C A P Í T U L O C U A T R O

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Narra Ocho:

Mierda, Uno.

- Camina, Ocho.- Reginald hablaba con su voz firme- O lo tendrá que hacer Número Uno -paro en seco al ver que yo no lo seguía. Le hizo un  movimiento con la cabeza a Número Uno, para que me agarrara.

Uno sin quejarse vino hacía mi.

- No, Uno. Por favor. -Salí corriendo hacía la sala.

Soy una cobarde por correr, vaya a saber que quiere hacer conmigo.

En un abrir y cerrar de ojos, Número Uno me había agarrado. Empezó a seguir a papá a una sala, mientras yo pataleaba.

- ¡Sueltame! -Grité y le pegué un codazo en la costilla. No se movió- ¡Uno! ¡Maldita sea!

- Lenguaje -Dijo el señor del monóculo. Uno me acostó en una camilla y me ató, no sabía que existía.

La sala era totalmente blanca; las paredes tenían algo para que no se escuche afuera (?. En el medio de esta había una camilla, a la derecha un mueble de mármol con agujas, jeringas, pastillas, hojas y cuadernos. A la izquierda habían máquinas; raras, nunca las había visto. La camilla estaba rodeada por tela, cosa que si entras no veas quien está acostado.

Reginald acercó una máquina, conecto unos cables en mi cabeza.

- Número Uno, vete - El mayor de los Hargreeves volvió a hablar, mientras acercaba otra máquina. Número Uno se fue, no sin antes darme una mirada  de "Lo siento".

- UO UO UO, ¿¡QUÉ CREES QUE HACES!? -Al ver de qué se trataba esa máquina me alteré. Forcejé intentando escaparme. No funcionó.

- Como te haz dado cuenta, Número Ocho, fallaste en una misión -Conectó unos cables en mis brazos, piernas, y uno en mi estómago.- Eso conlleva a un castigo.

- ¿Qué me harás? -Dije asustada. ¿Cómo no estarlo? Que un padre haga esto a una niña de nueve años no es normal.

No oí respuesta. De pronto, sentí mil piquetes en todo mi cuerpo, empecé a gritar, giré la cabeza y vi la máquina de toques; estaba en el nivel tres. Reginald empezó a subir la intensidad, mientras yo lloraba del dolor que me causaban los toques.

. . .

Después de 3 horas sufriendo, Reginald me soltó y yo bajé a la sala. No sentía mi cuerpo, me dolía todo, mis pies tambaleaban de un lado para el otro, sentía pequeños pinchazos todavía.

Fui al ala de las habitaciones, más específicamente, mi habitación. Cerré la puerta y me deje caer sobre mi cama, empecé a llorar. ¿Por qué esto a mi? Hubiera preferido quedarme atrapada en el apocalipsis que esto. Sin previo aviso, me dormí.

Narrador Omniscente:

Los doctores, al irse la niña con su padre, se enojaron, y salieron del quirófano, seguidos por 4 enfermeras.

El chico? Lo dieron por muerto.

Una enfermera que quedaba en el quirófano, Alyssa era su nombre.
Se acerco con mucho cuidado al cuerpo de aquel joven a pesar de  lágrimas que amenazaban en salir, se sentía tan impotente, tan triste por lo que había ocurrido, siempre que pasaba ella se sentía igual, nunca le gustaba esa sensación la de culpabilidad recorrer su cuerpo. "Ojalá y aquella chica con superpoderes haya logrado su cometido" comento para si misma... Sumergida en sus pensamientos, no se había percatado de que había quedado a mitad de lo que hacia, cuando retomó pudo ver los ojos de aquel joven abiertos, sus ojos se hicieron más grandes casi a punto de caerse por la sorpresa.

¿En serio, Cinco?《Número cinco y tú》© CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora