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Cuando Taehyung le habló sobre la cena en un restaurante de carne junto a sus compañeros más cercanos de trabajo, Jimin casi sintió la necesidad de negarse y obligarlo a ir solo. Odiaba ese tipo de reuniones donde terminaba aguantando los silencios incómodos y observando a las parejas junto a ellos ser tan cariñosas y familiares entre sí. Jimin terminaba triste, agotado y con ganas de encerrarse en su habitación y dormir. Además, la cercanía de su celo no ayudaba.

Toda sensación, todo olor, todo se volvía cada vez más intenso. Su piel empezaba a subir en temperatura y hasta el roce de las cobijas lo incomodaban. Ponerse ropa apropiada para la ocasión casi lo hacía chillar infantilmente en disconformidad.

Pero no lo hizo. Asintió dócil y distraídamente, preguntando simplemente la hora. Ni siquiera reconocía el por qué había accedido, por qué quería complacer a Taehyung cuando no quería ni siquiera verlo. Sería un misterio para él, y por eso se hallaba delineando sus ojos y rizando sus pestañas oscurecidas por el rímel.

El maquillaje lo ayudaba a calmar sus nervios, a sentirse cómodo a pesar de todo. Si bien fue primeramente por seguir lo que un omega debería hacer para complacer y ser agradable a la vista, genuinamente lo disfrutaba. Taehyung solía decirle que se veía hermoso. Solía permitir que Jimin quitara el brillo de su rostro con polvo compacto y que llenara su boca de brillo labial.

Las cosas pasaban y los momentos lindos solo serían atesorados en su mente. Taehyung era otro, y Jimin también había cambiado. Lamentaba perder la inocencia y la alegría que antes eran características suyas, terminando en ser un omega apropiado y hasta sombrío.

Jungkook lograba hacer un cambio. Con Jungkook, Jimin se sentía en sus años de temprana adolescencia, cuando todo era bueno gracias a su ignorancia. Y nada le era más doloroso que extrañar a aquel alfa. Era un vil recordatorio de lo mal que estaba actuando, de lo mal que era toda la situación en general.

Debía concentrarse en pasar una noche tranquila con su esposo, era lo mínimo que podía hacer. Y allí, Jimin reconoció que lo que sentía y lo que había guiado su decisión era nada menos que culpa.

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Taehyung estaba siendo atento, notó al bajarse del auto. No había parado de halagar su apariencia, y Jimin sí se sentía lindo. Había dejado el blanco de lado y se decantó por pantalones negros a la altura de su cintura, junto con una camisa sedosa y roja que había acomodado dentro. Era grande, y eso lucía con lo ajustado de su pantalón.

Jimin sabía que ambos parecían el matrimonio ideal de revista. Taehyung era un hombre hermoso físicamente, su cabello era oscuro, sus facciones elegantes y definidas, su contextura era muscular y era bastante alto. Lejos del adolescente delgaducho que había sido en su adolescencia; y aún así, Jimin lo había adorado.

—Jimin... —Taehyung suspiró, su mano enroscandose en su muñeca para mantenerlo a su lado y la conversación siendo privada entre ellos—. Min Yoongi estará en la cena. Y debido a... ni siquiera se que fue la escenita del otro día, solo quiero pedirte que no hagas ningún escándalo hoy.

El agarre es suave, delicado, y aún así pesaba más que un grillete. Jimin podía sentirse ofendido, debería sentirse así, pero a decir verdad le daba igual. Se hallaba cansado, su vientre dolía y lo último en sus preocupaciones era el ex esposo de Jungkook. —Entendido.

—No lo digo de mala forma, es para evitar... —Taehyung acarició su mano con su pulgar, terminando por atraerlo desde su cintura a un medio abrazo.

Caminaron hasta adentrarse al restaurante. Ya estaba la mayoría en una mesa extensa en el fondo, y Jimin los reconocía a todos. Cerca de quince cabezas se voltearon al ver a Taehyung, sonriendo y saludándolo. Ninguna hacia él. Y Jimin lo comprendía, no era más que una extensión de Taehyung, no algo propio.

HOUSE OF CARDS | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora