- Aaaaaaaah such a beautiful day! Ha! The sun is shining in a beautiful way! Ha! Gotta take a shower, brush my teeth and... Today I've got a date with Ivan the great! – Estados Unidos se había levantado con la energía de un reactor nuclear. Decir que estaba feliz ce quedaba corto con la excitación que radiaba el blondo. Tanta era su añoranza que a las cuatro de la mañana ya estaba listo para su gran encuentro.
Sin embargo la espera era larga y la paciencia del estadounidense era corta. Después de dar cinco vueltas por toda la casa, de dejar el refrigerador vacío y de cambiar ce ropa por decimoctava vez se dio por vencido en su guerra contra el aburrimiento. Se tiró en su sofá y retomó la siesta que interrumpió en la madrugada.
A esas horas, por otro lado de la gran manzana, se estiraba un somnoliento oso albino. Ivan, que a diferencia de su contraparte americana, decidió de levantarse a una hora más razonable. Si es que a las cinco ante meridiano se le puede llamar razonable.
Luego de haberse pasado la tarde bajo lo tutela del italiano Rusia se sentía listo para su primera cita. El chico del mediterráneo le ayudó a elegir su ropa, a encontrar formas de no sentirse nervioso y a practicar un par de líneas que podría soltar aquí y allá para causar un sonrojo en la cara del chico de ojos azules.
Al darse cuenta del arduo entrenamiento por el que Italia del Norte le hiso pasar, a Rusia le sorprendía que el chico tuviera tan poca resistencia para los entrenamientos de Alemania. Definitivamente para el eslavo ese país era todo un misterio. Aunque bueno, todos siempre tienen uno que otro secreto sin compartir. ¿No?
Después de unos blinis y un vaso de leche Rusia ya estaba listo para salir. Con su bufanda siempre al cuello, los lentes falsos y su tubo de metal bien escondido en el abrigo negro elegido por Italia bajo el cual llevaba una camisa de traje azul marino y unos pantalones oscuros. Según Italia eso aria resaltar su piel y Rusia no se lo cuestionó.
Ahora que ya estaba listo para ir a recoger a su rubio, se dirigió a la estación de metro más cercana para así tomar el vehículo que le permitiría llegar a casa de Alfred. En el camino realizó lo irónica que era la situación. Él, que "nunca había podido visitar New York" estaba tomando el metro en vez de un taxi.
Eran ya las siete de la mañana cuando llegó a la morada del anglófono. Respiró un par de veces para relajarse y dio tres ligeros golpes a la puerta. No recibió respuesta. Aumentó un poco la intensidad de los toques y aún nada. Revisó su teléfono y se cercioró de estar en la dirección correcta. Le escribió un mensaje y nada. Ivan ce estaba comenzando a preocupar por lo que decidió buscar alguna forma de entrar sin tener que derribar la puerta. Se percató entonces de que la ventana del balcón del chico estaba abierta por lo que esa sería su vía de infiltración. Por otro lado el rubio vivía tres balcones hacia arriba. Por suerte, para Rusia no era ningún problema el escalar teniendo a los otros dos balcones como apoyo.
Al llegar, aterrizó sobre el tercer balcón sigiloso cual felino y se introdujo en el apartamento. Mantuvo su guardia en alto hasta que soltó un suspiro de alivio. Delante de sus ojos yacía el blondo cómodamente acurrucado en su sofá. Rusia admiro la escena en un intento de guardarla como tesoro en uno de los armarios de su mente. Como una escena a la cual volver en caso de soledad. Se sentiría culpable de levantarlo, se lo veía tan feliz dormido.
- ¿No tienesremedio, Да?
Rusia se debatía entre levantarlo o dejarlo dormir hasta que llegó a una conclusión. Lo levantaría de la forma que más le complacería al estadounidense. Se dirigió a la cocina y empezó a buscar los ingredientes. Al abrir el refrigerador se percató de que estaba técnicamente vacío pero para su gran deleite aún quedaba con que hacer un desayuno a la neoyorkina.
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Tansty with the snow King |RusAme|
FanfictionEsa noche Alfred pudo apreciar el arte de la danza como nunca en su vida a través de los fluidos movimientos del bailarín ruso e Ivan no pudo más que sonreír dado al tierno calor que despedía la sonrisa ajena. Rieron, se conocieron, se vieron refl...