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La calidez que el cuerpo de Jungkook lograba emanar era reconfortante, como una cobija envolviendo su cuerpo y recitándole que estaba a salvo, nada podría hacerle daño mientras estuviese ahí. La sensación era adictiva, y pronto Jimin se halló deseando que nunca cesara.

Podía fundirse en su abrazo, y estaría más que feliz. Jungkook le abrazaba por la espalda, recostado contra el cabecero de su cama. Jimin entre sus piernas seguía jugando con los canales del televisor, nada interesante apareciendo ante él. Pero no necesita entretenimiento, no cuando tenía al alfa sosteniéndole y respirando cerca de su oreja.

—¿Qué haces? —musitó Jimin, girando su rostro para lograr mirarlo. Este tenía su teléfono en su mano libre, con la cual no rodeaba el cuerpo del omega.

—Nada, un amigo me estaba escribiendo algo de la oficina —Jungkook bloqueó el teléfono, posteriormente dándole un beso en su sien. Portaba una sonrisa envidiable, y que quizás si no tuviese el día tan horrible que había vivido cargándolo en su espalda, Jimin podría compartirla—. ¿Quieres que pidamos ya algo? Tengo número de un local de pizzas, otro de comida china, uno donde venden comida casera, tú elige.

—No quiero pararme. Tampoco tú, quédate —como si se tratara de un niño caprichoso, Jimin le rodeó con sus dos brazos a la altura de la cintura, apegándose con fuerza—. Comer es para débiles.

—Eres un dramático. Por eso te toca comer el doble. Un amigo sabe de unas hamburguesas también de por aquí, voy a escribirle —antes de que pudiese tomar el teléfono de nuevo, fue empujado por el omega. Jimin había trepado sobre su cuerpo y unido sus bocas, besando tenuemente sus labios ya enrojecidos y entreabiertos.

Si bien ahogó una pequeña risa contra el ataque del más pequeño, Jungkook lo sujetó de su cintura, atrayéndolo de mejor forma sobre él. Permitía que sus labios se moviesen en compás, lenguas chocando sin demasiado preámbulo. Era un movimiento atractivo que pronto se halló débil y cayendo sobre el cuerpo del alfa. Había algo en la forma en que le sostenía, con fuerza pero sin reprimirlo, que le fascinaba de manera indescriptible.

—¿Quieres que... hagamos algo, o vamos a la sala? Tengo películas —Jungkook murmulló, tragando en seco de forma visible a través de su cuello. Siempre se ocupaba de preguntarle antes de hacer cualquier cosa, Jimin mentiría si dijera que no lo apreciaba de sobremanera.

—Me siento bien. Siempre que estoy contigo me siento bien —el omega sonrió, sus abultados labios curvándose y dejando ver sus dientes. La forma en que su rostro brillaba cuando se encontraba feliz era adictiva, si bien no necesariamente constante. Y Jungkook necesitaba solucionar eso.

Depositó un suave beso en su mandíbula, bajando por la nívea piel del omega. Cerca de la curvatura en su hombro y cuello se desprendía el fuerte aroma cítrico que caracterizaba al omega sobre él, a fresas y flor de cerezo con el más suave toque de vainilla. Deseaba hundirse allí, dejarse ahogar por el perfecto olor que endurecía su entrepierna y le gritaba que debía dar todo por Jimin. Y lo mejor es que lo haría sin dudarlo, entregaría todo lo que tenía por él.

Era aquel tipo de personas que Jungkook evitó toda su vida. La dependencia emocional siempre le pareció una debilidad, una consecuencia desagradable ante la inmadurez de muchas personas. Fue lo que dedujo que Jimin poseía hacia Taehyung, una dependencia insana que temió llegar a sentir por Yoongi.

Pero de aquella forma, con su cabello rubio cayendo de forma delicada, sus pestañas oscuras y pobladas que enmarcaban sus pequeños ojos caídos, las mejillas enrojecidas y sus mejillas que se inflaban con cada sonrisa... Jungkook no conocía a persona más fuerte y hermosa que él, capaz de tenerlo débil y deseoso.

—Eres hermoso —recitó un par de veces, apretando la estrecha cintura que si bien era común en un omega, en Jimin se volvía un encanto natural. Eso, o empezaba a verlo con demasiado afecto en su juicio—. Hermoso y valiente. Pase lo que pase voy a apoyarte.

HOUSE OF CARDS | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora