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Podía aún sentir la bruma de los besos del alfa sobre su piel. Eran sensaciones tenues, fantasmas, le recordaban vagamente lo que había acontecido entre aquellas cuatro paredes horas antes. Su teléfono debía estar en su bolso, aquel siendo lanzado a un costado de la habitación, por lo que estaba demasiado lejos como para que buscarlo fuese una acción viable.

Simplemente dejó reposar su adolorida cabeza sobre la almohada. Era capaz de escuchar a Jungkook roncar apaciblemente contra su oreja, el sonido resultándole reconfortante incluso cuando pudo obtener un vistazo del rostro de este. El alfa babeaba, su mejilla izquierda clavada en la almohada hasta torcer un poco su nariz. Sobre su cuerpo, pero debajo de una sábana verde y grumosa que Jungkook debió jalar sobre ellos cuando ya Jimin se había dormido, estaba el brazo de este. Fuerte y cálido. Rodeándolo en un sentido protector que hacía a su omega removerse gustoso y casi aullar por la presencia de su alfa.

Pero ese era el epicentro del problema; Jungkook no era su alfa, por mucho que inconscientemente lo deseara y anhelara. La situación era más complicada de lo que aparentaba, y recibir tales atenciones como si nada estuviese mal solo lograba que le doliera más de la cuenta. Jimin mordió su labio inferior, llevando una de sus manos a su cabello rubio. Olía a Jungkook, y Jungkook a él. Toda la habitación era un amalgamo de sus aromas y del amargo olor característico de las semillas de ambos, secas entre sus cuerpos por no limpiarse antes de dormir.

La opresión en su pecho no desaparecía, especialmente cuando veía a Jungkook tan pleno a su lado; el alfa estaba libre, pero él no. Era todo lo que había juzgado en el ex esposo del alfa. ¿Con qué moral le reclamaría a Taehyung su indiferencia cuando hacía esas cosas tras su espalda? Un beso era menos grave, más sencillo de dejar pasar. Pero entregarse al alfa ajeno y permitirlo marcar figurativamente cada resquicio de su presencia era la peor de las bajezas.

No podía soportarlo, las nauseas escalaban en su garganta y necesitaba tomar aire fresco. El clima en la habitación con el aire acondicionado era soportable, pero aún así necesitó cubrir su cuerpo con la sabana.

Observó la desnudez de Jungkook, marcas rojizas en su espalda y sus costados. No podía dejar de imaginarse plantando besos en su espalda, su abdomen, o mucho más abajo. No lo haría, sin embargo. No era capaz de admitir todo lo que sentía en ese momento cuando su esposo seguía taladrando su cabeza, compensando el mínimo pensar que le otorgó el día anterior.

Todo ese alfa fue suyo, recién poseyéndolo de maneras que lo hacían sonrojarse de solo recordarlas. No obstante, el idilio tenía que terminarse, y Jimin necesitaba respirar antes de que sus piernas lo traicionaran. Buscó otra sabana de colores espantosos en la madera frente a la cama y la estiró sobre el alfa, admirando los músculos de este antes de girarse violentamente. Dando a las puertas en la ventana se hallaba el balcón, y allí se dirigió con la tela presionada por sus brazos como si de un vestido se tratase. El clima afuera era menos frío, pero aún así fresco.

Su espalda baja dolía demasiado, la mala posición y el doblarse sin cuidado siendo los culpables. Sus caderas también estaban maltratadas, marcas rojas que indicarían moretones luego en forma de dedos. Su cuello, su pecho, todo él había sido el lienzo de Jungkook y lo más doloroso era no poder sentirse arrepentido. Su omega le pedía a gritos volver a la cama y aferrarse al alfa, proclamar que era lo único que le importaba. Una diatriba con su lado racional, el cual le decía que había actuado de la peor manera que una pareja podía hacerlo.

Quería estar molesto, quería arrepentirse, pero cada segundo con Jungkook había sido mejor que cualquier año con su esposo. Y eso dolía; tan solo bastaba un momento con un alfa que le valoraba para superar todos sus intentos de mantener un matrimonio estable y normal.

Se adentró solo por un momento a buscar su celular en el bolso, Jungkook aún dormía. Intentaba no mirarlo, pero su pecho seguía derritiéndose ante cualquier vistazo del alfa, ¿Era eso un efecto de unirse a él, o simplemente un sentimiento ya presente que evitó reconocer hasta ahora?

HOUSE OF CARDS | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora