La casa de los Kim le devolvía una sensación de pesadez en su estómago, vívidos recuerdos de la primera vez que pisó el mármol pulido y color crema que se avistaba en la elegante vivienda. Las decoraciones eran pálidas, pulcras, una comedia irónica en contraste al destrozado matrimonio que las habitaba.
Jimin se desenvolvía tan bien en esos ambientes, aún con su estado desgarbado. En ese tipo de momentos se sentía desmerecedor de poder llamar a ese omega como suyo -si bien aún no lo era, no realmente. Atraía a su memoria las palabras de su madre omega, quien no tardó en hacerle saber su disconformidad en cuanto a su elección de omega.
Jungkook era un hombre de su casa. La familia era lo primordial. Sus madres, sus hermanas, cada miembro era lo más preciado que tenía. Había sido criado con el pensar de que la familia iba antes que los sueños personales. Sucumbir ante estos y deshonrar a quienes lo criaron era egoísta. Y seguía pensándolo.
Pero su pareja elegida tambien formaría parte de su familia. Sería la persona con la que elegiría pasar el resto de sus días, y cuando en algún momento Yoongi fue la personificación de lo que quería y ansiaba, era Jimin quien tanto necesitó.
Y no podía dejar de pensar en lo mal que había empezado. No solamente por su trato inicial, sino por la gran mentira que mantenía resguardada. Decirle a Jimin que su esposo le era infiel no era su responsabilidad, no le correspondía, pero en el momento en que se acercó a él y se unió a su vida esto se tornó en un deber moral. Ver a alguien que quería sufrir tanto y no hacer nada cuando estaba en sus manos era...
Jimin dejó su bolso en el sofá pulcro y pálido, pasando sus manos por su cabello rubio y meditando en su reservado estado. Lucía perdido y concentrado a la vez, como alguien indeciso en los pasos a tomar. Desearía poder ayudarlo, realmente lo hacía.
—¿Quieres que te haga algo de comer? —preguntó al acercarse detrás de él, besando su hombro antes de reposar sus manos en estos. Le resultaba encantador lo pequeño que podía verse entre sus manos.
Jimin estaba tenso a su agarre, su respiración entrecortada indicando incomodidad. —No... se me cerró el estómago. Además, no deberías quedarte tanto. La ama de llaves no está pero...
—Jimin, déjame ayudarte. Es lo único que quiero —lo tomó con delicadeza, haciéndolo girar hasta encontrarse con su rostro. Adoraba sus ojos pequeños y la forma en que sus oscuras pestañas las enmarcaban. Jimin era un omega hermoso, lamentablemente escondido bajo capas de amargura y dolor que dañaban toda la imagen que pudiese dar. Era dulce, era noble, y todo poco a poco se iba perdiendo por una situación que cada vez lo exprimía más.
—Jungkook, te quiero. Te quiero demasiado. No te haces una idea de lo que siento cuando estoy contigo —la voz de Jimin era tan frágil pero decidida, sus ojos hinchados y enrojecidos observándolo directamente—. Pero /esto/, todo esto, necesito resolverlo con Taehyung nada más. Necesito hacerlo solo.
—¿Pero qué es lo que vas a hacer? —Jungkook enarcó una ceja, bajando sus manos con una pequeña mueca formándose en sus labios. La idea de Jimin a solas con Taehyung le retorcía el estómago, por más que supiera que el interés de aquel alfa hacia Jimin era nulo.
—No estoy en condiciones de empezar un divorcio. Necesito que mi celo termine, serían dos semanas como máximo. Y mientras tanto quiero a Taehyung lejos —Jimin se había cruzado de brazos, una mano jugando con su labio inferior mientras pensaba cada palabra a punto de ser dicha. Se estaba convirtiendo en alguien bastante cuidadoso, o tal vez siempre lo fue—. Así que le diré que necesito que nos demos un tiempo. Entre tanto, puede hacer lo que le de la gana. No voy a seguir sufriendo por eso. Si me duele, haré que deje de doler.

ESTÁS LEYENDO
HOUSE OF CARDS | kookmin.
FanficLos matrimonios entre Taehyung y Jimin, y Yoongi y Jungkook, siempre han sido vistos como el matrimonio ideal. El mejor ejemplo de cómo debe ser la unión entre un alfa y un omega. Son dos matrimonios aparentemente perfectos. Lamentablemente, aquello...