21.- La carta.

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•••

Se escuchaban gemidos y jadeos llenos de placer, el ambiente era tan caliente al parecer de ambos.

Lo disfrutaban, demasiado podía decirse, cada embestida era certera tocando la próstata del otro. Abría su boca tomando aire y jadeando, soltando sonidos que hacían excitar a su acompañante.

Sus pieles chocaban haciendo un sonido que les incitaba a seguir y seguir por horas. El mayor tomo las caderas profundizando más embestidas y ayudando a su chico a saltar en su miembro.

Ambos estaban cerca, tan malditamente cerca de llegar a su punto máximo.

Se miraban a los ojos transmitiendo su amor y cariño, también la lujuria por supuesto.

Más fuertes las embestidas, más rápidas, más movimiento en sus cuerpo, más de todo.

– ¡Jeffrey! -Se escuchó por la casa aquel llamado.-

Maldita sea...

El mencionado frunció el ceño ante esto, parando de a poco sus movimientos. Pero su querido esposo dio un embestida que sacudió su ser haciendo que espasmos corran ante esta.

– N-no podemos seguir, me están llamando. Debes irte Purple -Dijo entre jadeos y soltando uno que otro gemido pues su pareja no se detenía.-

Demonios se sentía tan bien.

– Bien me iré. -Respondio el otro deteniendo sus movimientos. Jeffrey soltó un suspiro pero al parecer su esposo tenía otros planes. Le tomo de las caderas y lo acomodo debajo suyo.- Después de acabar, Mi querido Jeffrey~ -Y le dio otra certera embestida sacándole un gemido al mayordomo de la casa.-

Tal vez tendrían que esperarlo un rato.

•••

Los chicos comprometidos estaban teniendo una pequeña discusión, el rubio al ver al castaño dormir encima suyo le empujó de forma brusca tirándole de la cama de este. El castaño despertó de obvia forma molesta y terminaron teniendo una pelea de almohadas, pero no una linda... estaban usando toda su fuerza, y vaya que ambos estaban tirando al otro en cada golpe de la almohada. Si, ahora eran socios, debían actuar con un papel, pero diablos que era difícil olvidar sus anteriores peleas de gritos y hasta golpes. No sé querían ni compartir el aire.

– ¡Ya para, joder! -El castaño le proporcionó una almohada en la cara del rubio que calló en la cama de espaldas.-

– ¡Que seamos socios no te da libertad de dormir en mi cuerpo! -Se defendió pues el castaño le iba a tirar otro golpe con la almohada, más al evitarlo el castaño aprovechó a imvobilizarlo y se subió arriba de las caderas del chico rubio.-

– ¡Yo no dormiría en tu cuerpo! Que asco -Dijo lo último haciendo una mueca asqueada. Viendo como último como la almohada le golpeo el rostro. Se quitó esta y se tomó de la camisa del rubio que parecía querer tirarlo de su cuerpo.-

– Vete a la-... ¡Jeffrey! -Le llamo en alto, podía confiar en el, anteriormente le ayudo a sacar un pequeño problema con el castaño y muchos más con su vida privada.-

– ¡Eres una niñita, no metas a tus empleados en esto! -Se sujetaba con fuerza pues el rubio se había logrado sentar en la cama y le tomo de las caderas. Ambos se tenían atrapados mutuamente.-

Se miraron de forma retadora, esperando el próximo ataque del otro. El rubio enojado por el comentario afirmó sus manos en las caderas del otro, el de ojos zafiros en contra sacudió el cuerpo del otro.

Comprometidos al nacer (Golddy/Goldred) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora