Promesas de amor (Aristemo)

Capítulo 8. Encuentro en una librería.

Llegamos a la casa de Polita, exactamente a las seis de la tarde. Ari había insistido en que podíamos visitarla al día siguiente, pero yo le había prometido que iríamos hoy, tenía que cumplir mi promesa.

Ari estacionó su auto enfrente de casa de su madre. Él había tenido suerte, nada de nauseas y dolores de cabeza, después de que despertó. A pesar de no haber dormido ni un poco, aún seguía con los ojos abiertos.

Bajamos del auto, y Ari entrelazó sus dedos con los míos. Antes de tener la oportunidad de poder abrir la puerta, una chica abrió la puerta.

Era de mi mismo tamaño, su cabello le llegaba hasta los hombros de un color pelirrojo muy llamativo. Sus ojos verdes combinaban perfectamente con su cabellera. La chica nos dio una sonrisa tímida, y se apresuró en salir lo más rápido posible. Miré a Ari, y ambos intercambiamos miradas de confusión. Entramos a la casa, voces venían de la cocina.

-Es sólo una chica, Adrián. No es nada del otro mundo.- se quejó Bruno.

-Mi bebé ya tiene novia, ya están creciendo ambos.- Polita apretó una de las mejillas de Bruno, haciendo que frunciera el ceño.

-Mamá, no tengo novia. Ella no es mi novia, ¿no pueden entenderlo?

-¿Llegamos a tiempo para el interrogatorio?- preguntó Ari riéndose.- ¿Quién era la pelirroja?

-La novia de Bruno.- se apresuró a responder Adrián.

-No es cierto, ¿podemos tomar el maldito chocolate caliente de una vez?

-No maldigas enfrente mio, Bruno.- lo corrigió Polita.

-Lo siento, mamá.- se disculpó. Me acerqué a Polita y la saludé con un beso en la mejilla.

-Estoy tan feliz de que estén aquí. Y me alegró que hayan llegado a tiempo para conocer a la novia de mi Brunito.

-No es mi novia, mamá. ¿Por qué es tan difícil de entender?

-Si no es tu novia, ¿por qué vino a casa a visitarte? ¿estuvieron a solas en tu habitación? ¿con la puerta cerrada?.- comenzó a burlarse Ari.

-Qué gracioso eres, Aristóteles.- dijo Bruno mientras tomaba una taza del lavavajillas y la dejaba en la repisa.

-Yo sólo estoy diciendo.- levantó ambas manos en el aire, en señal de inocencia. Ari y Adrián intercambiaron miradas de complicidad.

-Bruno tiene novia, Bruno tiene novia, Bruno tiene novia.- comenzaron a cantar gritando. Polita y yo nos reímos, pero a quien no le parecía gracioso era a Bruno.

-Tuve suficiente de esto.- dijo Bruno y abandonó la cocina corriendo para subir las escaleras.

-Aristóteles, Adrián. Es suficiente.- ambos se callaron.- Miren lo que han hecho, vayan a pedirle una disculpa a su heramno.

-Tú te estabas riendo, mamá.- la acusó Adrián sin parar de reírse. 

-No es cierto.- se defendió.

-Yo iré a hablar con él.- dijo Ari.

-No, yo voy. No creo que quiera verte sin antes darte un fuerte golpe en la cara, yo iré.- dije.

Subí las escaleras y llegué a la segunda planta de la casa.

Toqué la puerta de la habitación de los gemelos.

-Lárgate, Aristóteles.- respondió molesto desde dentro.

-Soy Temo. ¿Puedo pasar?.- pregunté.

Bruno abrió la puerta y se volvió a lanzar a su cama.

-¿Ellos están afuera?.- preguntó.

-No, están abajo. ¿Puedo preguntar quién es ella?