1. El encuentro 1/2

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Narra Guillermo:

Hacía tan solo dos meses me había mudado a vivir solo, y os preguntaréis ¿cómo puede permitírselo un chico que apenas va a la universidad? Pues fácil, mi madre me lo está pagando. Me fui de casa porque no aguantaba más las discusiones de mis padres, no me dejaban estudiar y yo necesitaba mi espacio para poder hacerlo.

Tengo veintidós años y acababa de terminar este curso, sólo me quedaba uno más para terminar la carrera.

Eran las vacaciones de verano, yo acababa de salir de casa de un amigo que me había invitado a su piscina.
Llevaba un bañador que me llegaba por encima de las rodillas, una camiseta azul con una tortuga en ella, unas chanclas y una toalla colgada sobre uno de mis hombros.

Por el camino me entretenía con el móvil, retwitteando tweets de mis amigos y respondiendo algunos otros en los que me mencionaban.
Fui a guardar el móvil cuando a un lado mío vi a dos chicos que se metieron en un callejón, me extrañé un poco; y aunque intenté no seguirlos, terminé haciéndolo.

Me asomé un poco, lo justo para ver qué estaban haciendo, entonces lo escuché todo...

-Aquí tienes lo que acordamos, suelta la pasta. -dijo el más alto, que se encontraba de espaldas a mí, entregándole una bolsita.

-Toma, está todo. -el de pelo negro le entregó un sobre al contrario. -Mañana necesito otro encargo.

-¿Otro? Sé que no es de mi incumbencia pero ¿no es mucho?

-No es para mí, sino para unos amigos. Mañana a la misma hora vendrá uno de ellos a recogerlo.

-¿Cuánto quieres? -preguntó el castaño.

-Cinco de estos. -dijo el moreno sacudiendo la bolsita para acto seguido guardársela en el bolsillo.

-Está bien, estaré por aquí. -este se giró provocando que automáticamente retrocediera a pasos rápidos y torpes haciéndome tropezar con una piedra de la cual no me percaté.

Ambos me escucharon caer, el moreno salió corriendo asustado en dirección contraria mientras que el otro chico me apuntaba con una pistola.

-¿Así que espiando, no? -Una sonrisa malévola apareció en su rostro mágicamente. Estaba muy asustado.

-N-no, n-no, no. -tartamudeé. -S-sólo pasaba por aquí... -Intenté levantarme pero él no me dejó.

-¿Quién te ha dicho que te levantes? -preguntó moviendo el arma hasta apuntarme en la cabeza con el cañón.

-L-lo siento. -me disculpé. No sabía porqué lo hice, bueno sí, para sobrevivir.

-¿Sabes que ahora no puedo dejarte ir, no?

-¿Qué? -Sentí que me puse pálido en un momento, ¿me estaba queriendo decir que me iba a matar? -P-pero yo no le diré a nadie lo que he visto, d-de verdad. Por favor, déjame ir.

-No, no puedo hacer eso. -dijo al mismo tiempo que negaba con la cabeza. -Uno nunca puede fiarse de nadie, así que no me queda otra...

-¡No! ¡Por favor, no me mates! -grité desesperado mientras ponía las manos en alto y cerraba los ojos con todas mis fuerzas.

-¿Qué? -su voz sonó confusa. -No voy a matarte. -añadió bajando un poco el arma sin dejar de apuntarme. -A menos que me obligues a hacerlo.

-No, no, no. Por favor...

El chico se veía que era un chaval bastante fuerte, sinceramente no le hacía falta ninguna pistola para intimidarme, con aquellos brazos era más que suficiente.

-Levántate. -ordenó seriamente.

Hice lo que me dijo, quedando frente a él en silencio. No era mucho más alto que yo pero su cuerpo no era nada parecido al mío. Yo era un delgaducho como otro cualquiera, sin embargo él se veía que iba al gimnasio o simplemente que hacía ejercicio para cuidarse.

-Ahora iremos a mi casa y una vez allí te diré lo que haremos. -Yo asentí con la cabeza y lo seguí a paso lento. -Ni se te ocurra intentar alguna tontería, porque no podrás escapar de mí.

Un escalofrío invadió todo mi cuerpo causando que un pequeño temblor se depositara en mis piernas impidiéndome andar adecuadamente.

El chico se pegó a mí para ocultar el arma, la cual estaba rozando mi cuerpo. Se sentía fría al contacto con mi piel, pero eso era lo de menos. Estaba siendo secuestrado.

Una vez llegamos, sacó la pistola de debajo de mi camiseta, abrió la puerta de su casa sin dejar de apuntarme y me ordenó pasar.

Miré a mí alrededor, fijándome en cada detalle. Tenía una casa acogedora, bastante lujosa y muy bonita. Lo que más me impresionó fue la decoración, o este chico tenía un gusto estupendo o era cosa de su novia. ¿Tendría pareja?
Y si era así, ¿sería como él?

-Bien. -dijo para sentarse, haciéndome un gesto para que lo acompañara. -Por el momento este será tu nuevo hogar.

-¿Cómo? -No podía verme, pero seguramente mi cara reflejaba terror, sorpresa y preocupación.

-Lo que oyes, así que llama a tu madre o a quién tengas que llamar para decirle que te quedarás en casa de un amigo por unos días o lo que prefieras. -hizo una pequeña pausa mientras yo cogía mi móvil y añadió: -Pero una cosa, que no se te ocurra decir ni una palabra más de las justas. -Vale, ahora sí que estaba asustado. Ni siquiera me atrevía a llamar.

-Bueno ahora que lo pienso no tengo p-porqué llamar a mis padres... -dije soltando el móvil en un acto de nerviosismo. -Y-yo ahora vivo solo.

Él sonrió levemente, como disfrutando de mi comportamiento, y cogió mi móvil para guardárselo en el bolsillo.

-¿Qué haces? -pregunté casi gritando.

-Si te parece te dejo el móvil para que cuando te pierda de vista llames a la policía.

Se levantó volviéndose a la puerta para cerrarla con llave.

-Puedes dar vueltas por toda la casa buscando una salida, pero no la encontrarás. La puerta es la única. No tengo balcón y las ventanas tienen barrotes, así que no te esfuerces.

Yo no dejaba de mirar todo lo que me rodeaba, necesitaba concentrarme en otra cosa para no morir de un posible infarto que me iba a dar sino me tranquilizaba.

Se sentó de vuelta a mi lado, me sobresalté y me alejé un poco de su cercanía, quedando prácticamente sobre el brazo del sofá.

-¿Te ha dicho alguien que te alejes?

Escuché su voz pero no le dirigí la mirada.

-¿Me estás escuchando? -su mano me agarró de la camiseta acercándome peligrosamente a él.

-Sí, sí. -dije en un acto reflejo de taparme la cara con mis manos, a lo que a él le pareció gracioso.

-Esto será divertido. -susurró muy cerca de mi oído haciéndome volver a temblar.

¿Cómo me había metido en aquel lío tan repentinamente? Y lo más importante, ¿conseguiré salir impune? Tenía que buscar alguna solución, pero ¿cuál? Este loco no atiende a razones...

(Autora: Mrsdesrosiers17)

¿Tragedia o fortuna? [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora