Al despertar la cama estaba y se sentía vacía, ella ya se hacía ido sin decir palabra y no la puedo culpar, qué podía decirle, algo como: no te vayas, quédate, yo también te amo, no puedo, no puedo retenerla.
Mi vida siempre fue manejada por mis padres, toda, planeada desde mi nacimiento hasta, apostaría, mi muerte.
Nunca me importo, realmente nunca me interesó el como manejaran mi vida, mientras pudiera divertirme de vez en cuando estaba bien, además mi vida no era mala, estaba llena de lujos y todo lo que quisiera lo tenía, pensé que jamás tendría el sentimiento de necesitar algo sin lo que no pudiera vivir, hasta que la conocí.
Creo que fue el peor día de la vida, estaba cansado no quería hacer nada pero la empresa tenía unas falta de dinero y tenía que averiguar dónde están las pérdidas asi que con un estúpido disfraz fui a la oficina y esa fue la primera vez que la ví, en el ascensor, a simple vista ella era hermosa, muy hermosa, creo que jamás había visto a una mujer así y rebosaba de confianza, de alguna manera parecía encajar con todo a su alrededor.
Pensé que sería un pequeño encuentro sin importancia y entonces me la volví a encontrar en medio de una pista de baile, cuando la ví la primera vez parecía elegante y hermosa pero ahora se veía tan sexy y seductora, no pude controlarme y sucumbí ante sus encantos femeninos, esa noche, bajo las luces y también en la oscuridad la complaci, recuerdo lo acelerados de sus latidos contra mi pecho, desde ese día creo que el que perdió fui yo.
Hoy era mi cumpleaños 31, debería estar emocionado y en cambio siento como si hubiera perdido lo único que realmente me ha importado.
Cómo cada mañana me ejercite en mi gimnasio personal, tratando de olvidar la noche anterior pero sus palabras aún resonaban en mi cabeza: Te amo...- las lágrimas en sus ojos me rompieron el corazón - te amo...aunque me rompas el corazón
Yo no quería hacer eso, quería pasar mi vida contigo, quería mostrarte de lo que era capaz como hombre, hacerte feliz en cambio solo provoque más lágrimas de las que creí posibles para ti, te rompí el corazón, no puedo culpar a mi madre por esto o a Lidia, yo lo hice, mi cobardía y debilidad me impidieron ir tras lo único que después de tantos años había tenido algún sentido para mi.
Mis ejercicios se vieron interrumpidos por una visita.
- Hola - mi madre entro a la habitación con mi hermana pequeña siempre tan sonriente
- Hola - les dije a ambas mientras bajaba la pesa y extendía mis brazos para recibir el abrazo de hermana
- Hermanito - dejo un beso en mi mejilla - feliz cumpleaños - su sonrisa fue adorable y me entrego un paquete
- Gracias Marlena - le sonreí de vuelta
- Feliz cumpleaños hijo - mi madre también me abrazo - hoy será una noche fantástica
- Si, que mejor que anunciar un feliz compromiso arreglado por tu familia - voltee los ojos
- Ya hablamos de esto Liam
- No - le negué en seco - tu hablaste y yo como siempre te obedesco
- No quiero que pienses así de mi hijo, solo quiero lo mejor para ti
- Solo quieres lo mejor para la empresa, no para mí
- ¡Liam! - levanté mi mano para detener la inminente discusión
- No me importa madre - caminé hacia la puerta - solo no quiero que pienses ni por un minuto que esto que haces me hace feliz...tu me quitaste la felicidad
Salí de la habitación.
Para el desayuno fuimos como familia a un restaurante, estábamos sentados mi madre, Marlena y yo pero había una silla vacía a mi lado.
- ¿A quien esperamos madre? - le dije ella se veía algo avergonzada
- Invito a Lidia Strevens - Marlena dijo con una voz tan amargada que me dejó atónito
- Marlena - mi madre le dirigió una sola mirada pero Marlena ni siquiera alzó la vista
- Ella no me agrada mamá...- mi hermana jugaba con la comida en su plato - me gusta Charlotte...
Mi madre y yo no dijimos palabra porque era un sinsentido, la relación entre Charlotte y yo era muy obvia, además de la química innegable, hasta el punto que mi pequeña hermanita se había dado cuenta.
- Hola - Lidia había llegado, como siempre se veía asombrosa, usaba un vestido tan ceñido al cuerpo que no dejaba nada a la imaginación y tan maquillada como siempre - llegue alto tarde
- Para nada querida, siéntate - mi madre le dió la bienvenida, yo seguí comiendo, cuando ellas estaban juntas no había forma de decir palabra alguna
Al terminar de comer espere a las chicas afuera del restaurante y esperado a que entrarán al auto, la primera en salir fue Marlena, seguía son una expresión frustrada.
- ¿Que pasa Marlena? - me agache hasta quedar a su altura
- No me agrada Lidia - miró hacia la entrada con una mirada asesina
- ¿Por qué? - pregunté mientras desordenaba su cabello
- Ella nunca me habla bien, casi siempre me ignora ¿Sabes? - sus ojos se mostraron casi llorosos - me hace sentir como si no existiera...- la abrace y la alcé
- Ella nunca más te hará sentir así hermana, me haré cargo - sus lágrimas caían en mi hombro, las podía sentir
Al salir mi madre junto con Lidia, no se con que clase de expresión las mire que ambas se asustaron.
- Nos vamos - fue lo último que dije.
Se estaba haciendo de noche y por lo tanto se acercaba la hora de mi maldita fiesta donde frente a todos mis conocidos se me declararía como un hombre atado a una mujer que no amo.
Estaba otra vez en mi casa, esperaba relajarme un poco antes de la fiesta, al llegar a mi habitación Lidia estaba recostada en mi cama en una pose que se consideraría, seductora.
- Liam...- su voz aterciopelada no tenía efecto en mi
- ¿Que mierda quieres Lidia? - le dije mientras me sacaba la ropa para ducharme
- Que frío eres, solo quiero darte tu regalo de cumpleaños - se levantó de la cama y me rodeo el cuello
- No me interesa nada de ti Lidia, pensé que eso había quedado muy claro la última vez - la aleje de mi
- Se que no es lo que tú quieres y yo tampoco pero sería mejor - trató de acercarse de nuevo a mi por la espalda - que nos lleváramos bien
Me voltee y la volví a alejar mi mirada fue hacia un paquete en mi mesa de noche, no lo había visto antes, ignore a Lidia y me acerque a el, era una bolsa negra con una caja dentro y un sobre, reconocí la letra de inmediato.
- Charlotte - su nombre salió de mi boca como un embrujo que hizo que cada célula de mi cuerpo temblará de emoción y al mismo tiempo desesperado
- ¿Quien? - la voz de Lidia en verdad me causaba enojo ahora
- Lidia, vas a tener la oportunidad de hacerme miserable muy pronto y tal vez por el resto de mi vida - la tome del brazo y la saqué de mi habitación - pero hasta ese momento, no te quiero ver ni escuchar - golpe la puerta y la cerré con pestillo
Volví a la bolsa en mi cómoda, saque el paquete y lo abrí, era una caja transparente muy elegante con una corbata roja dentro, era totalmente de mi gusto, no pude evitar sonreir, pero cuando mi mirada volvió a la carta no pude evitar desesperarme, qué diría.
Mi cobardía, de nuevo, me impidió abrir el sobre y leer las palabras que la mujer que me enamoro querría decirme.
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Amantes en el trabajo
RomanceDespués de que sus sueños de ser bailarina se derrumbaron a sus pies y sin nadie en el mundo, más que su amigo de la infancia, Charlotte se enfrasca en el mundo laboral aguantando a su, según ella abusivo jefe y las insinuaciones de sus compañeros p...