-¿A dónde crees que vas?
Te tomé de la mano antes de que volvieras a ir a la barandilla y te jalé a mi lado.
-Solo quiero aire.
-Ah, no señorita... Tu te quedas aquí sana y salva.
-¡Ya estoy sana y salva...! Bueno, no tan sana pero al menos... Olvídalo, tampoco estoy salva, pero... ¡Ayy! Isaac, ¡Déjame ir!
-No.
-¡Ya no escucho nada! ¡Lo juro! -dijiste refiriéndote a las voces.
-¿Y cómo sé que de pronto no comenzarás a volverlas a oír?
-Oholiab, ¿podrías decirle que me deje ir? -dijiste mirando a tu alucinación y entonces agregaste-: Diablos, es cierto... ¡Pero al menos intentalo!
-¿Qué te dijo?
-Que no puedes verlo y por lo tanto no puede hacer nada.
-Pues tiene razón- dije y comencé a reír a carcajadas sin saber por qué.
-Idiota -bufaste.
-Así me quieres -te dije sonriendo inocente, giraste los ojos y seguiste comiendo tu trozo de pizza.
-Te ves tan tierna siendo amargada -dije riendo y captando cada uno de los detalles de tus gestos.
Me pregunté en qué pensabas, pues se notaba demasiado en tus ojos y en la forma en que se formaba un muy disimulado pliegue en tu nariz que le estabas dando muchas vueltas a algo en tu mente.
-¿Qué? -dijiste agresiva cuando notaste que te miraba.
Sonreí, eras tan bonita enojada...
-Nada, solo admiraba la obra de arte que eres -dije en plan de juego para ver cómo reaccionabas y debo admitir que pagaría todo por volverte a ver con esa sonrisa en tus labios, entrecerrando los ojos y mirando a otro lado con tus mejillas rojas.
-Pues no me mires demasiado porque me desgasto -dijiste en voz baja y dando un mordisco a lo que quedaba de tu pizza.
No dije nada, solo saqué mi libreta de dibujo y comencé a dibujarte en una caricatura, pues a ti con esa luz que había y con tu carita renegada era lo más bonito que había visto en mi vida.
-¿Y ahora qué haces? -preguntaste cuando terminaste de comer.
-No te muevas.
-No me digas que me estás dibujando... -dijiste de una forma que sonó a amenaza y te arrastraste hasta mi lado a ver lo que hacía. Por fortuna ya terminaba, solo hacía los rizos que tapaban tu frente, así que ya no necesitaba verte para dibujarlos.
-De hecho sí...
-¡Isaac no!
-¡Callate, está bonito!
-¡Dejame ver!
-¡Nel!
-¡Isaac! -casi gritaste haciendo un puchero.
-'Perate a que termine.
-¡Isaac!
Lo terminé y tapé el dibujo con mis manos.
-Redoble de tambores -te pedí mirándote.
-Ay, callate....
-Le quitas la emoción al momento -dije curvando mi boca hacia abajo y haciendo ojitos de cachorro, tú sólo giraste los ojos y me quitaste la libreta.
Tus ojos se abrieron un poco mientras veías mi dibujo.
-¿Qué?
-Me encanta... ¡No manches! Se ve como si fuera digital... Amo tu estilo. ¿Neta lo acabas de hacer a mano?
Tuve el impulso de decir algo sarcástico, pero la idea no terminaba de llegar a mi cabeza así que termine por darte la razón. Comenzaste a hojear las hojas y yo te quité la libreta antes de que vieras más.
-Ahmm... Nop, hay cosas que no puedes ver.
Alzaste las cejas y tu mirada se volvió pícara.
-Diablos señorito, no te conocía así.
-¿Eh? ¡No! Eso no... ¡Yo no dibujo eso!
-Ay, sí, aja...
-Es en serio... Nunca he dibujado nada de eso...
-Sí, claro, mira cómo te creo.
-Es en serio.
-Isaac, eres un hombre...
-¿Y que por ser hombre tengo que andar dibujando cosas vulgares?
-Bien, te dejaré ser... pero eres un espécimen raro -dijiste mirándome con tus ojos entrecerrados.
-¿Ese es un halago?
-Como lo quieras tomar... En fin, si no son penes lo que tienes dibujado ¿qué es?
-Este...
-Comienzo a creer que sí son penes...
-No, son dibujos tuyos pero de antes de conocernos... -se me salió decirte.
-Ah, y encima nos sale acosador el niño -dijiste con una voz rara, pero luego reíste y tu voz volvió a ser la de siempre-: perdón, pensé en voz alta. ¿Me dejarías verlos...?
Lo pensé, en verdad esos dibujos eran demasiado importantes para mi, no quería compartirlos con nadie, pero o era enseñarte los dibujos o era dejar que tu mente hiciera teorías sobre lo que tenía dibujado... Y prefería que pensaras bien de mi a dejar que tu mente volara, porque sabía a dónde irían tus teorías, así que te di la libreta y permití que hojearas.
El primer dibujo que viste fue de uno donde estabas tirada en el pasto leyendo un libro. El segundo fue de uno donde estabas en la biblioteca dormida. El siguiente fue otro de cuando jugabas con un perrito. Comenzaste a tomar más tiempo para ver los dibujos.
-Vaya, sí que nos saliste acosador.
Traté de aligerar el ambiente porque yo me sentía incómodo, así que dije-: ¿qué esperabas? Mi canción favorita es la de Every breath you take.
-¿En serio? -me miraste con tus lindos ojos muy abiertos y yo reí.
-De hecho no, mi canción favorita es la de Snap out of it, de Arctic Monkeys, pero la de Every breath you take me gusta bastante...
-Oh... He escuchado la de los acosadores, pero la otra no.
-¡¿Qué?! ¡¿No has oído Snap out of it?!
-Noup...
-Tienes que escucharla -dije mientras sacaba mi celular y mis audífonos-. De hecho creo que la de I wanna be yours, o la de Why you only call me when you're high? son mejores, pero hay algo en la de Snap out of it que me gusta más que las otras. Mira -te pasé un audífono y tu me devolviste la libreta mientras te colocabas el audífono.
Cuando vi que ya lo tenías puesto le puse Play a la canción y tu te recargaste en mi hombro mientras escuchabas la canción. Llegó el coro y yo lo susurré y así seguí hasta el final de la canción.
-Vaya, me gustó bastante -dijiste y casi brinqué de alegría. Nunca había encontrado a alguien que le gustaran mis monitos congelados (como yo le decía al grupo).
-¿Quieres oír más?
-Claro.
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Flores rotas.
Short StorySiempre decías que las flores eran como el amor. No importaba lo hermosas que fueran siempre terminaban marchitándose. Tal vez tenías razón...