21. Que comience el juego

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Narra Tarah

Quería defenderme, buscaba alguna oración que no sé escuchara tan mal, pero era inútil, por donde lo vieras la situación era la misma y yo terminaba siendo una mentirosa sin sentimientos, odiaba la persona en la que me había convertido.

Pero sobre todo odiaba la manera en que me veía Dimitri odiaba que sus ojos me acusaran de algo que si había cometido.

Por tal motivo es que no me animaba a verlo a la cara.
Sabia que el señor tenia la razón y que todo era culpa mía que había cagado las cosas y que nunca encontré una salida, si no me hubiera dejado manipular por mis sentimientos, Dimitri estaría a salvo y yo probablemente en el lugar que merecía la cárcel.

Tragué saliva y cerré los ojos.
̶ Sé que esto parece irreal y que puede que pienses que actuamos por nuestros propios intereses, pero al final lo único que todos queríamos era protegerte.

̶ ¿Protegerme? ¿De qué? ¿De ustedes mismos? ¿Por ello es que me hicieron vivir una vida que no era la mía? ¿Por ello es que hicieron que te amara hasta lo más profundo de mi ser para después llegar y arrebatarme todo? ¿A caso no sabían que eso me haría más vulnerable?

O que ¿Pensaron que sería algo divertido? ¡Oh miren, vamos a jugar con los sentimientos de Dimitri y después los aplastaremos para decirle que su vida es tan insignificante! ̶ lo ultimo lo dijo casi gritando cosa que hizo que los guardias se acercaran un poco a él.
̶
Y es que lo último que me falta es que me digan que soy un puto extraterrestre que tiene poderes sobre humanos o mejor aún que soy un vampiro y que en la noche beberé la sangre de todos.

- Por una mierda-dijo el señor haciendo que todos guardáramos silencio en la habitación.

-Tú deja de ser tan estúpida y ve hacer lo que tenemos pendiente. -me señalo a lo cual no pude protestar y Sali de la habitación.

Narra Dimitri.

-Y ustedes necesitamos máxima seguridad, si Hughes se entera de que él está aquí mandara a sus hombres necesitamos tener todo cubierto y las camionetas listas para cuando tengamos que salir. -al decir eso los hombres que estaban parados junto a mi dieron la vuelta y salieron.

Él se acerco a mi y me quito las esposas.

-No puedes reunirte con ella al menos no por ahora, estará ocupada. Deberás permanecer cerca ya que no tardan en llegar por nosotros. -iba a salir de la habitación, pero lo interrumpí.

-Porqué soy tan importante. -fue lo único inteligente que se me ocurrió decir y él sonrió.

-Porque llevas mi sangre y aquí y en gran parte de Europa nosotros tenemos negocios los negocios que tiene Hughes no son por él, son por ti, por ello es que te tuvo cerca y te cuido durante tanto tiempo, sabia que si te pasaba algo se iría a la quiebra y por ello es que estúpidamente intento culparte de todo.

Muy inteligente no es. -dicho eso se dio la vuelta dejándome solo en la habitación.

Caminaba de un lado a otro tratando de entender una cuarta parte de lo que hasta el momento sabía, pero nada tenía lógica mucho menos el hecho de que Tarah fuera la persona que decía ser.

Salí del cuarto y cuando iba por el pasillo escuché a mucha gente gritando en la parte de abajo. Camine hasta llegar a las escaleras y el recibidor estaba lleno de hombres vestidos de negro.

Él rubio que según decían se llamaba Alan tenía un traje rojo al igual que Tarah.

-Escuchen todos. -decía él rubio.

-Las cosas han cambiado y él hijo del jefe está aquí nuestro deber es mantenerlo con vida y si con eso debemos morir.

Pues hagámoslo, recuerden que por algo sirven a la organización. Además sus familias siempre estarán protegidas.

¿Entendieron?- grito y todos respondieron al mismo tiempo.

-¡Si señor!

-La comandante. -Señalo a Tarah.

-Será quién guíe a los del Norte los del sur deben venir conmigo. -los hombres se dividieron y el vestíbulo quedó solo.

Camine lo que me faltaba y llegué a las escaleras una vez en el primer piso y cuando iba a bajar apareció frente a mi Ambar.

-¿Vas algún lado? -asentí.

-Quiero ayudar, me siento un inútil estando aquí sin hacer nada. -negó con la cabeza.

-Mi deber es cuidarte de hacer algo estúpido y eso está en la lista además ellos están preparados para lo que sea que pasé y tú no.

¿A caso no escuchaste qué dijeron que no tuvieran miedo a la muerte? Si vas solo complicadas más las cosas.-tenía razón, así que suspire y me pase las manos por la cabeza.

-¿Entonces solo debo mantenerme dentro como un cobarde?-dije y ella asintió.

-Es lo mejor. -di la vuelta y le pegue a la pared con mi puño.

-¿Y tú como llegaste aquí?-sonrió

-Cuando tu padre intento deshacerse de mi Tarah me ayudó y me trajo aquí.

No es tan mala como parece y de verdad te ama. Creo que es lo único real en su vida.

Ven vamos al subterráneo por si hay que huir.-dijo y bajamos por las escaleras.

-¿Tú sabes que debemos decirle a la ACC?-negó con la cabeza.

-No es mi asunto y no debo meterme en eso. -aún tenía muchas dudas, quería que alguien me ayudara a resolver mi falta de identidad. Pero como estaban las cosas. Sabía que era imposible.

Llegamos a la parte de abajo de la casa y había una pequeña sala color marrón además de ropa, calzado y cajas de armas y balas.

-Tranquilo. -dijo Ámbar.
-Tú no tendrás que tocarlas. -cuando dijo la última frase de comenzaron a escuchar algunos disparos.

-¡Demonios! -dijo y me tomo de la mano. Caminamos por u pasillo largo hasta llegar a unas escaleras. Bajamos por ella y el ruido de las balas se hacía cada vez más fuerte.

-Escucha con atención. En caso de que lleguen a entrar. Deberás correr lo más rápido que puedas y subirte a una de las camionetas negras de afuera.

Una vez en una camioneta presionas el botón del aire acondicionado.

Con eso sabremos en donde estas.-dijo y comenzamos avanzar.

-Una última cosa.-dijo mientras giraba.

-A la única persona que debes escuchar sin miedo a que te mienta es Tarah. -escuchamos un disparo justo cuando iba a responder y comenzamos a correr.

Voltee a ver a Ámbar y ya había sacado una pistola.

-¡Vete!-me grito mientras se detenía tratando de esquivar las balas.

Llegué al fondo del pasillo y como me lo había dicho subí a una camioneta y apreté el botón que me había dicho.

No es amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora