Capítulo 17. Carta abierta

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-¿Qué... qué quieres decir con eso?

Odié haber tartamudeado, pero ya estaba hecho. Mi cerebro no paraba de intentar entender lo que él acababa de decir. No podía sólo quedarse quieto mirando el vacío, me debía explicaciones ahora mismo.

-Tienes mis ojos, pero todo lo demás... es de ella.- dijo tranquilamente.

Cuando él tenía la mirada perdida en el aire, me dejó verlo mejor - ya que en este momento no me estaba muriendo de nervios- Estaba usando un traje muy elegante, y podría decir, es más, podría apostar que era muy costoso, como todo lo que estaba en la habitación. Su cabello oscuro estaba perfectamente peinado, y su barba estaba perfectamente afeitada.

-No es que te esté creyendo... pero necesitamos pruebas de ADN, antes de que te pueda pasar algo de dinero y además...

-¡Espera!- técnicamente grité- ¿Qué demonios estás diciendo?

-Una pensión, ¿no es eso lo que quieres?- preguntó.

La idea de atravesar su rostro con un lapicero, cada vez era más tentadora, y cada vez se hacía más difícil convencerme de que eso estaba mal. ¿Qué había pensado? Personas como él, lo único que tienen en la cabeza es dinero. Viré los ojos y me levanté del sofá blanco en el que estaba sentado.

-¿Qué dije?- preguntó confundido.

-No quiero tu maldito dinero, si es lo que te preocupa. Sólo quería conocerte, quería estar seguro que no era hijo de un maldito abusador. Tu dinero es basura para mí, puedes quedarte con él. Y olvida que alguna vez vine hacia ti, desearía nunca haberlo hecho.

Salí de la habitación, y Hulk no dio ni un sólo paso hacía mí.

Me dejó ir.

{...}

-Siento no haber hecho nada, apenas pise un pie en el edificio la seguridad me echó del lugar.- se disculpó Zack por enésima vez en todo el camino.

-No es nada.- le había respondido a cada disculpa que había dicho.

Su auto se detuvo enfrente del edificio, ya casi eran las dos de la tarde. Solté un muy largo suspiro, y bajé del auto. Me despedí con la mano hacía Zack, no tenía muchas ganas de hablar con él en este momento. Y sé que suena descortés, porque él me había acompañado toda la mañana en el "asunto" y sólo quería deshacerme de él lo más pronto posible.

Pero me sentía como una mierda ahora mismo.

Subí las escaleras cansado, y saqué la llave de mi bolsillo. Abrí la puerta del departamento, esperando encontrarme a Ari sentado en el sofá de la sala, pero no. Él no estaba ahí, pero alguien más estaba ahí.

-Hola Ari, decidí pasarme a limpiar tu lugar cuando terminamos con el entrenamiento, espero que no te moleste. Encontré una llave en la maceta de la entrada.

Elena estaba de espaldas hacía mí, y ella pensaba que era Ari. ¿Qué demonios hacía aquí? ¿Y realmente venía a limpiar? ¿Con una diminuta falda rosa de encaje que cubría solo hasta donde terminaba su trasero, y un corto top de encaje negro? Oh, esta arpía pensaba hacer algo más que limpiar.

Se giró con una sonrisa coqueta, cuando me vio esta desapareció, y fue intercambiada por una mueca de asco. Me examinó de pies a cabeza y viró sus ojos volviendo a lo suyo.

-Qué haces aquí?- pregunté cruzándome de brazos.

-Soy la chica del espíritu de Ari, tengo que hacer cosas como esta. me respondió con tono indiferente y sacudiendo el sofá de la sala.

-¿Y él sabe que estas aquí por lo menos? - se volteó y me fulminó con la mirada.

-No, pero ¿a quién le importa? Sólo vengo a limpiar.

-¿Con tu uniforme de zorra?

-Mira maldito joto, no me vuelvas a llamar zorra o te juro...

-¿Te has visto? Eso parece tu ropa interior, Elena. No deberías entrar aquí si ni Ari ni yo estamos aquí.- le dije, ella se recostó en el sofá y comenzó a jugar con su cabello rubio.

-¿Quién lo dice? ¿Tú? Este no es tu departamento, Cuahutemoc. Eres sólo un mantenido. Yo que tú, no hablaría mucho de ser zorra. Ya sabes lo que dicen, de tal palo, tal astilla. ¿Tú sabes de eso no? Total, tu madre si era  una verdadera zorra y prostituta.

No recuerdo como pasó, exploté y la abofeteé en la cara antes de que yo mismo pudiera darme cuenta. La puerta se abrió en ese mismo instante, Ari entró y en es momento Elena estalló en llanto. No estaba de humor para su drama, y si la seguía manteniendo enfrente de mí reventaría sus pulmones a patadas. De acuerdo, no. No era tan malo como eso. Pero cuando alguien me buscaba... me encontraba.

Un papel en la mesa del comedor llamó mi atención. La carta de mi madre estaba encima de esta, doblada en cuatro partes.

La idea de reventarle los pulmones ya no era más ficción.

-Eres una maldita, te odio.- me hubiera lanzado encima de ella si no fuera porque Ari me retuvo, poniendo sus brazos alrededor mío.

-¿Qué pasa? Elena, ¿Qué demonios haces aquí?- preguntó Ari confunfido.

Las lágrimas de cocodrilo habían hecho que el maquillaje de Elena comenzara a correrse. Y ahora parecía un payaso llorón. Oh, podría hacerla llorar más fuerte, créanme.

-¡Suéltame, Aristóteles! Suéltame, ahora.- comencé a gritar y a patalear.

-Lárgate, Elena.- musculló Ari enojado.

-Pero Ari, él fue el que me pegó, yo no hice nada...

-¡Ahora!- gritó y ella tomó su bolso del sofá y desapareció, no sin antes dar un fuerte portazo a la puerta.

-¡Suéltame!- volví a gritar.

-¿Prometes que no vas a bajar a matarla y te vas a tranquilizar?- preguntó.

-¡No!- le respondí.

-¿En serio te vuelves tan agresivo por los celos?- preguntó burlonamente.

Y si no fuera porque él no sabía nada, le hubiera dado un buen golpe a él también. Pero él no sabía nada de esto, por supuesto.

-Es más que eso. ¿Por qué le dijiste donde estaba la llave de emergencia? ¿Por qué ella es tu chica espíritu o lo que sea?- pregunté.

-Nosotros no escogemos, bubbles. No tenemos opción de reclamar. Ayer ella vino en la mañana, y me pidió la llave. Yo sólo le dije que estaba en la maceta del árbol que está a la derecha. Ella no tenía derecho a venir sin avisar, le diré al entrenador y la sancionará, ¿está bien? ¿te hizo algo?- preguntó pasando sus manos por mi mejilla.

-"Ya sabes lo que dicen, de tal palo tal astilla. ¿Tú sabes de eso no? Total, tu madre sí era una verdadera zorra y prostituta".- cité lo que ella acababa de decirme pocos minutos antes. Podía sentir como el cuerpo entero de Ari se tensó.

-¿Cómo ella supo...- señalé con la cabeza el papel que estaba sobre la mesa.

Ari caminó hacía la mesa, sin soltarme y alzándome en el aire. Tomó el papel, y lo revisó.

Elena se había metido en mi habitación. Ahora el lugar me parecía repugnante.

Lágrimas de frustración comenzaron a rodar por mis mejillas.

Mañana todo el mundo sabría todo, la parte más sensible de mí, todos en la escuela lo sabrían. Lo único que realmente me podía lastimar. Casi podía oír como serían los susurros mañana por los pasillos. Como todos se burlarían de mí y llamarían a mi madre "zorra"

Gracias Elena. 


Promesas de amor (Aristemo)Where stories live. Discover now