Capítulo 6.

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Por la noche había una fiesta. Me puse una falda de vuelo  de color rosa fosforito con una camiseta negra metida por dentro y una Vans negras. Me alisé el pelo completamente y me maquillé. Bajé sola al salón de la fiesta. Allí había mucha gente. En un sofá estaban Dani y Leti liándose y tonteando, mis padres y los de Jesús y Daniel estaban en la barra hablando. A Jesús no lo vi por ninguna parte. De renpente noté unas manos por detrás rodeando mi cintura. Era Jesús. Empezó a darme besos por el cuello.

—Jesús —dije dándome la vuelta.

—Dime princesa.

—Mañana me voy — dije entristecida.

—¿Por qué? —dijo él aun más triste.

—No quiero estar más aquí, me estás empezando a gustar y no quiero que pase eso, compréndeme, quiero olvidarte y seguir con mi vida.

—Tienes razón, tienes tu vida y me he metido en medio de donde no podía, pero te quiero y eso no lo puedo evitar, pero si tú lo puedes evitar, evítalo no quiero destrozar tu vida.

Empecé a llorar y me fui a mí habitacion. Tocaron a la puerta, abrí y era Jesus. Me lancé hacia él y nos besamos, pero pensé y me aparté.

Seguí llorando y le cerré la puerta.

Al rato de seguir llorando me quedé dormida.

Era por la mañana, ya tenía la maleta echa, un taxi me esperaba en la puerta del hotel. Estaba bajando y me encontré a Jesús, me miró y agachó la cabeza. Solté la maleta y corrí hacia él, le abrace y nos besamos. Me separé de él y le miré, le volví a abrazar y me fui.

Llegué al aeropuerto, cogí el avión y en un par de horas ya estaba aterrizando.

Volví a casa y al llegar me duché me puse unos shorts de talle alto vaqueros, con un top rosa y unas Vans rosas y grises. Me ricé el pelo, me lo dejé suelto y me maquillé. Llamé a Laura y Patricia. Tocaron y fui a darme una vuelta con ellas. Le conté lo que me paso allí en Mallorca. Se quedaron alucinando, era normal.

—¿Se lo vas a contar a Pablo? —me preguntó Patricia.

—Sí.

—Si te quiere te perdonará, o eso creo... —dijo Laura pensativa.

—No creo que me perdone, pero si no se lo cuento no voy a estar tranquila.

—Cuéntaselo —dijeron las dos.

—Ya, pero si me perdona no va a confiar mas en mí.

—Yo creo que si te va a perdonar —dijo Laura intentando animarme.

Había un lago y nos sentamos en el muelle y llegaron Pablo y Fernando, el novio de Patricia. Me levanté le rodeé el cuello con mis brazos y él me agarró por la cintura y nos besamos.

Mi perfecta maldición. - [Gemeliers].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora