Capítulo dos

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*Presente*
Elizabeth estaba caminando por las frías calles de Bruselas, cada paso con actitud decidida y segura la llevarían a ver a sus amigos de aventuras. Estaba impaciente de verlos a ambos, en especial al más joven y su corazón acelerado era una prueba de esto. >>Solo unos pasos más y nos reencontraremos<<.
La distancia entre ellos no fue mucha, pero la ausencia de verse a los ojos parecía de siglos. Tintín y Elizabeth se habían enviado cartas durante estos dos años, de alguna forma estaban en comunicación, pero para ambos quedaba claro que un eran las mismas circunstancias sino estaban cerca. Por lo que este día era uno de gloria para los dos jóvenes.
Elizabeth no sentía el frío en su rostro, la emoción consumía toda sensación de escalofríos. Su abrigo rojo también ayudaba con el mal tiempo.
Rápidamente llegó a la estación de trenes y buscando con la mirada observaba algún indicio de sus compañeros, pero la cantidad de personas no ayudaba a su vista, se sintió inútil, su baja estatura tampoco le servía de mucho, pero luego lo observó. El joven Tintín estaba corriendo junto a su perro Milú y un viejo capitán lo seguía cansado. Elizabeth feliz corrió a su encuentro con el muchacho, bajó rápido las escaleras de piedra y sin pensarlo se lanzó en los brazos de su amigo.
-Te dije que nos veríamos pronto- dijo la chica sin dejar de abrazarlo.
-Ya veo que cumpliste tu palabra.-
Los dos seguían tomados en un abrazo, pero unos segundos después se despegaron. Tintín acarició la mejilla de Elizabeth, a lo que ella río como muestra de alegría. Tal vez las pocas palabras que salían en ese momento era poco para expresar lo que ambos sentían, pero el brillo de sus ojos no los dejaba mentir. La mano del chico paso al cabello negro de la joven, estaba sorprendido por el cambio de su amada.
-¡Tu cabello!-
-Te dije que lo cortaría, antes hacía mucho calor-
-Te ves hermosa-
Ya con un leve sonrojo Elizabeth agradeció el cumplido y divisó la mirada del chico acercarse a la suya, sorprendida comprendió lo que estaba pasando, él estaba a punto de besarla pero los planes de Tintín no salieron acorde a su imaginación. Haddock había interrumpido el momento abrazando con fuerza a los dos chicos, cosa que los sorprendió y exaltó para mal.
-¡Elizabeth, tanto tiempo sin verte niña!- gritaba Haddock.
-¡Capitán me alegra verlo también!, pero le suplico que me suelte, aprieta mucho-
-Confirmo capitán-
Haddock dejó a ambos libres y los dos pudieron respirar al fin.
-Tu cabello Eli-
-Oh, esto- señaló su cabello corto en capas- Bueno necesitaba un nuevo look, ya sabe nuevo año, nueva yo-
-Te ves muy bien niña, ¿no lo crees Tintín?-
-Ah, claro capitán-
-Gracias chicos-
Sin perder más tiempo Elizabeth los llevó por unas calles solitarias de la ciudad, tal vez no conocía bien la ciudad entera pero ese escondite lo reconocía al instante, es viejo pasadizo los llevo a un estrecho lugar, que lograron pasar pegados a la pared. Ambos caballero seguían a la muchacha sin preguntar, Elizabeth les comentaba que estaban cerca del lugar.
Después de salir a una calle solitaria y por el aspecto del lugar era de bajos recursos, por la cantidad de basura y mugre en la acera, la chica se giró frente a sus amigos con entusiasmo.
Extendió ambos brazos con júbilo y expresó que este era el lugar de encuentro, Haddock y Tintín observaban el viejo edificio de ladrillo con desprecio y duda, no estaba claro porque Elizabeth los llevaría hacia un edificio abandonado y viejo.
-Aquí es, sólo dejen llamar a la puerta-
Unos tres toques a la vieja puerta de madera fueron suficiente para que un elegante mayordomo saliera a su encuentro. Con un saludo cortés los tres chicos ingresaron a un lugar distinto, la vieja fachada escondía un elegante lugar adornado con lujos y un papel tapiz color carmín, que resaltaba entre tanto color oro de los adornos.
-Ahora entiendo la fachada exterior- dijo Haddock con asombro; sus ojos se posaban en cada objeto de valor.
-Les dije que era un buen lugar para escondernos, ahora vengan, necesito que conozcan a ciertas personas. Elizabeth guiaba a sus amigos por el corto pasillo, era algo estrecho pero no perdía todo el estilo lujoso, las paredes estaban tapizadas por un hermoso color carmín, y los toques dorados en forma de flores le daban un estilo muy elegante, pronto Tintín, Haddock y Milú pasaron por una ancha puerta de madera, dando a un salón con chimenea, siendo alumbrado únicamente por esta.
-Jefe, ya estamos aquí- Elizabeth se había dirigido a una persona sentada en esa enorme silla dando la espalda, la “sombra” asintió y dejó su puro a un lado, se podía observar cómo se incorporaba frente a la chimenea.
-Gracias Eli- la voz masculina que resonaba mostraba tintes de tranquilidad. Era una de esas voces, que podían delatar sus intenciones, pero esta sonaba muy en paz.
-Disculpe, no quiero sonar impertinente, pero… ¿Quién es usted?- Tintín parecía confundido y algo desorientado por haber llegado a ese lugar.
-No se preocupe jovencito. Aquella sombra se mostró ante ellos- Bienvenidos compañeros, a esta humilde y secreta sociedad, o debería decir parte de la CIA. Ya saben estos gastos deben verse en algún lado ¿no?-
Aquel hombre no parecía ser malvado, era bastante bonachón, con una barba no muy larga, dejaba notar los años en sus notorias canas pero, al parecer era una persona de muy buen vestir, su traje elegante con pañoleta azul lo confirmaban. Estaba fumando aquel puro, Haddock inmediatamente replicó por uno similar, a lo que el hombre accedió.
Tintín y los otros se mostraban aún o peor, no estaban entendiendo lo que pasaba.
Al lado del hombre con aspecto canoso, una sombra más bajita y de apariencia masculina caminaba en dirección de Elizabeth, al parecer era un joven, más o menos de la edad de Elizabeth y el chico pelirrojo, llevaba un curioso gorro café, su pelo era negro y llevaba puesto un abrigo marrón, con unos pantaloncillos cortos. Era de buena apariencia, lo que más resaltaba de él, era su piel blanquecina y esos ojos color verde.
Una sensación extraña invadió  Tintín, sentía una especia de alerta interna, pero no sabía el por qué.
-Lo que quiere decir Jefe, es que ya son parte de nuestro plan de acción- decía entusiasmado aquel joven- Por cierto, casi lo olvido, mi nombre es Marc, él es jefe y Elizabeth, por lo que veo ya la conocen-
-Marc, ya les conté todo lo que pasa con los robos-
-Ya…, bueno, sean bienvenidos a este lugar, siempre y cuando lo mantengan en secreto-
- Entonces, ¿ya saben todo lo que ha estado ocurriendo?- Jefe se acercaba a ellos indicándoles dónde sentarse.
-Sí, Elizabeth nos contó algo, pero… ¿en qué puedo ayudarle?, no soy un agente, sólo un reportero.
-¡Exactamente eso es lo que necesitamos!, permítame serle sincero- Jefe sacó un periódico con una fecha pasada, adjuntando otro con una reciente, en ellos se podía ver en primera plana al chico pelirrojo junto a su perro y el capitán, los títulos mostraban frases como “El reportero Tintín lo vuelve a hacer” “el unicornio regresa a su legítimo dueño” “Zakarine, es llevado a prisión por acusación de asesinato”, Tintiín observó aquellas primeras planas y los recuerdos de su viaje anterior volvieron a su conciencia, había olvidado que esos títulos le regresaban a una fama casi sin importancia para él.
-El unicornio…
- Así es, joven Tintín, conocemos todo lo que ha hecho y nos parece que puede ser pieza clave en este rompecabezas, no sólo se tratan de robos sin algún ladrón, lo que desconocen los medios son los crimines no vistos.
-Disculpen, me parece que soy sólo un viejo capitán, no le encuentro sentido que esté aquí-
-Capitán, usted también sirvió de mucho apoyo para mi agente, estamos agradecidos por su honesta contribución-
El capitán se sintió halagado por tal comentario,
-¿Entonces en qué puedo ayudarles?- preguntó el joven.
-Necesitamos a alguien que vigile la ciudad, confiamos en sus habilidades para descubrir al ladrón, la agente Elizabeth estará a su lado para su ayuda- comentaba jefe apuntado hacia la chica.
Tintín sonrío ante tal noticia y ambos jóvenes sonrieron simultáneamente, Elizabeth fue la primera en apartar su vista del muchacho, no pudo evitar ruborizarse, Marc y jefe se percataron de este gesto, el mayor parecía reír de manera interna pero el más joven parecía molesto.
-Bien, ¿alguna otra cosa Jefe?-
-Joven Tintín, usted haga lo que más sabes hacer, investigar  y dar en el clavo, puede informale a Elizabeth sobre algún percance y nosotros estaremos al tanto, ¿de acuerdo?-
-Entendido- dijo firme.
Jefe terminó de dar algunos consejos como: “ser discretos”, “no fiarse de nadie”, “estar siempre en comunicación con el equipo”.
Pasando unos veinte minutos más, Tintín, Elizabeth y Haddock salieron del edificio secreto, Elizabeth los guio por un pasadizo secreto y salieron nuevamente a la calle principal de la estación de trenes de antes.
-¿Ahora qué sigue Eli?- preguntaba Haddock.
-Quiero ir a un museo, el principal de esta ciudad, ¿conocen uno?-
-Sé cuál nos puede ayudar-
Tintín ahora el guía de esta misión, todos sus amigos lo siguieron por la calles empedradas de Bruselas, el museo de Magritte no estaba lejos de la estación y era uno de los principales en la ciudad. En poco menos de quince minutos todos llegaron al gran museo, pasaron sus respectivas entradas y observaron todo el lugar, era un museo con obras interesantes, se presumía que la más famosa de ellas era la llamada “el espejo falso” de René Magritte de 1928. La obra en sí constaba de un gran ojo viendo al espectador, dejando ver en su pupila un paisaje de nubes y cielo despejado, a la par conservaba la pupila negra, como si se tratase de una ventana hacia el cielo.
-wow, Esta pintura es interesante-
-Nunca fui fanático del arte, a decir verdad, los museos me aburren un poco, no sé por qué acepté estar aquí- exaltaba Haddock.
-¿Tal vez porque Jefe lo halagó?- mencionó Elizabeth.
-Oh… ¡no me juzgues jovencita!- gritaba el capitán.
-Capitán debe mantener silencio dentro del museo, no queremos que nos corran- intervenía Tintín.
Elizabeth reía en silencio y Haddock la miraba con enojo, Tintín sólo suspiró y siguió buscando.
-¡Chicos esto es serio, hay que mantener la postura!-
-Tintín, hay tantas posibilidades de que no suceda nada- comentaba la joven.
-¿Entonces porque pidieron mi ayuda?-
-Tú conoces mejor que nada esta ciudad-
-¿Y se hacen llamar la CIA?- replicaba con sarcasmo.
Elizabeth quedó con tal comentario y de inmediato sintió su cara arder… de enojo.
-¡Sé que no somos perfectos pero esta investigación lleva meses en ser estudiada incluso antes de que se te llamara, mantén un poco de respeto hacia mi trabajo!-
Tintín y el capitán estaban callados, no entendían porque Elizabeth estaba actuando de esa forma. Haddock sólo la ignoró y el más joven la trató de calmar.
-Vamos Eli, no necesitas estar de ese modo, no fue mi intención-
-Acepto la disculpa, pero respeta- decía dando pucheros.
Tintín rodó los ojos y un estruendo inundó la habitación, al parecer algo muy pesado había caído en el lugar, los tres amigos dieron vuelta hacia el tremendo sonido, puesto que estaban intrigados, dieron vuelta a otra habitación y de inmediato una luz roja resonó por todo el lugar. La alarma había sonados alertando a los policías del museo. Tintín tomó de la mano de Elizabeth y corrió en la misma dirección que los policías, Haddock junto a Mílú corrieron también.
Tintín y Elizabeth seguían a los guardias de seguridad, alcanzando a observar una figura negra saliendo por la ventana. Entre tanto bullicio ambos jóvenes no alcanzaron a ver qué objeto llevaba aquella figura, y los guardias los habían echado del lugar por motivos de seguridad.


Joder, vaya puta travesía que he tenido estos meses en conseguir una computadora, puesto que la mía murió y todos los capítulos que tenía guardados se quedaron ahí. Afortunadamente las cosas clave me acuerdo muy bien… o algo, por lo que si llego a equivocarme en algo será mua culpa y mi poca memoria.
Espero no esté tan largo el cap, porque en verdad ya quería seguir con este fic y me divierto mucho escribiendo y eso.
Dejen su review, crítica o comentario, los veo en otra publicación.






















Las aventuras de Tintin: La incógnita del Elixir SolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora