Capítulo 8.

152 10 0
                                    

-¿Has dejado ya a Hugo?

-Hugo... -dijo pensativa -¡hostia no! Se me ha olvidado.

-Hay que ver, que cabeza.

-Ya nos parecemos en algo -dijo sonriendo -Dani es mejor.

-Bueno si estáis bien, me alegro

-¿Y a ti con Jesús como te va? -me preguntó ella con una risa pillina.

-No nos hablamos desde que me fui, yo con él no tengo nada, solo amigos y ya está.

-Pues eso no es lo que yo vi... -dijo dándome un golpe con el codo -a mí no me puedes mentir.

-Bueno, pasó lo que pasó y ya está.

-Bueno adiós, que voy a ver a Dani que me está esperando.

-¿Es que ha venido?

-Sí.

-¿Y su hermano? -dije poniéndome nerviosa.

-Creo que no, yo no lo e visto.

Me dio un beso en la mejilla y se fue. Me quedé con la curiosidad de si había venido Jesús, pero no le di importancia y bajé. Allí vi a Dani ablando con mi padre, Laura con Leti y a mi madre sacando su maleta. Me acerqué a mi madre y le dije:

-Eh... mamá...

-Dime cariño.

-¿Puedo celebrar mi cumple en nuestro cortijo?

-Vale, mientras no hagáis nada malo me da igual.

-Vale, gracias.

-De nada hija.

Me dio las llaves y dineros para comprar las cosa. Le di un beso en la mejilla y fui hacia la puerta.

-¿Laura nos vamos?

-Vale, adiós a todos.

-Adiós -contestaron ellos.

Laura y yo fuimos a comprar alcohol refrescos, vasos, regaliz, nata e hielo. Fuimos al cortijo, dejamos las cosas en el pollo de la cocina y salimos al jardín. Limpiamos la piscina, pusimos bien las tumbonas, limpiamos la barra y pusimos taburetes, conectamos las nereveras y metimos las cosas y lo demás en unas taquillas. Dentro de la casa miramos si los dormitorios estaban bien, y todo en orden.

Eran las 17:30 y me puse una falda de vuelo blanca con una camiseta corta pegada negra y unos tacones negros. Me alisé el pelo y me hice una coleta, pense en ondularme el trozo de flequillo que me dejé suelto y me puse un pañuelo blanco, y me maquillé. Mi padre nos llevo a mí, a mi hermana y a Laura en el coche.

Eran las 19:45 y empezaron a venir mis amigos y amigas. Llevábamos allí un rato ya. Yo estaba con Pablo los dos con un cubata y tonteando. Llegó alguien y no sé si era que yo veía mal o algo, pero vi a Dani y detrás a Jesús. Me levanté nerviosa y vinieron los dos a saludarme.

-Felicidades guapa -dijo Daniel.

-Gracias cuñado -le dije guiñándole un ojo.

Le di dos besos. Jesús se quedó callado. Dani se fue a hablar con Pablo. Al final decidí hablarle.

-Emm... hola -dije con la cabeza agachada.

-Hola, felicidades princesa -dijo sonriendo.

-Gracias -dije con una sonrisa tonta.

-Oye, bueno que... ¿cómo estás?

-Bien, rara, pero bien -dije poniendo mi mano sobre su hombro, haciéndonos estar cada vez más cerca.

-Me alegro guapetona.

-Gracias, ¿y tu? ¿cómo estás?

-Mal, para qué mentirte, todavía te quiero, te he echado de menos, esos dos días fueron los mejores de mí vida, pero ya sé que para ti solo fue algo no debería haber pasado y me siento como un estúpido, estoy destrozado... -dijo con lágrimas en los ojos.

-Emm... bueno... ¿quieres algo para tomar? -dije intentando cambiar de tema.

-Bueno sí, ponme lo que quieras.

Fuimos para la barra y le puse un cubata tal y como me dijo después. Salí de detras de la barra y nos sentamos los dos en unos taburetes y nos pusimos a hablar.

-Jesús todavía no he olvidado lo que pasó -dije agachando la cabeza.

-Pero has vuelto a tu vida normal, yo no. No te puedo sacar de mí cabeza.

-Oye que yo lo he pasado mal, no eres tú el único.

Jesús me abrazó, Pablo lo vio y se acercó a nosotros.

-Hola -dijo poniéndome el brazo alrededor de mi cuello.

Jesús agachó la cabeza.

-Hola cariño, ¿te ha caído bien Dani?

-Sí.

-Me alegro, bueno... - me quedé callada, no sabía bien que decir -pues este es Jesús, su hermano.

-Ya ya, encantado.

-Igualmete -dijo Jesús con una sonrisa forzada.

Siguieron hablando y yo sonreí al ver que no sacaban el tema al hablar.

Pasaron las horas ya había gente borracha en la piscina y el regaliz ya se había acabado. Yo entre copa y copa tambien iba un poco tocada al igual que otros. Yo ya iba descalza, porque los tacones me hacían mucho daño. Pablo se sentía mal de tanto beber y se fue a una habitación a ver si se le pasaba, yo estube un rato con él, hasta que se quedó dormido.

Mi perfecta maldición. - [Gemeliers].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora