Sonó el timbre del recreo.
Salí y fui a buscarte.
Tu estabas en el edificio de dos pisos, a dos edificios del mío, así que caminé un poco apurado.
Subí las escaleras y cuando di vuelta en el pasillo para ir a tu salón me di cuenta de que tu estabas cruzando la barandilla llorando, y no con muy buenas intenciones.
Salí corriendo a evitar que te lanzaras. A decir verdad, jamás he sentido tanta angustia en mi vida...
El segundo piso era alto, en verdad bastante alto, y tu te ibas a lanzar de cabeza... ¿Cómo diablos no iba a angustiarme?
En fin, corrí y alcancé a tomarte antes de que hicieras alguna locura.
Te bajé de la barandilla como Dios me dio a entender y te sujeté fuerte.
-¡SUELTAME! -gritaste con una voz desgarrada.
-¡Claro que no! -te grité también, pues llorabas a voz alta.
¿Dónde demonios se metía todo el mundo cuando más se necesitaba?
Vi salir a un par de chicos del salón del otro lado del pasillo, iba a hablarles cuando dieron vuelta y se fueron. ¿Y si iba por ellos?
-Debo morir o ellas morirán... -dijiste entre sollozos que destrozaban mi corazón.
-¿De qué hablas? -dije intentando sostenerte para que no te fueras, pero aún así era difícil.
-¡Las voces me lo piden! -dijiste entre sollozos- ¡No quiero que mueran, Isaac, no quiero que mueran! -comenzaste a decir ya sin fuerzas para luchar y yo lo agradecí- ¡Por favor ya callense! -dijiste entre dientes.
-¡Hey! Nadie está hablando, nadie va a morir -te abrace fuerte, pues no sabía qué más hacer.
-Claro que sí, las voces dicen que muera si no quiero que mi mamá y mi hermana mueran... ¡Déjame hacerlo! -comenzaste a luchar más pero yo te detuve y te abracé más fuerte.
-Alondra, te juro que no hay ninguna voz que te pida eso...
-¡No quiero morir! ¡No quiero! -dijiste llorando aún más fuerte mientras te tapabas los oídos con desesperación, yo te abracé con miedo.
-Alondra, te juro por lo que más amo que no hay ninguna voz más que la mía.
En ese momento abriste los ojos y miraste frente a ti algo que yo no veía
-¡Oholiab! ¡Las voces no se callan! Ayudame, Ohol, ayudame -le hablaste a la nada- ¡claro que sí! -volviste a decir- ¿que no las escuchas?
La verdad comenzó a darme miedo ese momento.
-No lo sé... -esa vez dijiste mucho más tranquila y relajandote, lo que sea que mirabas te dijo algo más por lo que tu respondiste-: es un amigo, se llama Isaac - la nada te volvió a hablar-, no puede verte idiota -volviste a decir.
-Ehm... Lo siento, pero ¿con quién hablas?
-Con él -señalaste frente a nosotros donde sólo había aire y yo me comencé a sentir incómodo. Me di cuenta que habías dejado de pelear, así que aflojé un poco el abrazo, hasta casi soltarte pero sin llegar a hacerlo. Estaba a punto de decirte algo cuando lo que sea que veías te dijo algo más-. Lo sé, idiota, sé que no te ve... -la nada agregó alto más-, ah po' shi veda' -te reiste.
-Alondra... ¿Qué pasa?
-Ehmmm... -quien veías te dijo algo- ¿y cómo quieres que se lo diga? -supuse que de nuevo no hablabas conmigo...
-¿A mí? -interrumpí la plática que tenías
-Sí, a ti...
-¿Decirme qué?
Miraste al techo y luego a un lado evitando mi mirada.
-Estoy enferma...
Supuse que eso te incomodaba.
-¿Puedo saber de qué?
Mordiste tu labio inferior y luego lo admitiste:
-Esquizofrenia... Tengo esquizofrenia.
No supe qué decir, así que solo exclame un "oh...".
-Y... Eso me hace tener alucinaciones y oír voces y cosas así...
-Oh... Ya comprendo...
-Lo siento...
-¿Qué sientes?
-El susto que te acabo de dar, en verdad lo siento -tu voz se quebró con la última frase-.
-No es nada...
-Sueltame por favor.
-No -dije con algo de miedo de que fueras a intentar saltar.
-En serio, no haré nada... Ya estoy bien, ya no escucho nada -te sostuve un poco más fuerte por el miedo a perderte-. Is, en serio no haré nada...
-¿Segura?
-Mmm... Creo que sí.
-¡Alondra!
-Está bien, ¡está bien!, no haré nada... ¡Lo prometo!, Pinky promise o lo que sea...
Te miré con los ojos un poco entrecerrados y te dejé ir con un titubeo...
-En verdad lo siento -dijiste mientras limpiabas el rastro de lágrimas que aún corrían por tu rostro- soy una estúpida -te cubriste el rostro y lanzaste un sollozo.
-No, bonita, no lo eres...
-Sí lo soy... -cubriste con más fuerza tu cara.
Algo dentro de mí se conmovió así que te abracé otra vez, pero esta vez con más cuidado.
-No lo eres, no sé qué pasa por tu cabecita pero no es por tu culpa.
-Lo sé, pero sé que podría ser menos imbécil... ser menos una carga...
-Alondra, no eres una carga -intentaste llevarme la contraria, pero no te dejé-. Hey, te juro que no eres una carga, y si en verdad lo fueras sería un honor cuidarte -te sonreí y vi en tus ojos formarse más lágrimas.
-Lo siento...
-No tienes que sentir nada...
Sollozaste y me devolviste el abrazo.
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Flores rotas.
Short StorySiempre decías que las flores eran como el amor. No importaba lo hermosas que fueran siempre terminaban marchitándose. Tal vez tenías razón...