Tormenta

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Miles de voces aparecieron repentinamente tras su cabeza, todas murmurando al mismo tiempo haciendo que le fuera imposible concentrarse.

Parpadeó lento, muy lento, con la vista borrosa al igual que si hubiera despertado a media tarde luego de una larga siesta. Se incorporó todavía muy mareado y miró a su alrededor: Estaba en medio de la nada, en un lugar lúgubre, oscuro, el cielo no era más que una enorme sombra sobre él, sin sol, luna o estrellas que le dieran algo de lumbre.

Movió un poco el brazo izquierdo para incorporarse y un extraño sonido captó su atención, se encontró rodeado de algo que a primera vista parecía sangre, sangre esparcida por una infinidad de kilómetros, cual lago. Toda la situación logró ponerle los pelos de punta.

Se levantó como un resorte, en parte asqueado y comenzó su trayectoria. No quería permanecer ahí, pero no tenía más opción que investigar, en esos momentos la intriga le pudo más que el miedo.

-Creo que debería hacerle caso a mi mamá. No volveré a fumar esa mierda. -dijo para si mismo en voz baja. Su voz retumbaba por todo el lugar, convirtiéndose en un distante eco. Caminaba con pasos torpes y lentos, sintiendo el chapoteo de sus pies, le ponía un poco incómodo que ésto fuera lo único entre él y un pesado silencio.

Se mantuvo así unos cuantos minutos, que para el castaño parecieron una eternidad, tropezando de vez en cuando por la irregularidad del suelo. Paró en seco cuando de pronto escuchó un sonido que pudo distinguir de sus pisadas, decidió seguirlo, aunque a medida que más se acercaba, éste más irritante le parecía.

-¿Hay alguien ahí? -preguntó a la nada, obviamente sin recibir respuesta. Cada segundo que pasaba en ese lugar lo dejaba más confundido.

Llegó hasta la fuente del sonido. Era una pequeña llave oxidada goteando. El castaño por mero instinto fue hacia ella y la cerró. Casi de forma instantánea se escuchó el chirrido de una puerta abriéndose en en la proximidad. Dio media vuelta y ahí estaba, su primera impresión fue de curiosidad, pues sólo era un marco blanco ordinario dejando ver que al otro lado estaba el mismo pantano. No obstante, el chico no dudó dos veces y se acercó para cruzarla.

Apenas puso un pie adentro todo se convirtió en estática

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Apenas puso un pie adentro todo se convirtió en estática. Su cabeza daba mil vueltas. Apretó los párpados mareado y al abrirlos se encontró en una habitación, una muy pequeña habitación completamente blanca, sin nada más que una ventana en ella. Caminó temeroso a paso lento hasta el vidrio. 

¿Era acaso un niño?

Afuera, como si la ventana fuese un portal que separara dos dimensiones completamente opuestas se encontraba un pequeño y delgado chico, jugaba sentado en el pasto, en un lugar donde el sol brillaba y la brisa mecía suavemente las ramas de los árboles que se encontraban al rededor. El pequeño estaba dándole la espalda a Larry. Pudo oír una voz femenina, pero no logró entender qué era lo que decía, todo se escuchaba distorsionado y con mucha estática, cual radio en un túnel. El lívido menor no tardó en acudir al llamado; gracias a ello ahora lo podía ver con claridad: era muy bajito, más de lo que se imaginaba, de tes pálida, casi llegando a gris, sus ojos eran risueños y celestes. Un detalle que le llamó la atención, fue su peculiar color de cabello, éste caía lacio y era un de un celeste vibrante.

Because you didn't look away (Sally Face)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora