"And I hate to do this to you on your birthday.."

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El continuo y vacío del tic-tac en su mesita de noche sonaba cual tétrica melodía en una película de terror. 

-No... no puedo... no puedo... -repetía el castaño abrazando sus piernas en un rincón.

Lo que parecía ser el diario de Sal Fisher, su queridisimo y "secreto" crush, se encontraba a tan sólo unos centímetros de él. 

-Debería ir a buscar a Sal... -susurró dudoso, mirando sus manos sin saber si continuar mordiéndose las uñas o rascándose la cabeza. Mas no tardó mucho tiempo en recordar aquel "desafortunado" incidente de hace un par de horas atrás. Tragó un poco de saliva, bien sabía para sus adentros lo desalentador que fue la repentina huida del chico.

Aunque no hubiese sido su primer beso, si lo era para Sally, y Larry no podía haber estado más agradecido por tomar aquel "privilegio". La sensación tibia de sus labios rosándose le ponía la piel de gallina. La textura de su boca, el rubor de su rostro y su respiración agitada. Fue como si todavía el aroma de las hebras azules estuviera flotando en el ambiente, pero ya nada podía hacer.

 <<Tal vez Sal no quiera verme mañana>> se lamentó en silencio. 

Un crujido repentino pronto captó su atención, sus ojos aún enrojecidos se abrieron como platos alertado por el sonido de las llaves y la puerta abriéndose en la entrada: Lisa había vuelto. 

No tardó en reaccionar escondiendo en dos segundos el cuaderno y metiéndose con zapatos y todo en la cama procurando no hacer ruido. Los pasos en el living se dirigían directo a su habitación.

-Larry... ¿Lavaste los platos? -dijo Lisa tocando la puerta. Giró la manilla, pero como siempre, el chico había dejado la puerta con seguro. -¿Larry? -golpeó de nuevo sin recibir respuesta. Volvió su mirada al lavabo notando la torre de platos sucios encima. Luego de un suspiro y un "Seguramente se quedó dormido." la mujer entró al baño.

El castaño, quien se encontraba totalmente encogido bajo el cobertor, se destapó en un flash apenas escuchó el agua de la regadera, y, cual persona que despierta con resaca y encuentra un extraño desnudo en su cama, sus ojos se clavaron en el misterioso objeto que yacía junto a él. Apretó la mandíbula en un esfuerzo por callar sus gritos internos, el corazón le latía con prepotencia, mas no se atrevió a otra cosa que repasar con la yema de su dedo la tapa del cuaderno, contando cada grieta y cada espiral desgastado.  

Se incorporó en la cama y con sus manos sudorosas lo sostuvo frente a él, casi parecía admirarlo. <<¿Qué secretos ocultaría? ¿Estaría bien leerlo? ¿Qué pensaría Sally? ¿Cómo se lo entregaría? ¿Sería mejor fingir no saber nada?>>

La curiosidad lo estaba consumiendo, así mismo la culpa. No pudo si quiera pensar en levantar su vista durante la primera media hora después de la llamada de Ash. El bosquejo que cayó de él seguía intacto, aunque ahora en el piso. 

<<¿Por qué Sally nunca lo mencionó?>>

Sal, quien para muchos parecía alguien en completo compuesto, transparente, temerario y gentil; para Larry, sin embargo, representaba uno de sus más profundos enigmas. Al principio no sabía cómo descifrar lo que ocurría detrás de esa dura capa de yeso. 

Echó la cabeza hacia atrás y sonrío para si mismo. <<Si supieran>>

Y no había otra persona (o eso creía), que pudiera jactarse mejor de ello, pues bien sabía él, quien llegó a conocer otro lado del peliazul: un lado compasivo, sentimental, empático, burdo, cómico, vulnerable... un chico que adoraba reír, que se emocionaba con los más mínimos detalles, un chico cuyos ojos hablaban. Alguien tan humano y endeble como cualquier otro, que a su vez, no podía sino ser admirado por la fuerza interior que emanaba de él. Convirtiéndola en una personal con un aura cándida y reconfortante. 

Because you didn't look away (Sally Face)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora