6. Visita inesperada

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Narra Mangel:

Mi nombre es Miguel Angel, pero me dicen Mangel.
Actualmente vivo con mi pareja, Rubén, en una "humilde" mansión.

¿De dónde saqué el dinero para tener semejante casa? Fácil, me dedico a traficar drogas, no será el trabajo más honesto del mundo, pero cuando llegas a la cima todo acaba dándote igual.

-Mangel, me aburro.

-¿Qué quieres que haga? -le susurré a la altura de su cuello.

-N-no me hagas eso. -Sabía que aquello le ponía y por eso precisamente lo hacía.

-¿Que no te haga qué? -dije mordiéndole la oreja, causando que soltara un suspiro.

-¡Que te alejes!

-¿Así que eso quieres? Pues me voy a ver a Samu. -dije resaltando el nombre. No estaba cabreado, pero amaba que se pusiera celoso.

-¿Por qué lo vas a ver? ¿Tengo que ir? Y si no es así ¿Por qué no? -No sé cómo contuve la risa al escucharlo reaccionar así.

-No te importa.

-¡Mangel! -gritó cabreado.

-Eres tonto. Sólo iré a ver cómo le va todo, en un rato vuelvo. -dije sonriendo y le di un suave beso en los labios.

Pudiendo ir en uno de los vehículos más caros del país, decidí caminar hasta la casa de Vegetta. Quedaba un tanto lejos, pero me daba igual, a veces es necesario caminar para despejarse y olvidar algunas cosas.

Golpeé la puerta siete veces, como de costumbre. Era nuestro "código".

-Hola Mangel. -Me recibió Vegetta, haciéndome señas para que pasase.

-Hola Vegetta. -dije mientras me sentaba en su cómodo sofá. -¿Cómo va todo?

-Bien, un tanto aburrido, pero bien. ¿Y ustedes?

-Bien, Rubén está en casa. -Hubo un silencio incómodo hasta que escuché un ruido que provenía de la cocina. -¿Y ese ruido?

-¿Ruidos? Que raro. -Noté cómo se tensó de repente.

-¿Tienes algún gato o algo?

-Se habrá colado alguno de algún vecino de por aquí supongo...

-Si no te molesta voy a servirme un vaso de agua. -Algo me estaba ocultando.

-¡NO! Deja, voy yo. -Fue a la cocina y noté que regañó al supuesto gato, la curiosidad me estaba matando, lo mejor sería irme, no creo que saliese nada bueno si me terminaba peleando con este tío.

-¿Está todo bien?

-Sí, sólo que ese estúpido animal rompió un par de cosas, pero está todo bien.

-Bueno, me voy... Rubén me espera en casa.

-Vale, adiós. -dijo al mismo tiempo que me abría la puerta.

No caminé ni dos cuadras, cuando me di cuenta de que había soltado mi chaqueta en el sofá. Y sí, me había puesto una chaqueta porque pese a estar en verano, el día estaba algo frío y nublado. Volví, golpeé la puerta y me abrió.
Cuando la cogí para ponérmela, escuché una voz desde una habitación.

-Vegetta, ¿p-por qué lo haces?

-Cállate idiota. -Contestó Vegetta que estaba entrando a la sala. La situación era incómoda, Vegetta estaba fulminando con la mirada a quien minutos atrás me dijo que era un gato. El chaval lo miraba asustado y yo no entendía nada.

-L-lo siento, me voy. -le dije y me fui de vuelta a casa.

Al llegar le pregunté por Whatsapp a Vegetta todo lo que quería saber sobre ese chaval, me dijo que estaba viviendo con él por un tiempo, que otro día me contaba la historia. Creo que sabía de qué se trataba...

-¿Con quién hablas? -Rubén se me acercó para sentarse a un lado mío, levantando la mirada hasta fijarla en la pantalla de mi móvil.

-Con Samuel. -contesté seriamente. Seguía dándole vueltas a la visita que le había hecho.

-Ah. -Se levantó de golpe para irse, pero entonces lo agarré del brazo para retenerlo. -¿Q-qué quieres? -me preguntó molesto.

-No te celes, Rubiuh. -Me encantaba llamarlo así. -Sólo le pregunté una cosa que me pareció rara por su parte. -Tiré de su brazo para volverlo a sentar y bajo su mirada continué hablando. -Tenía a alguien viviendo en su casa... Y creo que contra su voluntad. -dije sonriendo con una pizca de maldad.

-Exactamente como me tuvo a mí, ¿no? -Él frunció el ceño y yo sonreí ante aquello que me pareció tan tierno.

-Bueno pero ya sabes que gracias a eso, ahora estamos juntos.

Él no respondió nada, sólo se limitó a sonreír.

-¿Nos vamos a la cama? -pregunté en tono pícaro.

-Sí. -respondió. -Pero no para eso, estoy cansado.

-Ains. -suspiré. -Ya llevas dos noches igual. A la tercera ya no me valen excusas, eh.

El rió y nos fuimos juntos a dormir.
Estar entre sus brazos era algo que me hacía sentir en el cielo, amaba a este hombre con mi alma.

(Autoras Aitak672 y Mrsdesrosiers17)

¿Tragedia o fortuna? [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora