocurre lanzar una declaración así? ¿No se imagina lo riesgoso que puede ser?
El muchacho balbuceó sintiendose por primera vez perturbado por las miradas acusadoras del inspector y su ayudante.
-Yo... yo solo quiero ayudar...
-Me imagino -le aseguró Cabtol calmándose un poco -pero si el asesino estaba ahí afuera, usted corre ahora peligro señor...
-Me llamo Tom, Tom Henkins, señor -susurró tragando saliva -lamento mi brusca aparición.
-Bueno, es muy tarde para arrepentirse. Dígame por favor que le trajo aquí y sobre todo, de esa manera tan precipitada.
Indicándole que tomara asiento señalándole una silla, Cabtol hizo lo propio en un sofá justo en frente.
-Soy cartero y repartidos de periódicos, señor. Me levanto muy temprano cada mañana. Hoy vi algo muy peculiar. Una sombra muy extraña cerca a la panadería. No le di gran importancia y seguí con mi labor hasta que supe del asesinato de Claire. Inmediatamente me dije que lo que yo había visto tenía, en definitiva, relación con el asunto por lo que decidí que mi deber era informarle lo antes posible. Estoy convencido que la persona a quien yo vi era el asesino, señor.
-¿A qué hora fue aquello?
-A las cinco y cuarentaicinco, señor.
-¿Recuerda algún detalle de la sombra? ¿Está seguro de que su mente no le jugó una mala pasada? El más mínimo detalle es de suma relevancia -le advirtió el inspector.
-Estoy seguro de lo que vi -afirmó Tom -No podría decir si se trataba de un hombre o una mujer, pero si se trataba de uno de nuestros congéneres, era ligeramente bajo. Parecía estar envuelto en varias telas y llevaba el rostro cubierto. Me dio la impresión de ser un mendigo, bastante sucio por cierto. Lo peculiar era su andar. Estuvo escondido, como encogido, acechando los cristales de la panadería, pero cuando avansó para acercarse lo hizo con cierta elegancia, lo que me impresionó bastante.
-Menciona usted muchos detalles, teniendo en cuenta que si estaba ejerciendo su oficio debía estar caminando o yendo en su bicicleta a una velocidad conciderable -sonrió con astucia el inspector.
El joven se sonrojó de manera evidente.
-Sospecho que usted haría una pequeña pausa por ahí -continuó Cabtol -¿no habría quizás algún motivo que atrajese su atención en la panadería? ¿Alguien?
-Debo confesar que Claire me gusta...gustaba bastante -el muchacho bajó la mirada avergonzado mostrando un visible dolor al verse obligado a hablar en tiempo pasado de la francesita.
-¿Suele parar por la panadería? ¿Alguien sabe de su costumbre de hacerlo?
-Creo que nadie. Es decir... Claire me vio alguna vez y me saludó siempre con alegría. Me correspondía, señor. Fuera de ella, estoy casi convencido de que los demás ignoraban mis paradas. Aunque no veo la importancia de esos detalles ¿Es que la sombra no le interesa? -preguntó con cierta desilución.
-Por el contrario, señor Henkins, me interesa en un grado que ni imagina. Oh sí, me interesa muchísimo. ¿Qué más vio usted?
-No mucho, tenía una cantidad considerable de cosas para repartir y Claire bajó unos diez minutos más tarde de lo usual, de manera que ya había perdido bastante tiempo. La sombra llegó en el interín. Una vez que vi a Claire, seguí con mi rumbo.
-¿Cómo supo de la muerte de la joven?
-Todos en el pueblo hablando de eso, señor.
-Buen punto -concedió el inspector -creo que eso será todo, joven. Le agradesco mucho su aporte.
-¿Buscará usted entonces al andrajoso ser?
-Sin descanso -le aseguró -alguien debe haber notado a tan peculiar figura. Le pido ahora que por favor se retire. He de seguir con los interrogatorios.
-Por supuesto -el joven se mostraba bastante aliviado de haber podido hablar al fin y se puso de pie con ligereza.
-Una cosa, señor Henkins, al salir, sígame la corriente.
Tom asintió. El ayudante del inspector se adelantó a abrirles la puerta a ambos.
-Es una pena que no haya podido usted distinguir rostro alguno, joven -dijo con claridad el inspector -lamentablemente no ha sido de mucha ayuda su información.
Si bien su tono de voz no fue más alto del normal, Cabtol se aseguró de que fuera oído por todos en la salita. Algunos se voltearon con curiosidad mientras otros supieron disimularla.
-Es verdaderamente triste, señor. Mi intención era únicamente colaborar, espero no haberle hecho perder mucho tiempo -Tom representó perfectamente su papel tendiéndole una mano al inspector, quien se la estrechó.
-Un joven interesante -comentó el ayudante de manera que solo su jefe lo oyera.
Todos los presentes contemplaron la salida del joven. Casi todos... Jane Kippling miraba con desconcierto una mesita. Cuando el joven había llegado, le había dispuesto una tasa de té y la había dejado ahí a la espera de que terminara. Al notar que la puerta se abría, se había parado para ir a ofrecérsela y en los minutos que se había volteado para oír la despedida, esta había desaparecido. Era tanta la gente dando vueltas en el cuartito que le hubiera sido imposible precisar si alguien de los que estaba cerca la había tomado por error o si la persona ya se había alejado. No queriendo armar escándalo por una simple tasa de té, guardó silencio. Para su sorpresa, descubrió que el inspector la examinaba con interés. Sin embargo la duda regresó a su mente ¿Qué podría haber pasado con la tasa mientras que el joven intercambiaba las últimas palabras con el inspector?
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En la vicaría
Narrativa StoricaComodidad, tranquilidad y alegría. En la pequeña vicaría de un pueblito inglés (1940 aprox) los Kippling no habían experimentado nada más en los meses que llevaban casados. Ambos estaban muy satisfechos con sus decisiones y la amistad y respeto que...