11. Llegó la hora de la venganza

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Narra Samuel:

Luego de aquella ducha junto a Guille, en la cual pude observar a detalle cada parte de su cuerpo y ponerlo nervioso, salimos. Él tratando de taparse a cada momento, cosa que yo le impedía.

-V-vegetta... P-por favor, déjame. -Me suplicó al estar fuera de la ducha. Tomé una toalla para secar su delicado cuerpo.

-No. -dije acercándome a su oído. Pasé aquella toalla por su torso, lentamente, para ir bajando hasta llegar a su entrepierna.

-¿Q-qué haces? -preguntó al notar la tela tocando su miembro.

-¿No lo ves? -dije esbozando una sonrisa ladeada. -Seco tu delicado cuerpo.

Comencé a secar lentamente aquella zona, sintiendo como algo se endurecía a mi tacto.

-Mmh... -Soltó un pequeño gemido.
-¡Para! -me volvió a pedir, aunque esta vez sonaba a exigencia.

-Ya te dije que hoy no va a ser el día... Sólo estoy secándote, no hago nada malo. -dije con una voz de inocencia que ni yo me creía.

Terminé de frotar la toalla por su cuerpo y él seguía inmovilizado.

-Ahora te toca a ti. -dije sonriendo y le lancé la toalla.

Él, a diferencia de mí, hizo su trabajo rápido y casi sin rozar mi entrepierna, aunque noté que se me quedó mirando por un momento ahí.

-Listo. -dijo apenas terminó.

-Jope, haces aburrido esto. -Reclamé, realmente ni pude disfrutar de su tacto.

Nos vestimos, yo lentamente y el super rápido.

-Okay, Guillermo, ahora me vas a acompañar, quiero ir a ver a algunos viejos... amigos... Esta vez no quiero que te separes de mí. -le dije después de estar en la habitación en silencio un largo rato.

-¿N-no puedo quedarme?

-No. -contesté frío. -No te perderé de vista.

-Está bien. -Se resignó.

Lo llevé hasta un viejo bar, bueno, al menos así se veía por fuera, este era un club exclusivo de los mayores "mafiosos" de España. Aunque yo no soy considerado mafioso, obviamente, ellos sí. Gracias a esta gente puedo venir aquí.

-Nombre. -Exigió un segurata en la entrada.

-Vegetta. -respondí tranquilo.

-¿Estás de coña? -preguntó cabreado, este tío seguro que es nuevo.

-Agh, nuevos. -dije sonriéndole. -Samuel De Luque. -Miré a Guillermo. -Sí, ese es mi nombre.

-Es... lindo. -dijo bajando la cabeza.

-Lo que digas. -le sonreí.

-Oh, señor De Luque, lo siento,esto no se volverá a repetir. -se disculpó el hombre. -Lo están esperando. -agregó.

-Está bien. -Entré junto a Guille, sin dejar de mirarlo.

Escuché un sonido de asombro por parte de Guillermo, claro, este lugar es impresionante. Es un club gigante, de paredes negras con diversos cuadros de quién sabe qué artista, un piso espectacular de madera, cubierta en sectores con alfombras finísimas. Consta de tres bares, a parte de las diversas mozas que iban de aquí para allá entregando tragos, bocadillos u otros servicios un poco más... Personales.

-Ven conmigo. -dije tomando a Guillermo por el brazo y llevándolo hasta un pasillo, en el cual me estaba esperando Patrix.

-Hey. -le dije a aquella chica de ojos de gato. -Cuanto tiempo. -le sonreí.

-Vegetta. -Corrió a abrazarme.

Está chiquilla es una de las personas que me ayudó con Miguel Ángel. Si no fuera por ella, yo aún lo odiaría. Ella era mi "amiga".

-¿Y este chico quién es? -preguntó mirando a mi acompañante, mientras me tenía sostenido en un abrazo con uno de los brazos.

Me fijé en que sus manos estaban apretando los puños.

-Es Guillermo, mi... -Comencé a pensar en cómo podría acomodarlo.

-Novio. -dije esbozando una media sonrisa.

-¿¡QUÉ!? -gritó exaltado.

-Felicidades, ¡por fin saliste del armario! -añadió Patrix.

-Sí, bueno, a lo que venía... -dije cambiando de tema. -Patrix, quiero que te encargues de ellos, ya no los soporto más, aunque sea al menos de Alex.

-Aleluya. -articularon sus labios. -Tengo todo preparado para esto desde hace mucho. -Ella los odiaba a todos menos a Cristian, pero eso es otra historia. Era detestable lo que me hicieron, Pat quiere ser partícipe de esto porque su familia siempre lo hizo, y es feliz con ello, pero también sabe que yo no amaba este trabajo desde el principio. -Descuida que me encargo de ellos. Ahora disfruta junto a tu novio. -me sonrió.

Guille estaba en modo planta desde lo que dije hace un rato.

-Vamos. -Tomé su mano y lo llevé hasta unos sillones de una esquina, para tener más intimidad, aunque él seguía sin reaccionar.

(Autora: palomakiessling)

¿Tragedia o fortuna? [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora