28. Lujuria

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Narra Guillermo:

Me desperté, recordando la noche anterior. Vegetta me trajo la cena a la cama, apenas comí, y cuando se iba a ir a su habitación, le pedí que no lo hiciese...

Ahora me encontraba observándolo, al parecer anoche se quitó la camiseta.

Estuve admirando cada detalle de su torso y rostro, me encantaba mirarlo, y estaba harto de negarlo todo el tiempo.

Sin darme cuenta, una de mis manos acariciaba su pecho sintiendo su suave piel y lo marcado que estaba.

De pronto, me encontraba aún más cerca de él besando uno de sus pezones. ¿Qué se suponía que estaba haciendo?

Un movimiento proveniente de él, me hizo apartarme rápidamente.

-Ven aquí Willy. -Parecía que hablaba en sueños.

No le presté atención, así que quedé de espaldas a él haciéndome el dormido.

-Guillermo... -Su mano me atrajo hasta él, de golpe. -Te he dicho que vinieras.

-C-creí que lo decías en sueños.

-No. -Tras contestar eso, bostezó y se frotó los ojos con ambas manos. -¿Qué tal has dormido? ¿Te encuentras mejor?

-Sí, me siento perfectamente.

Se incorporó de la cama, llevó sus labios a mi frente y añadió: -Tienes razón, ya no tienes fiebre.

Le regalé una pequeña sonrisa, a lo que él respondió levantándose de la cama.

No me gustaba nada su actitud de ignorarme cada momento, así que seguí sus pasos. Se dirigió al cuarto de baño, donde se paró para observarme.

-¿Piensas seguirme hasta el baño? -me preguntó serio. A veces cuando actuaba así, no sabía si era una seriedad cierta o si era fingida para terminar riéndose de mí.

-S-s-no. -respondí.

-¿Sí o no? ¿En qué quedamos?

En ese momento lo supe, era para burlarse de mí, para no variar.

-N-no. -respondí para desaparecer de su campo de visión, pero fui interrumpido por su agarre.

-Si te apetece, estás invitado a una ducha conmigo.

-¿Q-qué?

-Sólo si quieres... También puedes ver la televisión... -Me soltó del brazo y entró en el servicio, dejándome a mí fuera.

Entré rápidamente, antes de que cerrara la puerta.

-Parece que ya has decidido. -habló con una sonrisa burlona en sus labios. -¿Debería decir 'chico listo'?

Fue a quitarse los pantalones, pero antes de hacerlo paró y me miró.

-¿Quieres hacerlo tú? -preguntó señalando su cinturón.

Ahora que me daba cuenta, tenía puesto aún los pantalones porque anoche ni siquiera le dejé desvestirse para dormir, lo arropé con torpeza y me abracé a su cuerpo.

-¿Y-y-yo? ¿E-el q-qué?

-¿Eres tonto o te caíste de la cuna?

-N-no.

-Bueno, si no quieres hacerlo ¿quién soy yo para obligarte? -Sabía perfectamente que lo decía porque igualmente él siempre me obligaba a todo... pero esta vez que yo quería que me obligase, no iba a hacerlo... Así que...

-S-s-sí quiero. -En escasos segundos me encontraba frente a él, intentando quitarle el cinturón con torpeza.

-Tranquilo, fiera. -dijo para a continuación soltar una pequeña carcajada. -Nadie te va a quitar el puesto.

¿Tragedia o fortuna? [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora